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Políticamente... conservador

Derecha política, hoy

“Feminismos y derecha social”.

“Feminismos y derecha social”.

 

El pasado 21 de mayo de 2008 se celebró, en la Fundación Leyre de Pamplona, una nueva sesión de los “Talleres de realidad”. Dirigida por la Técnica de Igualdad Carmen González, se analizó el aparente choque entre feminismos y derecha social.

Al igual que en otras ocasiones, presentamos las siguientes conclusiones:

 

1)      El feminismo es plural, no singular. Casi tantos matices como mujeres.

2)      Contexto teórico inicial. Tres han sido las formas de relación entre los sexos: “Unidad e igualdad” (Platón, Renacimiento, Ilustración, Movimientos de emancipación); “Polaridad”, pero entendiendo a la mujer inferior al hombre (Aristóteles); “Complementariedad”, asimetría, dignos, no desiguales, no intercambiables, diferentes pero de igual valor.

3)      Contexto actual: fin del patriarcado en Occidente. Pero incluso en el patriarcado las mujeres han sido capaces de crear sus propios espacios de libertad.

4)      Feminismos actuales: de la igualdad, de la diferencia, ecofeminismo, cristiano, lesbiano, libertario… Y, en Navarra: el euskofeminismo.

5)      El drama del feminismo materialista mayoritario: ignoran la mediación del amor; no en vano, lo personal determinaría lo público. “Lo personal es lo político”, afirman. En suma “unas feministas que sonríen poco”.

6)      La potente “Teoría de género” es una categoría de análisis que ha desarrollado un feroz rechazo de la institución familiar; de lo que se  deriva la “deconstrucción” social y personal. Un feminismo radical asociado a la “cultura de la muerte”, cuando lo femenino es, por definición, vida, relación, protección de los débiles.

7)      En España tenemos un feminismo de Estado que presupone lo que las mujeres quieren y que se sirve de todos los instrumentos culturales y estatales para el desarrollo de sus políticas; ejemplo, “la discriminación positiva”. Y una política social muy concreta: la sustitución de parte del “trabajo tradicional no remunerado de las mujeres” por los servicios sociales y por los inmigrantes.

8)      Un feminismo positivo: el del tercer mundo. “Partir del si para relacionarse”. Las actividades de creación y recreación de la vida vertebran la convivencia y no pueden definirse como explotación, pues hay mucho de reciprocidad, también con el medio ambiente, y mucho de amor. Hay que diferenciar entre pobreza y miseria y de los procesos de desaparición de lo duradero por lo caduco y perecedero. Así, la tradición no siempre esclaviza, sino que permite mantener la dignidad de las personas a pesar de lo limitado de sus recursos.

9)      Hay feminismos ajenos a la izquierda y la derecha. Hay actuaciones feministas llevadas a cabo por la derecha y hay feminismos  incompatibles y totalmente combativos con la derecha.

10)  La derecha no ha respondido a la batalla cultural y política del feminismo: ni en el plano teórico, ni en el la acción política. No propone la política de cuotas, por ejemplo, pero tampoco la retira.

11)  La derecha social es considerada como doblemente enemiga por la inmensa mayoría del feminismo: por derecha y por machista, al considerar que está en contra del avance social en su reivindicación de la importancia de la familia.

12)  Casi todos los feminismos, también el de la diferencia, han sido devastadores para la familia tradicional. Las familias actuales ya no son patriarcales. Se establecen desde el amor y esa es su medida: el intercambio exige un compromiso que muchos hombres y muchas mujeres no están dispuestas o no saben llevar a cabo. La crisis de la familia tradicional no es mala, lo que es malo son las alternativas impuestas.

13)  Es muy duro el camino que estamos andando para formar la nueva familia del amor, la familia en la que maternidad y sus prácticas sean importantes, valoradas y protegidas. Una familia que es un ámbito de libertad para hombres y mujeres y no una dominación por parte de unos o unas o una eterna lucha de poder. La familia donde se negocia desde la disparidad y la asimetría. ¿Quien defiende ahora a la familia?, ¿a esta familia de la libertad y el amor? Está bien claro quien no la defiende. Por todo ello el feminismo y la derecha social si están relacionados.

14)  Cuidado con las perversiones y trampas del lenguaje: no hay cargas familiares, sino responsabilidades familiares; la paternidad “responsable” (un concepto que nace de la sospecha del hombre) debe relegarse por “paternidad” a secas. Otra propuesta concreta: hablemos de la familia sin el adjetivo de “tradicional”.

