POR NAVARRA, EN ESPAÑA, CON EUROPA
- Navarra ha sido una encrucijada de caminos desde los inicios de su poblamiento. Ya en el período neolítico-eneolítico y edad de bronce, junto al tipo pirenaico-occidental aparecen los tipos mediterráneo, alpinoide y armenoide. Cuando los romanos llegan al solar que un día se llamará Navarra, no hay uniformidad poblacional, ni identidad específica étnica (racio-cultural), ni se habla una lengua común.
- Los vascones, pueblo citado repetidamente por autores griegos y romanos, ocupaban buena parte de nuestro territorio. En el invierno del año 75-74 a.C. el general romano Pompeyo, en lucha contra Sertorio, otro general romano, acampó en un lugar que después se llamará Pamplona, ciudad de Pompeyo. Desde entonces gran parte del territorio de los vascones fue intensamente romanizado.
- Invadida la Península por los árabes el año 711, musulmanes y francos se disputan el dominio de los hispano-romano-vascones, cuya herencia primordial respetó la monarquía goda. A comienzos del siglo IX se consolida en torno a Pamplona un núcleo político anterior, con caudillos locales, desembocando más tarde (905) en el Reino de Pamplona, que ejercerá una gran influencia en la España cristiana. Desde el siglo VIII los cronistas franceses se refieren a los “navarri” como una denominación de trabajadores rurales (sociónimo), sobre la que se construirá posteriormente la denominación étnica (etnónimo) y la territorial (corónimo) de Navarra y pueblo navarro.
- En el último tercio del siglo X, reinando Sancho Garcés II, los códices “Albeldense” y “Rotense”, escritos en el monasterio de Albelda y en Nájera, respectivamente, recopilan una serie de textos de contenido jurídico, histórico y político-simbólico, con los que la Realeza y la Iglesia navarras asumen como propios el pasado romano y visigodo, y celebran la monarquía pamplonesa, fiel a la fe cristiana, victoriosa contra sus enemigos, y bien entroncada con los reinos y condados hispanos y francos. El Reino de Pamplona se construye alrededor de la sede episcopal pamplonesa y con un contenido cultural romanizado.
- Sancho Garcés III, llamado el Mayor, rey de Pamplona (1004-1035), hijo del rey pamplonés García Sánchez II, de madre leonesa, de abuela y esposa castellanas, consigue extender su hegemonía política por toda la Hispania cristiana. El abad de Ripoll y obispo de Vic, Oliba, lo llama “rex ibericus”. A su muerte sus sucesores serán reyes de Pamplona, de Castilla y, más tarde, de Aragón. Por esta razón se considera a Navarra madre de los reinos de la España medieval.
- La vocación europea de Navarra encuentra un nuevo impulso en la voluntad decidida de Sancho el Mayor de promover la organización eclesiástica así como la observancia regular de los monasterios, que llevan a cabo los espíritus más europeístas de su tiempo, como el monasterio de Cluny. Se le atribuye también la protección y animación del Camino de Santiago.
- A mediados del siglo XII el Reino de Pamplona comienza a denominarse Reino de Navarra. Tras la reconquista de Tudela y de toda la Ribera del Ebro, que había sido una potencia musulmana durante cuatro siglos, y tras la unión del territorio de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado con el Reino de Castilla, los límites territoriales del Reino navarro coinciden básicamente con los de la actual Comunidad Foral.
- Navarra es desde su nacimiento una monarquía fruto del pacto, de un modo u otro, entre el rey y el reino. Los Fueros limitan la autoridad del rey y garantizan a los navarros un ámbito de poder propio y un amplio haz de derechos y libertades. Los reyes navarros, antes de su proclamación, debían jurar los Fueros, con el compromiso de mejorarlos (“amejorarlos”) y nunca empeorarlos. Este juramento renueva el supuesto pacto originario de la monarquía y forma parte esencial del llamado Fuero General, cuando la llegada al trono de un rey extranjero (Teobaldo II, en 1234) propicia una compilación sobre tradiciones jurídicas de la monarquía navarra.
