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Políticamente... conservador

“Zapatero sabía muy bien a dónde iba a ir desde que llegó al poder. Sigue un rumbo muy claro”

Entrevista de Cristina López Schligting  con Fernando de Haro, director de Páginas Digital, a propósito de la publicación de su libro Zapatero, en nombre de nada.

Zapatero, en nombre de nada relata dos años en el que los cambios en España se producen a un ritmo vertiginoso. Si nos lo cuentan hace dos años, nos parecería mentira.

Sí, en estos dos años han cambiado muchas cosas en España. En cierto modo, se ha refundado o se ha cambiado el consenso constitucional del 78 y los parámetros de nuestra convivencia. Los lectores que quieran echar una mirada hacia atrás, que quieran revisar lo que ha sucedido, que quieran fijar la memoria y recrear todo lo que ha cambiado pueden tener un buen instrumento con este libro. Porque si no, todo pasa tan rápido que nos vamos olvidando de todo lo que ha ido cambiando. Y realmente han cambiado muchas cosas. Ha cambiado el sistema educativo, ha cambiado el modelo de convivencia familiar, ha cambiado el modelo territorial, ha cambiado la política antiterrorista, ha cambiado nuestra política internacional… Han sido dos años vertiginosos y el repaso de cada uno de los acontecimientos nos puede ayudar a mirar bien las cosas, porque si no vivimos atropelladamente de cambio en cambio, de reacción en reacción, y de vez en cuando conviene tomarse un poco de sosiego y mirar.

Zapatero llega al poder impulsado por el atentado del 11-M y se encuentra en un puesto que parece que le pilla de improviso. Sin embargo, al cabo de estos dos años, uno tiene la sensación de que ha habido una cuidadosa planificación de lo que ha sido la elaboración del contacto con los nacionalismos periféricos, la exclusión del PP, la génesis del Estatuto de Cataluña, la promesa de un estatuto paralelo en el País Vasco y la tregua de ETA. ¿Ha sido una cuestión improvisada, tal y como parecen indicar los datos electorales, o ha sido todo fruto de un plan minucioso?

La sensación al principio era que Zapatero no sabía muy bien a dónde iba. Pero ahora, con dos años de perspectiva, que no son muchos pero son suficientes, uno ve que hay unas líneas básicas con un proyecto muy claro. Él sabía hacia dónde iba. Por ejemplo, él iba a refundir el consenso constitucional. La transición fue un periodo bonito, bueno para la historia de España, en el que los líderes de España supieron sacar lo mejor de la sociedad española y crear un cierto proyecto de unidad entre la izquierda, la derecha, el centro. Pues bien, hay una línea que hace evidente durante estos dos años que el proyecto de Zapatero es que esa unidad básica se destruya, que ese consenso en lo fundamental desaparezca. En contra de lo que suelen hacer los líderes de las democracias anglosajonas, la británica o la estadounidense, que convierten a la oposición en una institución de gobierno, Zapatero ha construido una forma de gobernar en la que habría que quitar del medio a la oposición. Ésa es una línea básica y ese proyecto está ahí. Hemos tenido dos intermedios en este proceso de arrinconar a la oposición. Uno fue enero de 2005, cuando se reunieron Rajoy y Zapatero y parecía que iban a ponerse de acuerdo para reformar los estatutos, pero aquello saltó por los aires. Y ahora hemos tenido un pequeño intervalo, que ha sido esta reunión en Moncloa que ya veremos hasta dónde llega. Pero por lo demás el proyecto es preciso: hagamos de nuevo del PP un partido incapaz de ser percibido como partido de gobierno. Hagamos otra cosa, una revolución, una nueva ciudadanía. Inventemos nuevos derechos civiles, hagamos una política social que en realidad no necesita recursos, no es para dar de comer a los pobres, no es para integrar a sectores marginales, sino una política social que inventa nuevos derechos: los derechos de las personas homosexuales a casarse, que la bioética no tenga limitaciones, etc.

Cosas llamativas pero que no cuesten dinero.