 

Pamplona, 22 de mayo de 2008

La derecha bufa

La derecha bufa

PENSÉ que el Régimen se conformaría con asignar a la derecha la sinecura del Ministerio de la Oposición Ad Aeternum. Incapaz de ofrecer una visión de la realidad alternativa a la que preconiza el Matrix progre, incapaz de impulsar ideas nuevas y de proponer una sensibilidad cultural distinta a la imperante, pensé que el destino de la derecha española sería languidecer por consunción, convertida en una decrépita casta de burócratas, hasta que el Régimen se decidiera a eutanasiarla. Las últimas semanas nos han servido para descubrir que el Régimen había asignado un destino todavía más cruel -o más acorde con sus merecimientos- a esta derecha inane, cual es el Departamento de Espectáculos Bufos. Todo Régimen que se precie debe proveer a sus lacayos de aceptables niveles de prosperidad y de diversiones que garanticen su holganza: panem et circenses, que decían los latinos. Puesto que la llamada -con eufemismo sarcástico- «desaceleración económica» no favorece el cumplimiento del primer objetivo, el Régimen tiene que emplearse a fondo en la consecución del segundo; y, para ello, echa mano del Departamento de Espectáculos Bufos, que desempeña su cometido con abnegación conmovedora.

 

Y ahí los tienen, haciendo el mamarracho, ensayando piruetas y volatines que, indefectiblemente, se rematan con una costalada, para mayor ludibrio del público. Entretanto, el Régimen prosigue sus estragos. El ministro Solbes anuncia, con muy socarrona pachorra, que la limosnilla de los 400 euros es el único remedio con que el Gobierno cuenta para combatir la «desaceleración»; pero la gente se queda tan pancha, porque el Departamento de Espectáculos Bufos la mantiene entretenida. El Tribunal Constitucional, convertido en una suerte de mamporrero del Régimen, evacua una sentencia que tuerce y retuerce hasta la inverosimilitud los principios jurídicos más elementales; pero la gente se queda tan pancha, porque el Departamento de Espectáculos Bufos la mantiene entretenida. Y así sucesivamente. El Régimen puede permitirse cualquier irresponsabilidad, cualquier abuso de poder, cualquier actuación negligente o dolosa, porque sabe que el Departamento de Espectáculos Bufos, que tiene servicio de guardia, correrá presto a distraer a los damnificados.

 

La derecha española es un campo de Agramante en el que los mezquinos, los felones, los advenedizos y los botarates compiten afanosamente por brindar la gracieta más chusca, el birlibirloque más grotesco, la necedad más estupefaciente. A José Solís, ministro de Franco, lo apodaron la sonrisa del Régimen; a esta derecha sonada podríamos motejarla, sin asomo de hipérbole, la carcajada del Régimen. Es de chiste que Aznar proclame que es necesario «contar con los mejores», cuando la responsabilidad originaria de que la derecha española se haya convertido en una olimpiada de mediocres es suya. Es de chiste que Rajoy pretenda ahora deshacerse de los enanos que se le han subido a la chepa, después de haber permitido durante cuatro años que esos mismos enanos le marcaran el camino; y quien alimenta un monstruo acaba más pronto que tarde sucumbiendo a sus dentelladas. Es de chiste que unos y otros apelen a los principios, cuando en realidad lo que hacen es denigrarse y aborrecerse de balde por cosas más vanas que el humo. Por no mencionar esas manifestaciones que ayer se convocaron ante la sede de Génova, birriosas en su concurrencia, pero ya magnificadas por los servicios de propaganda del Régimen, que ni en sus previsiones más halagüeñas hubiesen imaginado contar con un Departamento de Espectáculos Bufos que brindara tanta carnaza a las fieras.

 

Hace unas semanas, todavía podía discutirse si la permanencia de Rajoy era conveniente, o si era preferible que cediese el paso a otros. Ahora la permanencia de Rajoy, como su marcha, son hechos insignificantes; pues, en su abnegada vocación de bufonería, la derecha ha logrado que cualquier solución contribuya a agigantar el caos.

 

Nadie podrá negar que estos chicos de la derecha se ganan con creces el sueldo que cobran; convendría que el Régimen los recompensara con alguna limosnilla extra, aparte de los 400 euros que se dispone a repartir entre sus lacayos.

 

JUAN MANUEL DE PRADA

ABC, 25 de mayo de 2008

www.juanmanueldeprada.com

Vidal-Quadras le pone letra al silencio de Rajoy

Vidal-Quadras le pone letra al silencio de Rajoy

 

Varios miembros destacados del PP, como Aleix Vidal Quadras, Eugenio Nasarre o Santiago Abascal, han presentado una serie de enmiendas a la ponencia política del 16º congreso del PP. En ellas se rechaza la idea de que la “moderación” sea el eje del discurso del partido y se proponen políticas activas para preservar el espíritu de la Constitución y proteger el actual Estado de las Autonomías frente a las corrientes federalistas y laicistas. Estas enmiendas representan precisamente todo aquello que el marianismo quiere enterrar.

 

Desde que Mayor Oreja primero y María San Gil después advirtieron de que algo sustancial está cambiando en el ideario de Mariano Rajoy al frente del PP, todos los interesados rastrean sus discursos, sus intervenciones públicas, sus entrevistas, para tratar de encontrar pruebas irrefutables de esa mutación, pero el esfuerzo es en vano. La única prueba del delito sería unas pocas frases que alaban, de forma general, la capacidad de cambiar y adaptarse a los tiempos frente al inmovilismo. Por lo demás, el líder popular se defiende de las acusaciones: “yo no he cambiado mis principios y convicciones”.

