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Políticamente... conservador

La percepción conservadora de Europa

¿Cómo nos ven los americanos? Y más en concreto, ¿qué  idea tienen de los europeos los conservadores norteamericanos? Es posible que  la distancia les aporte algo de perspectiva y que sus juicios puedan servirnos para reflexionar desde este lado del Atlántico.

En una conversación, no hace muchos meses, con un destacado editor norteamericano, al hablar del futuro de Europa, me dijo: “sintiéndolo mucho creo que lo más probable es que acabéis siendo como el norte de África. Tras la romanización y el florecer de una potente cultura cristiana que dio a la Iglesia a figuras de la talla de san Agustín, la ribera sur del Mediterráneo quedó anegada por la marea islámica que ha borrado todo recuerdo de aquella civilización cristiana”.

 

 

Es el mismo temor que expresa George Weigel en su penúltimo libro, The Cube and the Catedral, publicado en España bajo el título de Política sin Dios por Ediciones Cristiandad. La imagen escogida esta vez es la de Bizancio, la sofisticada civilización cristiano oriental que sucumbió a los embates del Islam hace ahora casi 700 años, y así se nos presenta el probable futuro de la catedral de Notre Dame de París como una futura Santa Sofía.

 

 

William Murchison, editor del Dallas Morning News y episcopaliano, retoma el  tema en un artículo en Touchstone en el que aporta algunos datos que vienen a reforzar esta impresión de fin de ciclo. Quizás el más impactante es el que señala que el número de musulmanes británicos que asisten a las oraciones del Viernes supera ya el de anglicanos que asisten a la iglesia los domingos.

 

 

Pero el análisis que hacen los conservadores norteamericanos va más allá y reconoce, con por ejemplo el pensador inglés Roger Scruton, que el partido no se juega únicamente entre Occidente y el Islam, sino que existe una disputa incluso de mayor calado en el interior de Occidente entre  los herederos del iluminismo ilustrado y quienes se resisten a ver erradicada  toda referencia religiosa del ámbito público. De hecho, afirman, es esta lucha interna la que explica la debilidad occidental para enfrentarse  al reto de una creciente inmigración musulmana y los fallidos intentos de integración de la misma.

 

 Seguramente se podrá afinar más el análisis y añadir nuevas variables, pero ¿quién se está planteando esta cuestión en Europa? ¿o es que el  velo de lo políticamente correcto ha caído sobre nuestros ilustres y refinados intelectuales europeos?

 

Publicado en American Review el 20-02-2006 por Jorge Soley Climent

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