Maniobras políticas en las bandas del PP
La batalla mediática entablada entre Federico Jiménez Losantos, el popular periodista de la COPE, y José Antonio Zarzalejos, director del ABC, nos depara en ocasiones episodios de gran interés. En un artículo anterior me ocupaba de la publicidad que Jiménez Losantos le está dando a Ciudadanos de Cataluña, con la intención de azuzar al PP para que no se duerma en la defensa de la unidad nacional y de la Constitución. Pues bien, ahora nos encontramos con una extraña maniobra del ABC para remover las aguas a la derecha del PP.
Quien escuche a Jiménez Losantos sabrá que se opone con vigor a tales experimentos, porque si una parte del voto de la derecha se desplazase a un partido distinto del PP, éste perdería cualquier oportunidad de retornar al poder en un plazo razonable. Cabe pensar que la posición del periodista es poco coherente, porque el mismo argumento valdría para Ciudadanos de Cataluña. Sin embargo, el PP podría eventualmente pactar con éstos, mientras le sería muy difícil hacerlo con una fuerza situada a su derecha.
Que la aparición de un partido fuerte a la derecha del PP le interesa sobre todo a la izquierda tiene un conocido precedente: la modificación del sistema electoral francés por el difunto Mitterrand para favorecer al Frente Nacional de Le Pen y consolidar de rebote el predominio del Partido Socialista. Con semejante precedente, hay que preguntarse cómo es posible que los poderes fácticos tradicionales del centroderecha español, en pleno desconcierto por el protagonismo adquirido por la base social de este sector político, valoren intentar algo parecido.
La respuesta es que creen que así facilitarán la vuelta al poder de un PP "purificado", conforme al análisis político según el cual "las elecciones se ganan en el centro", que va unido al prejuicio de que el centro de la derecha es la izquierda. Si el PP soltase lastre por la derecha, volvería a la tierra de promisión centrista y competiría con el PSOE por el electorado de éste.
Pero la experiencia francesa es muy ilustrativa. El Frente Nacional le ha quitado tantos votos a la izquierda como a la derecha, y la estrategia diseñada por Mitterrand sólo retrasó el desplome de socialistas y comunistas. Ahora bien, uno de los factores que contribuye a la incapacidad de emprender reformas que paraliza al país vecino es la existencia de un partido que reúne alrededor de un 15% de los votos, pero al que los demás marginan, que se ha demostrado incapaz de trascender el discurso del descontento para construir uno de gobierno y que, al final, sólo sirve de coartada para el inmovilismo de una sociedad decadente.
La alternativa en España a este tipo de maniobras es que el PP se siga esforzando por albergar la pluralidad del centro y la derecha alrededor de unos sólidos principios compartidos.Luis Miguez Macho El Semanal Digital, 11 de mayo de 2006
Quien escuche a Jiménez Losantos sabrá que se opone con vigor a tales experimentos, porque si una parte del voto de la derecha se desplazase a un partido distinto del PP, éste perdería cualquier oportunidad de retornar al poder en un plazo razonable. Cabe pensar que la posición del periodista es poco coherente, porque el mismo argumento valdría para Ciudadanos de Cataluña. Sin embargo, el PP podría eventualmente pactar con éstos, mientras le sería muy difícil hacerlo con una fuerza situada a su derecha.
Que la aparición de un partido fuerte a la derecha del PP le interesa sobre todo a la izquierda tiene un conocido precedente: la modificación del sistema electoral francés por el difunto Mitterrand para favorecer al Frente Nacional de Le Pen y consolidar de rebote el predominio del Partido Socialista. Con semejante precedente, hay que preguntarse cómo es posible que los poderes fácticos tradicionales del centroderecha español, en pleno desconcierto por el protagonismo adquirido por la base social de este sector político, valoren intentar algo parecido.
La respuesta es que creen que así facilitarán la vuelta al poder de un PP "purificado", conforme al análisis político según el cual "las elecciones se ganan en el centro", que va unido al prejuicio de que el centro de la derecha es la izquierda. Si el PP soltase lastre por la derecha, volvería a la tierra de promisión centrista y competiría con el PSOE por el electorado de éste.
Pero la experiencia francesa es muy ilustrativa. El Frente Nacional le ha quitado tantos votos a la izquierda como a la derecha, y la estrategia diseñada por Mitterrand sólo retrasó el desplome de socialistas y comunistas. Ahora bien, uno de los factores que contribuye a la incapacidad de emprender reformas que paraliza al país vecino es la existencia de un partido que reúne alrededor de un 15% de los votos, pero al que los demás marginan, que se ha demostrado incapaz de trascender el discurso del descontento para construir uno de gobierno y que, al final, sólo sirve de coartada para el inmovilismo de una sociedad decadente.
La alternativa en España a este tipo de maniobras es que el PP se siga esforzando por albergar la pluralidad del centro y la derecha alrededor de unos sólidos principios compartidos.Luis Miguez Macho El Semanal Digital, 11 de mayo de 2006
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