 

Pero, desde hace algún tiempo, el problema de Rajoy no es lo que dice, sino lo que omite. Cada vez hay menos concreción en sus palabras. El contenido de lo que dice se estructura en torno a conceptos que aprobarían sin dudarlo todos los votantes del PP, pero también la inmensa mayoría de votantes del PSOE. Una buena muestra de ello está en la entrevista publicada ayer por ABC y El Correo, donde la única referencia que el presidente de los populares hace al contenido de sus convicciones políticas es que se trata de “principios que nos unen a todos, en los que todos estamos de acuerdo. Esos principios son la libertad, la igualdad, la solidaridad, la unidad de la nación española y la lucha contra el terrorismo”. Resulta difícil imaginar a cualquiera de sus adversarios políticos defendiendo, por el contrario, la falta de libertad, la desigualdad, la insolidaridad, la ruptura de España o la rendición ante los terroristas.

 

Es la de Rajoy una tendencia a la ambigüedad que comenzó con sus mensajes durante la campaña electoral y que se ha acentuado después del 9-M, y que inunda también el espíritu y la letra de los 25 folios de la famosa ponencia política para el congreso de junio, excepción hecha de los pasajes firmados por María San Gil, que fueron incluidos deprisa y corriendo como consecuencia del plante de la dirigente vasca.

 

Esta ambigüedad guarda un enorme parecido con la que Zapatero ha usado hasta la saciedad durante los últimos cuatro años al frente del Gobierno y tal vez aquélla como ésta tratan de disimular el verdadero vicio que se extiende entre los políticos españoles: el relativismo.

 

En el caso del PP, esta tendencia a modular los mensajes de forma que puedan ser respaldados de igual forma por la mayoría de los electores populares y socialistas responde al análisis que se ha impuesto en la dirección del partido tras la última derrota electoral. Según este diagnóstico, aquellas circunscripciones en las que la formación pierde votos de forma continuada (Cataluña y País Vasco, principalmente) son las únicas culpables del insuficiente resultado y en ellas sólo podría darse una recuperación a costa de robarle votos al PSOE. Lo más discutible es que la receta que los gurús que rodean a Rajoy plantean es la de parecerse lo más posible al zapaterismo y contagiarse de su pensamiento blando para lograr este trasvase de votos.

 

Según esta estrategia, se trataría de renunciar a las posiciones más originales que ha mantenido el PP en el pasado y que se refieren sobre todo a hacer frente de una forma activa a la llamada “Segunda Transición”, que se sustenta en una reforma del espíritu de la Constitución, pero no de su letra, para avanzar hacia un Estado más confederal y más laicista, debido sobre todo a la presión que ejercen los partidos nacionalistas y los lobbies de la izquierda radical.

 

Lo verdaderamente paradójico es que los mejores resultados electorales de la historia del PP en Cataluña y en el País Vasco se produjeron cuando esta formación era liderada por Aleix Vidal Quadras y Jaime Mayor Oreja, respectivamente, es decir, por dos figuras ahora marginadas por la actual dirección por haber mantenido precisamente un discurso políticamente incorrecto pero que conectaba con un mayor número de votantes al ser una alternativa clara y realista frente a las utopías del nacionalismo. Ahora algunas de esas tesis están siendo asumidas por otros partidos minoritarios que no hacen más que subir como la espuma en votos y militantes a costa de robárselos al PP.

 

En este sentido, tienen mucha importancia las enmiendas a la ponencia política que el propio Vidal Quadras y otros miembros del partido, como Eugenio Nasarre, Luis Fraga Vicente de la Quintana y Carlos Delgado, han presentado hoy. En ellas está todo aquello que Rajoy omite de manera calculada.

 

Ignacio Santa María

Páginas Digital, 26 de mayo de 2008

 

El Partido Popular: ¿un gigante con pies de barro?

El Partido Popular: ¿un gigante con pies de barro?

 

¿Qué está pasando en el Partido Popular? ¿Una crisis de liderazgo? ¿El desgaste inevitable ante una nueva “travesía del desierto”? ¿Un inesperado e incomprendido cambio de rumbo ideológico? ¿Meros enfrentamientos personales? Seguramente confluye algo de todo ello. Pero, creemos, hay mucho más.

 

Sea la que sea la precisa fórmula de los componentes de la crisis, se ha derrumbado uno de los mitos esgrimidos cíclicamente por los líderes populares: “el mayor partido de España”, “la militancia más numerosa de Europa”, “sus mujeres y hombres son el principal capital del partido”, etc.

 

Y decimos que se trata de un mito, pues no es un hecho que se pueda verificar; pues no es cierto. Acaso sí lo sea que son 748.000 cotizantes. Muchos. Pero de ahí a que sean otros tantos militantes hay un trecho muy largo… que nunca se ha recorrido.

 

De ser verídica y real, tamaña realidad militante habría eclipsado a los mismísimos Testigos de Jehová en el ranking de plastas castigadores de la ciudadanía española. Pero, dígame, ¿alguna vez le ha visitado en su casa un militante popular con afán proselitista? Tal vez conozca a alguno: en su trabajo, en el vecindario, entre sus familiares... Incluso puede que usted mismo, desconocido lector, sea de los que se manifiestan, en público y en privado, sin complejos ni falsos respetos, como un entusiasta militante popular… pese a no estar afiliado al partido.

