Dos partidos en el PP
La manifestación de la AVT ha tenido la virtud de mostrar la realidad política con que nos enfrentamos: el gobierno colaborador de la ETA y glorificador de los chequistas la saboteó, lógicamente, desde su misma convocatoria, mientras intentaba intimidar a Alcaraz con una denuncia temeraria y antidemocrática. El PP tuvo que fingir su apoyo –sigue habiendo ahí un caladero de votos-- mientras en la práctica la saboteaba igualmente. Nada más embarazoso para Rajoy y sus bajos perfiles que las movilizaciones ciudadanas contra la política balcanizante del gobierno. Apenas pasada la molesta manifestación, ya olvidada: Rajoy ni ha vuelto a mencionarla, y a continuación Elorriaga, en éxtasis futurista, proclama el deseo de competir con el PSOE por los favores de CiU y el PNV, convirtiéndolos una vez más en eje de la política española. Y la traición, cada día menos desembozada, al mejor legado de Aznar. El PP ha degenerado en puro oportunismo, un partido sin política propia, sin ética y sin estética.
No todo ese partido es igual, pero está cada día más claro quiénes mandan, mientras, como pasó a Rosa Díez y otros en el PSOE, el sector sano se halla cada día más marginado. Marginado y acobardado, incapaz de plantar cara dentro del partido o de seguir el ejemplo de la ex dirigente socialista y de arrostrar algunas dificultades temporales. Hasta en el PSOE, con bocazas como Bono o Ibarra, hay en ese sentido más pluralismo y un poco más de valor. También persiste en muchos votantes del PP la esperanza gregaria de que el partido cambie, de lo cual hay muy pocos indicios. Ese tipo de esperanza que ha solido llevar a la perdición.
Pío Moa
Libertad Digital, 26 de noviembre de 2007
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