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Políticamente... conservador

Enmienda en defensa del matrimonio (con epílogo para españoles)

Mañana 7 de junio se vota en el Senado de EEUU una enmienda a la Constitución, la llamada “Enmienda del matrimonio”. Si prosperara, la norma fundamental norteamericana definiría el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, cerrando la puerta tanto a la poligamia como al matrimonio entre personas del mismo sexo.

 

Mañana 7 de junio se vota en el Senado de EEUU una enmienda a la Constitución, la llamada “Enmienda del matrimonio”. Si prosperara, la norma fundamental norteamericana definiría el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, cerrando la puerta tanto a la poligamia como al matrimonio entre personas del mismo sexo. Esta propuesta ya fue votada en 2004, obteniendo sólo 48 de los 67 votos necesarios. En la votación de esta semana, no se espera que obtenga más de 52 votos. Normalmente, se aduce que este tipo de votaciones perdidas de antemano son una maniobra de los republicanos para dejar en evidencia a los demócratas, pues el radicalismo progre de éstos se encuentra a años luz de las convicciones del americano medio. Y, sin embargo, destacados líderes republicanos preferirían que este debate no se repitiera. De hecho, cuando el líder de los republicanos en el Senado, Bill Frist, preguntó a sus colegas si querían que planteara esta cuestión, ninguno manifestó tener prisa por repetir una votación que teóricamente perjudica al partido contrario, pues consideran que puede quitarles voto “de centro”. Incluso Laura Bush ha dicho que sería mejor dejar la defensa del matrimonio para otro momento. Por tanto, debe haber alguna explicación para que a pesar de todo se haya planteado esta enmienda precisamente en un año electoral como es este 2006. La clave la ofrece Fred Barnes, editor ejecutivo de The Weekly Standard, el semanario más influyente del mundo neocon. En un artículo aparecido la semana pasada, Barnes explica cómo Frist tomó esta decisión tras reunirse con Tony Perkins, directivo del Family Research Council, un think tank pro-familia con sede en Washington. En opinión de Perkins, el miedo de los políticos republicanos a perder votos “de centro” es completamente infundado, si nos atenemos a lo que está sucediendo en el conjunto del país. En cualquier Estado en que se ha sometido a referéndum la oposición al matrimonio homosexual, ésta ha sido aprobada por más del 70 por ciento de los votantes.  Además, subraya Perkins cómo ya no es suficiente para un político decir que está en contra del matrimonio homosexual, sino que debe demostrar hasta qué punto está dispuesto a evitar que los jueces lo impongan (debe recordarse que el matrimonio homosexual, al igual que el aborto, está siendo impuesto en EEUU gracias al activismo judicial). Una manera eficaz es votando la enmienda a la Constitución en defensa del matrimonio, enmienda que según una encuesta de Gallup es apoyada por dos tercios de la base republicana. Finalmente, Perkins hizo notar a Frist que la defensa del matrimonio tendrá una importancia capital a la hora de decidir la candidatura republicana en las presidenciales de 2008. Conocedor de las bases conservadoras que dieron la victoria a Bush en 2004, Perkins ha señalado que ningún político que vote en contra de esta enmienda puede aspirar a la candidatura por el Great Old Party. Como destaca Barnes, esto supone un gran problema para el Senador John McCain, uno de los precandidatos republicanos para 2008. Bien visto por los “centristas”, últimamente se ha escorado a la derecha en cuestiones como impuestos o aborto, consciente de que debe ganarse a la base conservadora del partido. McCain ya votó en contra de la enmienda en 2004, y el mes pasado anunció en la cadena Fox que volverá a hacerlo en esta ocasión. En una entrevista a dicha cadena, afirmó lo siguiente: “Votaré en contra porque creo firmemente, en primer lugar, en la santidad de la unión de un hombre y una mujer, pero también creo que esta decisión debe quedar en manos de los Estados”. Esta postura es considerada inaceptable por los activistas pro-familia. La razón está en que el activismo judicial no permite dejar esta cuestión a lo que decidan los electores en los Estados. Es un hecho que éstos apoyan la definición del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. Treinta y siete Estados han promulgado leyes que impiden el matrimonio homosexual, diecinueve de ellos por referéndum. El problema son los jueces, que están anulando estas leyes. En respuesta, líderes de diferentes confesiones religiosas han formado una Coalición por el Matrimonio, Coalición que está llamada a tener un papel relevante en futuras contiendas electorales. Surgida de una iniciativa del catedrático de Princeton Robert George (el intelectual conservador más importante en estos momentos), la Coalición agrupa a los ocho cardenales norteamericanos (sea cual sea su etiqueta, “conservador” o “liberal”), a obispos de la Iglesia Ortodoxa y a dirigentes de la Convención Baptista del Sur y de la Asociación Nacional Evangélica, así como a destacados mormones. Ayer, Bush recibió a una delegación de esta Coalición, y –a pesar de la opinión en contra de su mujer- expresó públicamente su apoyo a la enmienda. Parece, por tanto, que la cuestión del matrimonio formará parte de la agenda política de cara a las elecciones del próximo otoño, y por supuesto será un test eliminatorio para quien quiera aspirar a la nominación por el Partido Republicano de cara al 2008. Epílogo para españoles:Recientemente, Zapatero le echó en cara a Rajoy que el PP carece de principios, poniendo precisamente como ejemplo que una eventual mayoría popular no se atrevería a derogar el matrimonio homosexual. Puede que Zapatero tenga razón, a pesar de que cerca de un millón de españoles se manifestaron en defensa del matrimonio y la familia hace ahora un año. En los cálculos de Génova la derecha social es insuficiente para obtener la mayoría necesaria para gobernar. Pero también es cierto que sin ella, dicha mayoría es imposible. Los conservadores norteamericanos han hecho saber a sus representantes que hay temas innegociables. Mientras la derecha social española no haga lo mismo, será un voto cautivo, Rajoy mantendrá las leyes antifamilia de Zapatero y éste estará en lo cierto al decir que el partido que representa a la base social conservadora carece de principios. ¿De qué servirá, entonces, echar a los socialistas del Gobierno? Publicado en American Review por Pablo Nuevo
06-06-2006 

 

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