 

Primera evidencia: un militante no es un simple afiliado. Ni un afiliado es un adherido sin más. Un militante no se limita a pagar una cuota; ni mucho menos a figurar en un listado como posible interventor en procesos electorales. Un partido de verdad no se hace sólo con cotizantes, ni con listados interminables de “socios”. Ni únicamente con marketing.

 

Existe, ciertamente, un modelo en crisis: un partido que carece de estructuras participativas, que elude los debates colectivos, que premia los juegos de salón de quienes aspiran a un cargo electo, que vive a espaldas de las necesidades reales de su base social, y que se mueve obsesionado por los análisis demoscópicos. Un partido que ignora sus afiliados. Una estructura muda e inoperante al servicio de los “líderes”. Sean quienes sean. Una macro oficina electoral, en resumen.

 

Si el partido estuviera vivo, en el contexto actual, se habrían multiplicado los signos de alarma: las peticiones de explicaciones y debate, las iniciativas locales y sectoriales, los manifiestos y las propuestas. Pero nada, repetimos, nada de eso se ha producido. Alguna dimisión, ciertas bajas relevantes, apenas una manifestación ridícula… Y muchas declaraciones públicas más bien crípticas. Poco ciertamente; muy poco. ¡Qué gran misterio!

 

Se dirá que los militantes populares están poco implicados en la vida del partido. Pero, ¿no se trataba de una militancia ejemplar?

 

Veamos qué afirma El Mundo en su edición del 25 de mayo. En el proceso electoral de los 2.500 compromisarios, para el próximo congreso nacional en Valencia, apenas habrían participado un 3’67% de los afiliados. ¿Por qué? ¿Acaso son en su inmensa mayoría unos pasotas? ¿No será, por el contrario, que ni se estimula, ni se favorece, ni se facilita su participación real en la toma de decisiones y en la vida del partido?

 

Un partido debe sumar esfuerzos, no neutralizarlos. Debe suscitar vocaciones a la política, no espantarlas. Debe dialogar e interactuar con los agentes sociales, no despreciarlos. Debe escuchar a la sociedad, no suplantarla. Debe fomentar y facilitar iniciativas, no ahogarlas; tampoco controlarlas.

 

Y no sirve afirmar que las “políticas de valores” sean percibidas temerosamente por la sociedad como actitudes “ultras”. Es más, desde una identidad definida y sin complejos existe menos miedo, al diálogo y al encuentro con “el otro”, que desde la indefinición. Por ello, una política de valores, enraizada en el pueblo, o en sectores significativos del mismo, funciona mejor cuanta más democracia interna, más participación, y mayor transparencia caracterizan a un partido político. El que sea.

 

Ya sabemos que los partidos activistas, alimentados por militantes entregados, son un modelo del pasado. ¿Quién se acuerda, ya, de aquellos pesados militantes, de todos los colores, que nos sermoneaban en la tan añorada Transición? Pero ello no implica que se tengan que reducir a sindicatos oligárquicos de intereses, dirigidos por una minoría que manipula estatutos y números, en aras de su promoción y permanencia indefinida en el mando. Eso sí, bajo una verborrea pseudo democrática, aunque políticamente correcta. Con gesto serio, traje y corbata, palabras y palabras.

 

La derecha social, plural por naturaleza, activista por vocación y necesidad, popular por origen y pertenencia, quiere un partido popular de verdad. Y, ahora mismo, el Partido Popular no parece que lo sea. ¿Llegará a serlo? Si la crisis lo propiciara, bienvenida sea. Si hay crisis, hay vida.

 

Fernando José Vaquero Oroquieta

Diario Liberal, 26 de mayo de 2008

Iros a hacer puñetas

Iros a hacer puñetas


La cosa está muy mal en el PP. Se veía venir. Dicen los más viejos del lugar que es la mayor crisis desde su refundación; desde que Aznar se hiciera con las riendas de la añeja AP. Es evidente. Pero lo peor de todo es que la causa en sí del hoyo en el que se halla sumido el centro derecha, no cabe achacarla en esencia a una derrota que, sin ser dulce, no fue tan catastrófica como lo están siendo sus consecuencias. Ni siquiera puede atribuirse en exclusiva a un Rajoy que, ya lo dijimos en su momento, no lo tuvo demasiado difícil: pudo marcharse, dejando un buen sabor de boca, pero no se fue; debió dejar el testigo en manos del partido y no lo hizo. Sin embargo, sería injusto atribuirle toda la responsabilidad.

Si algo ha dejado patente el presidente del PP a lo largo de los años es que no es un líder. Ni lo fue antes, ni lo es ahora, ni lo será nunca. Por mucho empeño que ponga en intentar demostrarlo. Por mucho que traten de convencernos de ello sus eximios palmeros. Definir -Soraya dixit- como un ejercicio de autoridad, la política de ordeno y mando que Rajoy está imponiendo en el PP en los últimos tiempos, es un eufemismo inadmisible para un partido que se autoproclama democrático. Pues no es rasgo de autoridad cercenar el derecho a disentir de la opinión del líder; o abocar a la marginación a quienes legitímamente invocan la necesidad de un debate. A eso se le puede calificar como autoritarismo. Despotismo incluso. Pero no autoridad.

