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Políticamente... conservador

ESPAÑA SIN RUMBO

“El primer deber patriótico de cada generación que adviene a la vida nacional consiste pues, ante todo, en ser fiel a la esencia de la patria. Y se es fiel a la esencia de la patria cuando a un mismo tiempo se la conserva y se la empuja hacía nuevas formas futuras”.

Sin embargo nos encontramos en una tesitura político social en la que no solo no se conserva la esencia nacional, sino en la que ni siquiera sabemos hacía qué futuro nos encaminamos. Y es que difícilmente podemos confiar en ese futuro cuando se va negociar el mismo con terroristas y se gobierna con el apoyo, y por supuesto influencia, de separatistas.

Lo único que sabemos a ciencia cierta es que se ha creado una coalición entre separatismos e izquierda que desea romper con el pasado. Al menos con cierto pasado. Una ruptura con el régimen constitucional que nació del franquismo. Porque si en algo están de acuerdo los miembros de esta coalición es, paradójicamente, en mirar hacia atrás, en devolvernos a la II Republica, contrariamente a la propia realidad histórica que como realidad temporal es irreversible. Conformes en vencer hoy a la media España que les venció ayer, nos han embarcado en una serie de reformas sobre las que ni ellos mismos están de acuerdo ni saben hacía donde nos van a llevar. La alianza del PSOE con el separatismo parece que quiere desterrar del poder para siempre a la derecha española, pero es que junto a esa derecha, el proceso que han puesto en marcha estos juramentados amenaza con llevarse por delante a España misma.

Pero tampoco desde la derecha se fija un norte para trazar rumbo a esta España desorientada. Los caminos de los españoles parecen que discurren por lugares diferentes a los que transita su clase política. La alta abstención en la consulta del estatuto catalán demuestra ese divorcio entre política y ciudadanía. Pero es que tampoco los ciudadanos tienen claro rumbo nacional alguno. Disfrutan del bienestar económico que tanto esfuerzo costó lograr, pero olvidan el sacrificio de las generaciones pasadas por legarnos las bases de ese bienestar, que se podría perder si no aprendemos las lecciones del pasado.

Y es que la miserable situación a que llegó España en 1936 no se puede entender sin las constantes discordias civiles que durante todo el siglo XIX y primer tercio del XX impidieron el trabajo armónico de todos los españoles en pos del progreso.

Y es que hoy de nuevo la brecha de la discordia se abre paso en la sociedad, precisamente porque no hemos sabido conservar las virtudes de la unidad nacional, virtudes olvidadas que sin duda deben volver a marcar el rumbo de la sociedad española.

Editorial de Minuto Digital, 29 de junio de 2006

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