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Políticamente... conservador

¿Cuál es el país del debate?

¿Es realmente EUA una sociedad fundamentalista y fanática y Europa el paraíso del debate intelectual?
Dice el cliché que los Estados Unidos son una sociedad inmovilista y fanatizada, dominada por los fundamentalistas protestantes y donde el disidente es condenado al ostracismo. En claro contraste, Europa sería el paraíso del debate intelectual, el lugar en el que la libertad de expresión campa a sus anchas y se generan las ideas que hacen avanzar el mundo. Una mirada, aunque sea superficial, a la realidad, tanto norteamericana como del Viejo continente, nos convencerá de que una vez más el cliché está equivocado. De hecho es precisamente todo lo contrario.
¿Quién osa en Europa a cuestionar las teorías darvinistas? (nada importa que ya ningún “evolucionista” sostenga lo mismo que Darwin, el padre fundador merece un respeto sacrosanto) ¿Quién se atreve en Europa a cuestionar el modelo educativo de escuela única y mixta? ¿Alguien puede defender en nuestros países el derecho de los padres a, si así lo desean, escolarizar a sus hijos en casa sin ser tomado por un loco peligroso y asocial? ¿Se puede hablar en España de los daños psicológicos infligidos por el aborto a las mujeres que se someten al mismo sin ser tildado de oscurantista? Y no digamos nada si a uno se le ocurre sacar a colación los estudios, serios, que afirman que someterse a un aborto incrementa la probabilidad de padecer cáncer de pecho. Prefiero ahorrarme la lluvia de epítetos que caería sobre semejante hereje. Podríamos seguir incidiendo sobre cuestiones tan dispares como el futuro energético o sobre el papel de los clásicos en la educación superior; descubriremos que mientras en Europa quien disiente de las posiciones oficiales es condenado al silencio cuando no directamente descalificado, en Estados Unidos existe un verdadero y a menudo rico debate intelectual.
Así, las teorías del Diseño Inteligente ganan cada día más adeptos entre la comunidad científica; en el ámbito educativo la diversidad de posibilidades permitidas es sencillamente deslumbrante: homeschooling, charter schools, cheque escolar… Los estudios en torno a lo que supone el aborto están en la avanzadilla de la investigación científica y la promoción de energías renovables independientes del petróleo es una de las grandes apuestas de la actual administración norteamericana. Otro de los tabúes intocables en Europa pero muy seriamente cuestionados en Estados Unidos es lo que se conoce como el “calentamiento global”. Más allá del mito, comprensible y un modo de cristalizar los miedos de una humanidad desorientada, lo cierto es que la teoría del calentamiento global causado por la inconsciencia del hombre industrializado hace aguas por varias vías. El periodista especializado Alan Caruba titulaba recientemente un artículo como “Is Global Warming Getting Colder?” donde cuestionaba mucho de lo sostenido por los agoreros del desastre climático. Allí precisamente recordaba lo evidente para cualquier persona con un mínimo de sensibilidad ecológica: el deshielo de partes de Groenlandia no es un signo de catástrofe sino de vuelta a lo que fueron aquellas tierras hace un milenio. En efecto, cuando los vikingos arribaron a las costas de Groenlandia la llamaron tierra verde (green land) precisamente porque era verde y no blanca. Hacia principios del siglo XV los hielos avanzaron hasta cubrir la mayor parte de la superficie de Groenlandia; la actual retirada de los hielos no supone un fenómeno nunca visto causado por la acción malévola del hombre, sino una repetición de un ciclo natural ya observado con anterioridad. Pero esto no se puede decir en Europa, al menos en voz alta. En España tesis como las de Caruba te convierten en objeto de burla o incluso te condenan al ostracismo. ¿Dónde habíamos quedado que había espacio para el debate real?
Publicado en American Review por Jorge Soley Climent
American Review, 18-04-2006

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