Tiene guasa que sean precisamente los "amigos" de Rajoy quienes hablen de autoridad, cuando hoy, y gracias a ellos, la anarquía campa por sus respetos en la formación que mal dirigen. Porque a nadie se le oculta que Rajoy es el máximo responsable de lo que sucede. Cierto, pero no el único. Si alguien entre sus correligionarios, hubiera alzado la voz cuando éste les comunicó que se quedaba, las cosas no hubieran llegado a este punto. Pero se callaron. Nadie dijo nada cuando invocó el nombre de España para no dejar la poltrona. Nadie. Muy por el contrario, todos asintieron. Y le colmaron de elogios públicos, cuando en privado decían otra cosa. De esos polvos, estos lodos. Hoy Rajoy ya no apela al nombre de España para continuar. Tampoco lo necesita. Si sigue -así lo dice- es porque muchos compañeros se lo han pedido. Y ese es el peligro. Creerse imprescindible, acreedor absoluto de la verdad, desoir la realidad de la calle.

La impresión es que el equipo de Rajoy no es tal equipo. Se asemeja más bien a una corte de aduladores sin otro fin que el de colmar con halagos todas y cada unas de las decisiones de su líder. Aunque no lo consideren su líder; aunque no crean en él. Pues si lo hicieran, no se limitarían a celebrar, dando palmas con las orejas, todo lo que dice, o todo lo que hace Rajoy. No aplaudirían su proverbial intransigencia, sino que le aconsejarían entendimiento. Pero no les interesa. Con sus lisonjas, inoculan en Rajoy la idea de que repartiendo mandoblazos a diestra, acabará erigiéndose en el líder que pretende ser y no es. Omitiéndole una realidad: que sin la derecha, el PP nunca volverá a ganar elecciones. Sencillamente porque es en esa derecha social que tanto desprecian, y de la que abominan una y otra vez, donde se encuentran los más incondicionales de sus votantes. Paradójica y, diría, que hasta incomprensiblemente.

Bien saben los denominados barones del PP que, por ese camino conducen a Rajoy al precipicio, condenando al PP a una incierta travesía por el desierto de la oposición. Pero qué les importa. Al fin y al cabo ¿no es eso lo que pretenden? ¿Descabezar al partido, para ocupar su lugar? Pudieran haberlo conseguido aconsejando a Rajoy que no siguiera; o presentando una candidatura alternativa. En definitiva, dando la cara. Pero no. Prefieron la vía más sutil, la más perversa, y quizás la más efectiva. Matar a Rajoy a besos.

Ciertamente, la crisis del PP, es una crisis de proyecto, de ideas, de insuficiencia democrática, pero no provocada por la falta de proyecto, de ideas, o de democracia, sino por la falta de poder. No de ese Poder con mayúsculas, necesario, inherente a la política, sino a ese otro más reptiliano, de alcantarillas, ese que usan quienes quieren pero no pueden aspirar al primero. Lo que se está dirimiendo en el PP en estos momentos no es este o aquel proyecto, estos valores o aquellos; ser socialdemócrata, liberal o conservador. Además, este punto ya lo dejó claro Rajoy: "Somos populares y punto", aunque nadie nos explique qué significa, en términos de ideas, eso de ser popular ¿Para qué? ¿Acaso no es suficiente conque les votemos? ¿Para qué pensar? ¿No piensan ellos por nosotros? No, nada de eso se debate hoy en el PP. Lo que importa, lo que prima sobre todo ahora es chupar. Hasta que el cuerpo aguante, que aguantará. O hasta que aguanten los votantes. Que aguantarán. Contra toda razón. Y contra toda lógica. Incomprensiblemente.

No se qué pensará el lector. Yo a los dirigentes del PP le diría muchas cosas. Pero hoy y ahora las podría resumir en cuatro palabras: Iros a hacer puñetas.

Óscar Rivas Pérez
http://www.elconservador.com/45/iros.html

Los tres invitados más incómodos e inevitables al Congreso de Valencia

Los tres invitados más incómodos e inevitables al Congreso de Valencia

 

Gianni Alemanno ha vencido las elecciones municipales en Roma, y será su próximo alcalde, en sustitución de Walter Veltroni. El líder de la izquierda italiana no sólo ha fracasado con su "zapaterismo", sino que ha perdido su baluarte político en la capital, que Francesco Rutelli ha sido incapaz de conservar. La noticia no solo tiene una lectura italiana –la derecha plural de Silvio Berlusconi y de Gianfranco Fini completa así una victoria histórica e inapelable, como no se recordaba en muchas décadas- sino que puede ayudar al PP español en sus actuales cuitas.