- En las zonas menos romanizadas y también en algunas más romanizadas permanece como idioma popular la lengua de los vascones. La acusada romanización de Navarra y el hecho de ser el latín la lengua oficial de la Iglesia hacen de él la lengua culta, que será después sustituida por el “romance” navarro derivado del latín: el “lengoage de Navarra”, el “ydioma navarre terre”, mayoritario en el Reino, y en el que se escriben los Fueros. Más tarde se funde con el castellano, que será la lengua hablada y escrita de la mayoría de los navarros, su medio habitual de comunicación hasta hoy. El vascuence, lengua pre-indoeuropea, llega a su mayoría de edad literaria en el siglo XVI con los poemas del navarro de Ultrapuertos, Bernardo de Echepare -el primer testimonio literario vasco escrito-, y con la prosa magistral de Pedro de Axular, natural de Urdax, en el siglo XVII, a los que seguirán otros muchos cultivadores de la misma lengua.
- En 1512 Navarra, agotada por una secular lucha intestina entre agramonteses y beamonteses, se ve al mismo tiempo afectada por la lucha que mantienen Francia y España por la hegemonía europea. Los reyes Juan de Albret y Catalina de Foix, pertenecientes a dinastías francesas entronizadas por razones hereditarias, intentan mantenerse neutrales en la pugna hispano-francesa pero acaban por aliarse con el rey Luis XII de Francia, quien les garantiza el pacífico disfrute del principado del Bearne y de sus muchas posesiones en todo el territorio francés. La alianza con Francia les cuesta la corona navarra. Fernando el Católico ve en la alianza franco-navarra una amenaza para Castilla. Pide el apoyo espiritual del papa Julio II e invade Navarra. En pocas semanas, con la ayuda de los navarros del bando beamontés, consigue la capitulación de las autoridades, después de la huida de la familia real. En 1513 las Cortes navarras lo reconocen como rey, previo juramento de los Fueros.
- En 1515 el Reino de Navarra es incorporado a la Monarquía española que reunió Carlos I como herencia de diversos reinos. Se incluye en el juramento real a partir de 1517 la obligación de mantener a Navarra como “reino de por sí” por cuanto la incorporación se lleva a cabo por vía de unión “eqüae principal”. Navarra mantiene su condición de reino, con derecho a instituciones propias, pero no permanece anquilosada. Se adapta paulatinamente, junto con los otros territorios hispanos -Aragón, Castilla, Cataluña, Mallorca, Valencia- a la nueva Monarquía española que se va perfilando a lo largo de los siglos XVI-XVIII.
- La restauración de la justicia y de la seguridad interior, ya apaciguadas las violencias nobiliarias entre agramonteses y beamonteses, supone una mejora substancial para el campesinado y la población urbana. Se abre un contexto de nuevas posibilidades de progreso social y de enriquecimiento económico que el pueblo navarro sabe aprovechar: en la administración y en el ejército real, en el comercio y en las Indias, en las universidades y en la Iglesia.
- Desde su incorporación política a la emergente Monarquía española, los navarros participan por todo el mundo en las grandes empresas comunes de los españoles. A ellos se sienten unidos por antiguos y profundos vínculos: religiosos, económicos, culturales y parentales. Y todo ello sin menoscabo de su identidad colectiva y de su personalidad política como Reino que, a pesar de muchas dificultades y contrafueros, evoluciona adecuándose con naturalidad y eficacia a las transformaciones de los tiempos. Los misioneros navarros, tras la huella de San Francisco de Javier, comienzan a anunciar la fe cristiana en todo el mundo.
- La guerra de la Independencia, pocos años después de la guerra contra la Convención revolucionaria francesa, fue una guerra patriótica española contra los soldados napoleónicos invasores. Desde entonces y durante más de un siglo los navarros se enfrentarán entre sí, a veces cruentamente, por razones religiosas, políticas, económicas y sociales, igual que el resto de los españoles.
- Representantes del Viejo Reino acuden a las Cortes de Cádiz, donde se proclama que la soberanía corresponde a la Nación Española. En los debates constitucionales y en el proemio de la Constitución de 1812 se elogia la “constitución política” de Navarra: pero, al optar el nuevo código político por un sistema centralizado de España, resulta incompatible con la pervivencia del Reino navarro. Años más tarde, tras la guerra realista y la primera carlista, Navarra acuerda su incorporación al nuevo Estado constitucional mediante la Ley Paccionada, de 16 de agosto de 1841. Esta ley es fruto de la de confirmación de Fueros, 25 de octubre de 1839, que puso fin a la guerra en el Norte tras el Convenio de Vergara.