Y que además pongan patas arriba la tradición socialdemócrata, demócratacristiana y liberal. Inventar una nueva ciudadanía es un nuevo eje. Luego hay otro nuevo eje que es la redefinición del Estado. En este libro se recorren los pasos que va dando el Estatuto de Cataluña, que parecía hartísimamente improbable en cada una de sus fases. En el Parlament, en realidad, el Estatut no iba a salir adelante, no había manera de ponerlos de acuerdo. Es sólo porque interviene Zapatero por lo que se consigue que el Estatut salga del Parlament. Llega a Madrid y parece que tampoco va a prosperar, pero Zapatero interviene directamente para que ese estatuto salga adelante. Otro eje fundamental es la política internacional: deshagamos todo lo que se había hecho hasta ahora, deshagamos el pacto atlantista, y construyamos una política internacional cerca de líderes populistas como Evo Morales o Fidel Castro. Hay tres o cuatro ejes que se van ejecutando al milímetro, por lo que no se puede decir que la política de Zapatero sea una política de a tontas y a locas ni una política de circunstancias. La dirección está clara.

Habría que preguntarse de dónde sale este hombre. Tiene 45 años, no anda muy lejos de nosotros, para quienes la Guerra Civil es algo propio de los libros de historia, tan alejada en el tiempo como la Primera Guerra Mundial o la Segunda, y desde luego nada que constituya un ímpetu cotidiano. Por el contrario, este Zapatero parece hecho de otra pasta. ¿Es una nostalgia, es una formación intelectual…? ¿Qué es lo que le mueve en esta dirección?

Zapatero no tiene un pensamiento político sistemático, desarrollado. Es difícil ir desde la apariencia hasta el fondo. Yo lo he intentado con varios discursos: con las juventudes socialistas, en la ONU, en la Asamblea francesa… No estamos ante un cuerpo de pensamiento, pero hay varias influencias que pueden dar una respuesta. Por ejemplo, es muy importante la influencia de un socialismo laicista, encarnado especialmente en Gregorio Peces Barba. Es muy importante, por ejemplo, el libro recién publicado de Peces Barba, La España civil, donde se dice que España nunca podrá ser civil realmente, nunca podrá ser democrática, mientras haya un partido como el PP y mientras haya una iglesia como la Iglesia católica en España. Ésa es una de las vetas que está muy presente en el pensamiento de Zapatero, que es un pensamiento laicista y a la vez relativista. Tiene un encuentro con las juventudes socialistas muy interesante en el que les explica: no es la verdad la que os hace libres, contradiciendo la máxima evangélica, sino que es la libertad lo que os hace verdaderos. Es una frase que toma claramente de Peces Barba, defendiendo un absoluto relativismo. No existe verdad, es lo que con nuestra libertad nosotros construimos lo que es realmente verdadero. Hay otro pensamiento post-sesentayochista. En toda Europa, después del 68, hay una serie de movimientos sociales e intelectuales que piensan que hay que acabar con la tradición, con los valores que hasta ahora han fundamentado Occidente, tanto para la socialdemocracia como para los liberales. Y Zapatero participa de ese pensamiento que quiere destruir, deconstruir toda la tradición occidental, la pone en sordina. Otro elemento fundamental es la forma en la que afronta el problema gravísimo del terrorismo. Hay una forma de entender este problema que dice que los terroristas nunca están justificados. Sin embargo, en este pensamiento que deconstruye la tradición occidental, dice: no, algo habremos hecho, que es el título del libro de José María Calleja recientemente publicado. Si nosotros hemos sido víctimas de un atentado, es que Occidente tiene la culpa. Para empezar, Occidente siempre es culpable de algo. Entonces está justificado que le golpeen, que sea víctima. Otra es una veta completamente revanchista, que pretende reescribir la historia de España, reabrir las heridas de la Guerra Civil para reescribir la Transición. Porque a Zapatero no le gusta cómo se hizo la transición en el 78, no le gusta esa reconciliación y quiere reescribir de nuevo la historia, probablemente para que ese consenso constitucional del 78 se vuelva a hacer de otra manera. Hay otro elemento fundamental, que es del que toma título el libro, Zapatero, en nombre de nada. Es una corriente cultural que domina en este momento en Europa. Una corriente que no reconoce nada objetivo, todo es lo mismo, todo vale igual, y que inventa unos nuevos derechos: todo lo que yo deseo, tengo derecho a ello, aunque no esté en la naturaleza de las cosas, aunque objetivamente no se corresponda con el modo en que las cosas son. Yo me invento, en nombre de nada, una nueva ciudadanía. Son como jirones. Más que un pensamiento, yo diría que son actitudes vitales. Son elementos que no configuran un corpus de pensamiento, pero ¿cómo alguien de nuestra generación gobierna de esta manera? Estas cuatro o cinco claves pueden ayudarnos a entenderlo y lo que está claro es que es una mentalidad radical, que no recibe como herencia las aspiraciones que había tenido hasta ahora el socialismo.