 

Una derecha realista y sin complejos

 

53´66%: no hay dudas sobre qué alcalde prefieren los romanos, después de décadas de administraciones de izquierdas. Gianni Alemanno ha vencido hablando a la gente de soluciones concretas a problemas reales. Los taxistas lo aclaman porque hace falta un Ayuntamiento fuerte para ordenar el tráfico más caótico de Europa. Los vecinos de los barrios saben que sólo un hombre sin complejos puede darles seguridad frente a los delincuentes, aunque hagan falta veinte mil expulsiones de inmigrantes. Así que realismo y pragmatismo funcionan bien en su receta.

 

Alemanno, en medio de los festejos, ya ha anunciado que gobernará para todos. Su mayoría y la legislación italiana le permitirían no hacerlo, y desde luego tanto Rutelli como Veltroni ya lo han demostrado, tomando a los romanos durante décadas como rehenes de otras ambiciones, y usando la ciudad sólo como escaparate de sus futuras metas. Pero Alemanno es heredero de una tradición política que, aunque evidentemente de derecha, le hace valorar la unidad, la cohesión y la identidad fuerte del pueblo por encima de otras consideraciones. Dicho por él no es ni un eslogan ni una cursilada: gobernará para todos los romanos y hará de Roma otra vez un lugar central para la unidad de su país y de Europa.

 

Una derecha nacional, cristiana y popular antes que liberal

 

La campaña de la izquierda ha sido casi tan sucia como necias están siendo las primeras reacciones en España. Efectivamente, Alemanno es de derechas. Ha sido dirigente del Fronte della Gioventù (ahora Azione Giovani: Nacho Uriarte se encontrará con sus sucesores en las próximas reuniones europeas), que no era exactamente una ONG de niños pijos. Su suegro es Pino Rauti, histórico dirigente neofascista y ex secretario general del MSI. Su mujer es Isabella Rauti, una de las primeras feministas de la derecha europea. Lleva un colgante con una cruz céltica, en recuerdo de un amigo muerto en los "años de hierro" de la violencia comunista, y no ha tenido empacho en enseñarla ante las cámaras de televisión. Es católico, por un lado, y uno de los últimos jóvenes que conocieron a Julius Evola, por otro. Como el barón, es montañero. Y a pesar de un perfil identitario tan claro el líder de la Derecha Social ha ganado las elecciones.

 

¿A pesar? El centroderecha italiano ha aprendido de José María Aznar la importancia de una buena organización unida y jerarquizada; pero ahora toca que el centroderecha español aprenda que el monocultivo del marketing y del libertarismo no basta. Ya no. Para ofrecer soluciones atrevidas y para pedir sacrificios a la gente hay que obtener su confianza. Y la confianza es personal: se tienen que fiar de uno, de su identidad, de su identificación con el país. Porque el país es Patria, mucho más que una empresa y una contabilidad, y su personalidad vale mucho, más incluso que las comodidades individuales. Vistas así las cosas, cuanto más sólidos sean la identidad y el patriotismo de uno mejor le podrá ir en las urnas.

 

En junio, en Valencia, hará falta que el PP busque modelos. Berlusconi ha gestionado de manera brillante su imagen. Gianfranco Fini ha regido con éxito impensable su partido. Alemanno ha capitalizado la identidad de éste con una victoria que pocos esperaban. El PP ya les ha enseñado lo que sabía. Ahora les toca a ellos. 

 

Pascual Tamburri

El Semanal Digital, 29 de abril de 2008

Que le den morcilla al PP

Que le den morcilla al PP

 

Novedad de novedades: guerra ideológica en el PP. Pero, ¿de verdad se trata de ideas? ¿Alguien sabría decir exactamente dónde está la diferencia “ideológica” entre Rajoy y Esperanza? ¿La libertad de mercado, la política exterior, el aborto, la libertad de enseñanza, la familia, la limitación del Estado autonómico, la inmigración? No: lo que tenemos delante es, una vez más, una lucha personal de poder que, por otro lado, implica a las correspondientes huestes mediáticas, económicas, etc. Y la derecha social, huérfana. Es hora de romper amarras.

 

No hay realmente un debate ideológico. Eso no quiere decir que no se esté ventilando algo importante. Santiago Abascal acaba de recordarlo con claridad: “Hay tres debates abiertos en el PP: el de las personas, el de las etiquetas ideológicas, y el de qué hacer frente a la consolidación del cambio de régimen en España”. Hace ya varios años (al menos desde 2006) que algunos señalamos dónde estaba la grieta que iba a separar a la derecha: en el proceso de cambio en profundidad que Zapatero estaba y está desatando en España. Ante ese cambio, que presenta implicaciones al mismo tiempo políticas, sociales y culturales, unos iban a estar a favor de la corriente y otros contra ella. Rajoy, en principio, estaba contra ella, frente a la posición más acomodaticia de determinados “barones” del PP. Ahora, después de la derrota electoral y de que diversos centros de poder hayan hecho saber a Rajoy cuán interesados están en que “acabe la crispación” (o sea, la oposición), parece que don Mariano bascula hacia la corriente, lo cual deja en el lado contrario a algunas otras personas; por ejemplo, a Esperanza Aguirre, que de rebote encuentra aquí una posibilidad de liderazgo que en otras condiciones no tendría.

