La planificación en París, el 15 de abril de 2008, del Primer Ejercicio del Grupo de Planificación de la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear, supone un impulso a una atractiva empresa puesta en marcha por los EEUU y la Federación Rusa y a la que ya se han incorporado más de cincuenta países.[1] Representantes de ministerios de asuntos exteriores y de defensa, de servicios de inteligencia y de fuerzas de seguridad, además de expertos en energía y en otras materias se dieron cita el mes pasado en la capital francesa para planificar la agenda del ejercicio.[2]
Esta reunión seguía a tres importantes encuentros celebrados el primero en Rabat, en los días 30 y 31 de octubre de 2006, el segundo en Ankara, en los días 12 y 13 de febrero de 2007, y, por último el tercero en Astaná en los días 10 y 11 de junio de 2007. Si el primero de estos tres encuentros sirvió para aprobar una declaración de principios sobre la urgente necesidad de prevenir el terrorismo nuclear en el segundo se insistió en la confirmación del compromiso y en la necesidad de reforzar las capacidades de los Estados participantes a través de la cooperación multilateral. Dichas reuniones han contado con observadores de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y de la Unión Europea (UE).[3]
Prevenir los escenarios buscados por los terroristas
El objetivo central de la Iniciativa es pues reforzar las capacidades para prevenir la adquisición de materiales y de conocimientos en materia nuclear por parte de terroristas. A nadie se le escapa la obsesión de algunos ideólogos del terrorismo yihadista salafista por utilizar la amenaza nuclear, desde el nivel más rudimentario que sería el de las bombas “sucias” hasta los estadios más avanzados que podrían pasar por atacar instalaciones nucleares o por utilizar algún tipo de ingenio nuclear más sofisticado, tal y como queda reflejado en las sesudas páginas escritas y colgadas en Internet por el hispano-sirio Mustafá Setmarian (alias Abu Mussab Al Suri).[4] Setmarian es experto en guerra irregular y uno de los terroristas yihadistas que más han teorizado sobre la necesidad de utilizar armas de destrucción masiva contra sus múltiples enemigos, musulmanes y no musulmanes, creando con ello una creciente psicosis por doquier. Destacaremos aquí por su actualidad el caso de los individuos detenidos el 21 de mayo por la policía sueca en la central nuclear de Oskarsham, en el sureste del país. Aunque liberados al día siguiente mientras siguen las investigaciones, a uno de ellos, trabajador externo de la central, se le habían intervenido restos de triperóxido de triacetano (TATP), el explosivo utilizado entre otros terroristas yihadistas por Richard Reid cuando portándolo en sus zapatos intentó derribar en pleno vuelo un avión comercial en el otoño de 2001.[5]
En la creación de tal estado de terror Setmarian sigue la estela de su máximo líder, Osama Bin Laden, quien ya a fines de los años noventa mostraba desde Afganistán su interés por dichas herramientas de combate. Ya en 1999 dos científicos paquistaníes se habían entrevistado en la ciudad afgana de Kandahar con cuadros de Al Qaida y dos años después, en agosto de 2001, Baschinuddin Mahmud, entonces Director del Comisariado para la Energía Atómica de Pakistán, se reunía también en suelo afgano con el propio Bin Laden. Cabe recordarse que Pakistán era entonces y aún es hoy el único Estado musulmán en el mundo que posee – reconocido oficialmente – el arma nuclear, y que la vulnerabilidad de su armamento y, en general, de sus instalaciones atómicas, se ha puesto bien de manifiesto a lo largo de los últimos lustros.[6] Ya en 1995 una red impulsada por Abdul Qadeer Khan, prestigiosa figura por ser el padre del arma nuclear paquistaní desarrollada en el marco de su pulso tradicional con India, vendía piezas de centrifugadores a Irán por valor de 3 millones de dólares en efectivo. Dicha red ha venido funcionando hasta febrero de 2004, momento en el que fue desmantelada en medio de un gran escándalo a escala internacional. Entonces se supo, seguro que de forma incompleta, de varias operaciones de ventas y concesiones por parte de Khan y sus secuaces a países como Irán, Libia o Corea del Norte, realizadas con la connivencia de algunos elementos de las Fuerzas Armadas de Pakistán.
