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Políticamente... conservador

Maricomplejines tiene la cara de Díaz de Mera

Maricomplejines tiene la cara de Díaz de Mera

Tanto debate sobre Maricomplejines, el personaje que Federico Jiménez Losantos creó para fustigar los que considera vicios del centroderecha, y resulta que lo teníamos al alcance de la mano. Ni Rajoy ni Gallardón, señores: la primera cara de Maricomplejines es la del eurodiputado del PP Agustín Díaz de Mera. Eso sí, todo tiene su explicación, y no es sólo él quien debería darla.

 

Díaz de Mera era director general de la Policía el 11 de marzo de 2004. Afirma saber, a partir de un informe policial, que hubo una relación entre los atentados de Atocha, los islamistas y ETA. Pero se ha negado a revelar al juez Gómez Bermúdez la identidad de su informante. Maricomplejines tiene miedo.

 

Que hablen ahora o callen para siempre

 

Yo no creo que Díaz de Mera, Ángel Acebes, entonces ministro del Interior, Santiago López Valdivielso, director general de la Guardia Civil, y Jorge Dezcallar de Mazarredo, jefe del espionaje, sean responsables de los atentados del 11-M. Los únicos responsables fueron sus autores, independientemente de su origen y móviles, que algún día tal vez sepamos mejor que hoy. Pero los responsables de la seguridad de los españoles, entonces, y distinguidos representantes del centro derecha ahora, algunos de ellos al menos, tienen algunas otras cosas que explicar.

 

Díaz de Mera siente miedo y prefiere ser condenado por no decir lo que sabe; y eso significa que en 2004, después de ocho años de gobierno "popular", las fuerzas y servicios de seguridad no eran plenamente seguras, y que no lo son ahora. Si los resultados de una investigación pueden dar lugar a represalias –y es la única conclusión que puede sacarse de la actitud de Díaz de Mera y asociados- algo se hizo mal cuando se pudo y se debió hacer bien.

 

Maricomplejines espera que las cosas se solucionen solas. A partir de 1996 confió en que los servicios del Estado se autopurgasen por generación espontánea, y se mantuvo y se promocionó a destacados felipistas. Maricomplejines tuvo en 2004 el justo pago de tanta generosidad. Y espera ahora que el informe de Díaz de Mera aparezca solo, sin dar la cara.

 

Hay que jubilar a Maricomplejines

 

Respeto personalmente tanto a Díaz de Mera como a sus compañeros. Pero España merece más de su derecha política, en esta situación extrema. Un PP situado en el centro de la sociedad española, una derecha social como la que ayer reivindicaba (laus Deo!) ABC en su suplemento, una potencia plural y firme como la descrita allí mismo por Germán Yanke, no puede andarse por las ramas. Ignacio Camacho cree que es autolesionismo; y probablemente sea el mismo canguelo que les lleva a explicar mal lo que hacen bien y a hacer mal lo que saben hacer bien.

 

Díaz de Mera es sólo un representante –no el peor- de una derecha timorata y acomplejadita. Los hijos del franquismo están convencidos, inconscientemente y hasta el tuétano, de la superioridad moral, intelectual y cultural de la izquierda; y aspiran a gobernar, pero poco, y a que no les llamen cosas feas por la calle. Gramsci ganó su corazón. Son los mismos que te miran de arriba abajo si les dices que vas a ver 300, porque creen que el cine europrogre en general y las mamarrachadas de Almodóvar en particular son preferibles, aunque el ilustre pensador manchego los trate como a perros. Son los mismos que presumen de su afición al arte feo –al que insisten en llamar moderno-, desdeñan las artes figurativas contemporáneas y ponen cara de orgasmo en las exposiciones de hierros retorcidos que pagan caras para no parecer fuera de lugar. Sin darse cuenta de que es así como confirman su condición de derecha. Derecha con complejo de inferioridad, claro.

 

Mariano Rajoy tiene en su mano jubilar a Maricomplejines. Es el momento. Este espectáculo no debe repetirse.

 

Pascual Tamburri

El Semanal Digital, 2 de abril de 2007

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