 

El vacío ideológico del PP

 

Esta posición sólo vagamente tiene que ver con cuestiones de orden doctrinal. La división de campos entre liberales (“esperancistas”) y centristas (“marianistas”) puede resultar útil como forma de orientarse en el jardín, pero hay que apresurarse a subrayar que es completamente artificial. No hay propiamente una disputa de carácter ideológico en la actual guerra del PP, como, por otra parte, no la ha habido nunca al menos desde 1982 en la vieja AP. Esperanza Aguirre habla de “debate de ideas”, pero jamás se le ha oído formular ninguna; en realidad sus ideas son las que le fabrican otros, lo cual es perfectamente legítimo, pero disminuye el valor de la presidenta madrileña como representante de una plataforma ideológica concreta. En cuanto a Rajoy, nunca se ha caracterizado por su afición a las estructuras conceptuales, y lo mismo puede predicarse, con más razón, de sus acólitos. El equipo de Rajoy, como antes el de Aznar, está compuesto por personas cuya carrera política no se subordina a proyectos ideológicos, sino a la escalada de puestos de poder en una estructura cerrada.

 

Semejante ausencia de nervio ideológico no es de ahora, sino que ha ido convirtiéndose desde hace tiempo en una seña de identidad del PP. Las causas son diversas. El Partido Popular, como antes Alianza Popular, no ha querido hablar nunca de ideología porque es perfectamente consciente de su pluralidad. En la derecha política española confluyen un conservadurismo que se remonta a finales del XIX, un liberalismo definido según unas u otras influencias a lo largo de decenios y un cristianismo político que debe tanto a la democracia cristiana moderna como al tradicionalismo clásico español. Esa es la realidad, y con ella no es fácil construir una doctrina que actúe a modo de columna vertebral ideológica. En todo caso, el PP nunca lo ha intentado –más aún: siempre ha mirado con malos ojos que se intentara.

 

Hay otra razón de peso, menos presentable: el miedo, la falta de convicción. A Génova le gusta ocultar su humus ideológico porque cree que así el partido parecerá más “moderno” a ojos de un electorado doctrinalmente huérfano. En vez de tomar la iniciativa en materia ideológica, el PP siempre ha preferido pastelear con “lo que hay”, y lo que hay es el monopolio ideológico de la izquierda. Siempre se ha creído en la calle Génova que el PP no debía dar la batalla de las ideas, porque ese campo ya era del enemigo, sino que había que adaptarse a la situación dominante. Así el discurso del PP, en muchos aspectos, se ha convertido en un “bueno, sí, pero sólo un poquito”: un poquito progresistas, un poquito modernos, un poquito igualitarios, un poquito nihilistas… un poquito memos, en fin, porque, si lo que la derecha va a defender es lo que la izquierda va imponiendo, ¿para qué hace falta la derecha?

 

Y la gente de derecha, ¿qué?

 

Es verdad que hoy existe una actividad cultural y social “de derechas” como no la ha habido nunca en España desde 1980. Pero es especialmente importante subrayar que toda esa actividad ha crecido al margen del PP y, frecuentemente, contra él o a pesar de él. Los autores que han rectificado la torcida visión izquierdista sobre la guerra civil y el franquismo, las asociaciones que han dado fuerza a la reivindicación social en materias como la libertad de enseñanza, las editoriales que se han desmarcado del plúmbeo “progresismo” oficial, las webs de oposición al zapaterismo… Todo eso ha surgido sin el menor respaldo financiero o político de un PP que controla abundantes presupuestos en numerosas provincias de España pero que, al contrario que el PSOE, siente pavor a gastar un solo duro en nada que pueda parecer “comprometido”. Si hoy tenemos derecha en España, es a pesar del PP.

 

La incapacidad y la torpeza de ese monstruo burocrático que es el Partido Popular debe hacer reflexionar a quienes se sienten de derecha, a esa “derecha social” cuya aparición es tal vez la novedad mayor de los últimos años en España. Esa derecha social no puede identificarse con toda la gente que vota al PP, pero sí con el núcleo más convencido y más activo del electorado popular; tampoco toda la derecha social ve al PP con buenos ojos, pero, en todo caso, sí lo reconoce como la única alternativa frente a la izquierda. Pero es precisamente esa convicción lo que ahora empieza resquebrajarse –por culpa del propio PP.

 

Antes de las elecciones del 2004, la derecha social pensaba que el PP le sacaría las castañas del fuego. Después de 2004, fue la derecha social la que le sacó las castañas del fuego al PP, al llevar la oposición a la calle. Ahora, después de las elecciones del 2008, la derecha social tiene que prescindir del PP. Todos los grandes asuntos que preocupan a la base política y social del PP no despiertan el menor interés en la calle Génova. Ni la imposición de la asignatura Educación para la ciudadanía, ni el escándalo continuo de una ley sobre aborto permanentemente vulnerada, ni la marginación de la asignatura de religión en las escuelas, ni la ruptura de la unidad cultural de España, ni el peso ya insoportable de una inmigración innecesaria, ni el deterioro de la familia como institución social… Nada de todo eso tiene importancia para una burocracia partitocrática cuyos horizontes se sitúan más bien en la pura gestión de un orden social creado por otros –por la izquierda-, una burocracia que sólo entiende el discurso político como una amalgama de propuestas de orden económico y que ha renunciado, por complejo o por ignorancia o por las dos cosas a la vez, a articular un proyecto comunitario reconocible.