La fijación por parte de esa modalidad más ambiciosa y destructiva del terrorismo que es el yihadista salafista y las vulnerabilidades de un país musulmán como Pakistán para blindar su red nuclear, la militar pero también la civil, frente a posibles atentados o robos de combustible nuclear o de otros materiales, unido a la vecindad con el escenario afgano y por extensión el centroasiático hacen que hoy el esfuerzo de la Iniciativa aquí tratada se centre, aunque sin decirlo expresamente, en atraer a su red al mayor número posible de Estados musulmanes. Por ello es esclarecedor comprobar que las tres reuniones más importantes celebradas hasta esta primavera en el marco de la Iniciativa hayan tenido como escenarios tres Estados musulmanes: Marruecos, Turquía y Kazajstán. Con ello se pretende solidificar a una Iniciativa que se quiere Global pero en la que será muy importante que estén el mayor número posible de Estados musulmanes que, no lo olvidemos, son objetivo declarado de la red terrorista y con los que se quiere contar no sólo en cuanto a su presencia sino también a una participación activa y profunda.
Siendo Turquía aliado dentro de la OTAN y un vecino de Irán bien convencido de que la República Islámica no debería de disponer del arma nuclear y siendo Marruecos aliado tradicional de los EEUU y de la Alianza, bueno será que nos detengamos en algunos aspectos del tercer Estado musulmán involucrado de una forma también bien visible en la Iniciativa: Kazajstán. Aparte de haber transferido a la Federación Rusa – como Estado sucesor de la Unión Soviética – hasta 1.400 cabezas nucleares a principios de los año noventa del siglo XX, este república centroasiática ha mostrado en todos estos años un marcado compromiso con la seguridad regional a través del desarme y la transparencia. Esta actitud se hace aún más importante y necesaria ante el horizonte cada vez más próximo en el que Kazajstán pasará a ser el primer productor mundial de uranio. Produjo 6.600 toneladas de este mineral en 2007, se espera que produzca 9.600 en 2008 y las previsiones para 2010 dan una cifra de 15.000 toneladas que, de confirmarse, llevarían a Kazajstán a superar a Australia que es hasta la actualidad el primer productor mundial. Este Estado musulmán, que ya es un gran productor de crudo y por ello objetivo fijado por Al Qaida para sus ataques, fue capaz de transformar en 2006 hasta 2.900 kilogramos de uranio altamente enriquecido en combustible nuclear por lo que va a ser importante también como exportador de combustible nuclear y ello hará de él un objetivo aún más atractivo para los terroristas. Si la voluntad demostrada por las autoridades kazajas son tranquilizadoras hasta la fecha – en junio de 2006 dotó de Secretaría y por ello de permanencia a la Conferencia sobre Interacciones y Medidas de Confianza en Asia (CICA, en sus siglas en inglés) que ellas mismas lanzaran el año anterior – no lo es tanto el hecho de que Kazajstán sea uno de los cuatro Estados donde se han dado más casos de tráfico de material nuclear. Este dato, aportado por el Director General de la OIEA, Mohamed El Baradei, en una entrevista publicada por El Hayat en enero de 2008, indica deficiencias en cuanto a las capacidades de control del Estado kazajo y permite felicitarse por su actitud constructiva dentro de la Iniciativa Global para Combatir el Terrorismo Nuclear.
Las medidas aportadas por la Iniciativa Global
De todo lo dicho hasta ahora se deduce no sólo que la Iniciativa era necesaria como reflejo de la voluntad de algunos Estados para atajar una amenaza emergente sino también la gran urgencia tanto para poner en práctica sus medidas como para ampliar al máximo el número de Estados comprometidos con ella.
El diseño de su Plan de Trabajo 2007-2008 contiene medidas como el reforzamiento de las capacidades de detectar, investigar y prevenir el tráfico de materiales nucleares por parte de terroristas; la promoción del intercambio de información y de la acción policial conjunta; la adaptación de las distintas normativas nacionales en la materia a unos criterios estandarizados; la reducción al mínimo de la utilización de uranio altamente enriquecido y de plutonio en actividades e instalaciones civiles; la limitación de los paraísos para y el control de los fondos financieros por los grupos y redes terroristas; y el reforzamiento entre todos de medidas que puedan minimizar el impacto de cualquier acción terrorista que utilice el elemento nuclear.