Este libro, aparte de artículos y análisis, comprende toda una serie de entrevistas muy interesantes con Javier Arenas, Josep Piqué, Enrique Múgica, María San Gil o Monseñor Fernando Sebastián.

Por ejemplo, Enrique Múgica, que has mencionado. Un socialista clásico, un socialista tradicional, y en un momento dado hace una crítica a la política que está llevando a cabo Zapatero porque dice: “esto no es lo que nosotros creamos en Suresnes”. Suresnes es el famoso congreso en el que los socialistas se refundan y dan un paso hacia un nuevo partido, que es el que gobierna España durante toda la época de Felipe González.

Es el que rompe con la tradición marxista más tradicional y entra en la cuestión del eurosocialismo de la mano de Felipe González.

Exacto. Sin embargo, Múgica, que es uno de los artífices de ese giro, dice no reconocer a este hijo, que esto no es socialismo, que esto es otra cosa. Y Alejandro Llano lo dice también. Esto no es el socialismo que hemos conocido, esto es otra forma de pensar las cosas. Por ejemplo, no interesa tanto el proyecto común de una sociedad más justa; interesan sobre todo los nuevos derechos individuales, pensados, creados al capricho de cada uno. El proyecto común, que es lo que hace nacer el socialismo, ya no está presente en Zapatero.

El laicismo, has subrayado en tu libro, es uno de los elementos fundamentales de esta radicalidad de Zapatero.

Ahí el pensamiento de Peces Barba es fundamental, y está basado en algo que no corresponde a la verdad. Zapatero, porque Peces Barba lo dice, piensa que la Constitución del 78 es una anomalía. El artículo 18 es el que reconoce el peso social que tiene la Iglesia. Y Peces Barba dice que esto es una anomalía. El fenómeno religioso, el fenómeno católico, mayoritario en España, tiene que ser algo que no tenga dimensión social ni pública. Y ésta es una especie de obsesión que Zapatero, creo que influenciado especialmente por Peces Barba, repite continuamente. Él, en el Congreso, repite mucho una frase: “la fe no se legisla”, oponiéndose a una formulación que nadie ha hecho, que está sólo en su imaginación. Nadie pretende en España legislar la fe, nadie quiere imponer la fe. Es evidente que la Iglesia española ha hecho claramente la transición, sabe perfectamente que ésta es una sociedad democrática; simplemente dice: reconozcamos la dimensión social que, como cualquier cuerpo, tienen los creyentes en la fe. Y sin embargo él continuamente está en debate, rebatiendo no lo que dice la Iglesia sino lo que él piensa que dice la Iglesia. Es una imagen que tiene de una iglesia que, según él, pretende imponer unas convicciones, cuando en realidad lo que está reclamando es un espacio de libertad.

De las grandes entrevistas que recoge este libro, un pensamiento, una palabra que pudiera incitar a considerar como originales algunas de las aportaciones de los entrevistados. Por ejemplo, de la entrevista con Javier Arenas, ¿qué destacaría?

Sobre todo, el recuerdo que él tiene del Pacto Antiterrorista. Recordemos que el Pacto Antiterrorista es una propuesta que hace Zapatero en la legislatura pasada, cuando gobierna Aznar, y que firman Arenas y Zapatero.

Una aportación de Josep Piqué.

El relato detallado de cómo sin el liderazgo de Zapatero el Estatuto no habría salido adelante.

Enrique Múgica.

La necesidad de mantener en cuestiones esenciales una unidad entre los dos partidos mayoritarios en España.

María San Gil.

La denuncia de cómo, bajo el liderazgo de Zapatero, el PSE se ha alejado de esa unidad con el PP que podría haber sido una alternativa contundente frente al nacionalismo.

Y Monseñor Fernando Sebastián.

El recuerdo de cómo se hizo la transición, que él protagonizó en gran medida desde su experiencia eclesial, y el dolor por la acusación continua de que la Iglesia quiere imponerse. Pone en evidencia la falta de verdad que hay en las afirmaciones laicistas que hace Zapatero.

(emitido en COPE el 03/04/06)

Páginas Digital, 22 de junio de 2006

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