 

Ha llegado el momento de que la derecha social se emancipe de la derecha política. Debe ser ella, y ya no el PP, quien marque la agenda de la reivindicación y de la oposición. De lo contrario, tendremos zapaterismo para muchos años y, lo que es peor, Zapatero culminará sin resistencias su proyecto –profundamente nihilista- de transformación social, cultural y política de España.

 

José Javier Esparza

El Manifiesto, 22 de abril de 2008

Gianfranco Fini coloca a una marroquí como diputada en el Parlamento italiano

Gianfranco Fini coloca a una marroquí como diputada en el Parlamento italiano

 

No sólo la izquierda ‘trabaja’ a favor de los musulmanes o de la entrada de Turquía en la UE. A veces es la propia derecha. Así ha sido en Italia. ‘Gracias’ a Fini ya hay una diputada marroquí en el Parlamento. La noticia la ha dado la agencia marroquí con alegría.

 

Nicolás Sarkozy nombró a una marroquí como ministra de Justicia. El PSC de Cataluña tenía un diputado marroquí en el Parlamento autonómico. Y ahora otro súbdito del sultán Mohamed VI ha entrado en las instituciones democráticas europeas.

 

Una marroquí ha ganado un escaño en el Parlamento italiano, tras la victoria de la coalición Pueblo de las Libertades, dirigida por Silvio Berlusconi. Se trata de Suad Sbai, activa en el ámbito asociativo, que se presentó en la lista del  partido de Alianza Nacional, dirigido por el ex ministro de Exteriores Gianfranco Fini, aliado de esta coalición.

 

Conocida por sus acciones en favor de la promoción de las condiciones de las mujeres emigrantes en Italia, Sbai, quien llegó a Italia en los años 80, es presidenta de la asociación de las mujeres marroquíes en la red asociativa italiana. También presidió la confederación de los marroquíes en Italia, antes de dimitir para dedicarse a la campaña electoral.

 

Doctora en derecho y titular de un diploma en filosofía tras sus estudios universitarios en Roma, Sbai dirige el centro cultural Averroes, así como un mensual marroquí arabófono dedicado a las cuestiones de los inmigrantes árabes en Italia. Madre de dos hijos, Sbai es miembro del Comité religioso consultivo iniciado por el ministro italiano del Interior en el anterior Gobierno de Berlusconi.

 

Poco a poco, los musulmanes y, sobre todo Marruecos, están poniendo a Europa a su servicio. Nuestros políticos hacen cualquier cosa para ganarse sus votos.

Gianfranco Fini coloca a una marroquí como diputada en el Parlamento italiano

Publicado el 17 Abril, 2008 Publicado en la sección Actualidad |

 

No sólo la izquierda ‘trabaja’ a favor de los musulmanes o de la entrada de Turquía en la UE. A veces es la propia derecha. Así ha sido en Italia. ‘Gracias’ a Fini ya hay una diputada marroquí en el Parlamento. La noticia la ha dado la agencia marroquí con alegría.

 

Nicolás Sarkozy nombró a una marroquí como ministra de Justicia. El PSC de Cataluña tenía un diputado marroquí en el Parlamento autonómico. Y ahora otro súbdito del sultán Mohamed VI ha entrado en las instituciones democráticas europeas.

 

Una marroquí ha ganado un escaño en el Parlamento italiano, tras la victoria de la coalición Pueblo de las Libertades, dirigida por Silvio Berlusconi. Se trata de Suad Sbai, activa en el ámbito asociativo, que se presentó en la lista del  partido de Alianza Nacional, dirigido por el ex ministro de Exteriores Gianfranco Fini, aliado de esta coalición.

 

Conocida por sus acciones en favor de la promoción de las condiciones de las mujeres emigrantes en Italia, Sbai, quien llegó a Italia en los años 80, es presidenta de la asociación de las mujeres marroquíes en la red asociativa italiana. También presidió la confederación de los marroquíes en Italia, antes de dimitir para dedicarse a la campaña electoral.

 

Doctora en derecho y titular de un diploma en filosofía tras sus estudios universitarios en Roma, Sbai dirige el centro cultural Averroes, así como un mensual marroquí arabófono dedicado a las cuestiones de los inmigrantes árabes en Italia. Madre de dos hijos, Sbai es miembro del Comité religioso consultivo iniciado por el ministro italiano del Interior en el anterior Gobierno de Berlusconi.

 

Poco a poco, los musulmanes y, sobre todo Marruecos, están poniendo a Europa a su servicio. Nuestros políticos hacen cualquier cosa para ganarse sus votos.

 

Minuto Digital, 17 de abril de 2008