En dichas medidas hay por un lado algunas que son genéricas y están presentes en toda iniciativa antiterrorista de carácter multilateral; algunas otras apuntan a aspectos técnicos concretos por los que hay que felicitarse porque finalmente haya una manifestación de voluntad aunque esta sea de principio; y, finalmente pero no por ello menos importante, hay cierto fatalismo ya asumido en cuanto a que se hace necesario minimizar los efectos de un ataque que, con tal planteamiento, se está dando ya como posible.
A juzgar por el dinamismo demostrado por la Iniciativa Global si destacamos algunos de sus hitos más recientes – conferencias copatrocinadas por el FBI estadounidense y el FSB ruso con cientos de participantes; esfuerzos nacionales por parte de países como Japón o Australia, Kazajstán o el Reino Unido, por citar sólo a algunos, para realizar actividades dentro del citado Plan de Trabajo – y la voluntad de las Partes de dar plena validez a instrumentos jurídicos internacionales como la Convención para la Supresión de Actos de Terrorismo Nuclear, la Convención para la Protección Física del Material Nuclear y su enmienda de 2005 o las Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU 1373 y 1540 podríamos estar ante una dimensión de la lucha antiterrorista donde las voluntades convergen a diferencia de otras dimensiones donde las percepciones de unos y otros y/o las mezquindades políticas no hacen sino entorpecer el camino a la ley y allanárselo a los terroristas.
Carlos Echeverría Jesús (Madrid, 26 de marzo de 1963) es Profesor de Relaciones Internacionales de la UNED y responsable de la Sección Observatorio del Islam de la revista mensual War Heat Internacional. Ha trabajado en diversas organizaciones internacionales (UEO, UE y OTAN) y entre 2003 y 2004 fue Coordinador en España del Proyecto "Undestanding Terrorism" financiado por el Departamento de Defensa de los EEUU a través del Institute for Defense Analysis (IDA). Como Analista del Grupo asume la dirección del área de Terrorismo Yihadista Salafista.
Por Carlos Echeverría Jesús
GEES, Apuntes nº 68 | 26 de Mayo de 2008
Notas
--------------------------------------------------------------------------------
[1] La Iniciativa fue lanzada por los Presidentes George W. Bush y Vladimir Putin el 15 de julio de 2006 tras la celebración de la Cumbre del G-8 en San Petersburgo (Rusia).
[2] Véase sobre la Iniciativa la dirección www.state.gov/t/isn/c18406.htm.
[3] Cabe destacarse que esta Iniciativa Global aquí tratada, impulsada por Washington y Moscú, se sitúa en una dimensión distinta a la colaboración pacifica que ambos países han puesto en marcha en el ámbito del armamento nuclear. Precisamente el 6 de mayo de 2008 representantes de ambos Estados han firmado en Moscú un Acuerdo para la Cooperación Pacífica Nuclear conocido como el 123 Agreement centrado en prevenir la proliferación nuclear pero sin ocuparse del terrorismo, cuestión esta ya cubierta por la Iniciativa Global. Véase US-Russia Agreement for Peaceful Nuclear Cooperation 15 mayo 2008, en www.america.gov/st/texttrans-english/2008/May/20080515141603xjsnommis0.
[4] IRUJO, José María: “Un ‘yihadista’ en el limbo” El País 18 mayo 2008, pp. 1-4.
[5] La central de Oskarsham proporciona el 10% de la energía eléctrica que consume Suecia y la policía confirmó en un primer momento que los detenidos estaban acusados de “preparar un sabotaje”. Véase ÁLVARO ROLDÁN, Carlos: “Alarma en una central nuclear sueca por un presunto caso de sabotaje” El Mundo 22 mayo 2008, p. 30.
[6] ECHEVERRIA JESÚS, C.: “¿Está en peligro la seguridad del programa nuclear paquistaní?” War Heat Internacional nº 61, febrero 2008, artículo disponible en www.gees.org/autor/251.