- Por la Ley de 1841 Navarra renuncia a su condición de reino, incompatible con la unidad constitucional, tal como se entiende en la Constitución centralista de 1837, aunque para muchos navarros eso supone en esos momentos un progreso histórico frente al absolutismo del Antiguo Régimen. Consigue a cambio un régimen autónomo especial, que se denomina Régimen Foral. Rasgo propio del mismo es la exigencia de pacto con el Estado para cualquier reforma ulterior, dentro de la unidad constitucional. Navarra es el único territorio español cuyos Fueros garantizaron, desde 1515 a 1978, un importante haz de libertades colectivas y un sistema de autogobierno político y administrativo.
- A finales del siglo XIX el vizcaíno Sabino Arana Goiri funda el Partido Nacionalista Vasco (PNV), que se propone alcanzar en un primer momento la independencia de Vizcaya, para extenderla después a todo Euzkadi (palabra inventada por el político nacionalista), que abarca Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra, Ultrapuertos, Labort y Sola. La existencia del “pueblo vasco”, nación sin Estado por culpa de la opresión de España y de Francia, según Arana, se fundamenta en la raza y en la lengua. El euskara o euskera -el bascuence o vascuence de los clásicos- es la lengua nacional de Euzkadi. Con frecuencia el fundador del PNV hace gala de expresiones racistas y xenófobas contra España y los españoles.
- Desde hace más de cien años el nacionalismo vasco ha fracasado en su empeño de expandirse por Navarra, aunque actualmente consiga en conjunto un porcentaje del diez al quince por ciento de los votos. Fracasó también, aprovechando el momento propicio de la Segunda República, en su intento de integrar a Navarra en una única región autónoma a través de un Estatuto vasco-navarro. Fracasó, en 1977, cuando quiso incorporar a Navarra al Consejo General Vasco, precursor de la futura Comunidad Autónoma Vasca.. Fracasó cuando, meses más tarde, el pueblo navarro refrendó por mayoría absoluta la Constitución española frente a las apelaciones nacionalistas a favor de la abstención o del voto en contra.
- Fruto de un pacto político en las Cortes Constituyentes, la Constitución de 1978 reconoce al pueblo navarro el derecho a decidir libremente sobre su futuro autonómico-foral. En el supuesto de que el Parlamento de Navarra decidiera un día, por mayoría absoluta de sus miembros, la incorporación de la Comunidad Foral a la Comunidad Autónoma Vasca, esa decisión debería ser ratificada por el pueblo navarro mediante consulta popular o referéndum. El primer Parlamento navarro, elegido en abril de 1979, rechazó, en su Comisión de Régimen Foral, una propuesta nacionalista de integración de Navarra en la Comunidad Autónoma del País Vasco.
- La Constitución española proclama el amparo y respeto a los derechos históricos de Navarra, concretados en el Régimen Foral. Queda así constitucionalizado el principio de que sólo mediante pacto del Estado con las instituciones representativas navarras puede reformarse el Régimen navarro. El nuevo pacto con el Estado español se firmó el 8 de marzo de 1982 y fue incorporado al ordenamiento jurídico, previa ratificación del Parlamento de Navarra y de las Cortes Generales, por Ley Orgánica de 16 de agosto de 1982. El llamado popularmente Amejoramiento del Fuero permitió a Navarra la definitiva democratización de las instituciones forales así como la integración en Régimen Foral de numerosas competencias ejercidas hasta entonces por el Estado en virtud de una concepción centralista del concepto de unidad constitucional totalmente superada en la Constitución de 1978.
- La más importante de todas ellas, históricamente ejercida antes y después de 1841, es que los poderes forales pueden establecer el régimen tributario. El Convenio Económico es el instrumento bilateral o paccionado cuya finalidad es armonizar los respectivos sistemas fiscales del Estado y de Navarra al igual que precisar la cuantía de la aportación de la Comunidad Foral a las cargas generales de la Nación. El Amejoramiento diseñó mejor que Estatuto alguno la cooperación de Navarra con el resto de España. En su artículo primero la Comunidad Foral se define como “integrada en la Nación Española y solidaria con todos sus pueblos”.
- Por su parte, el nacionalismo vasco independentista y terrorista dirige una permanente campaña de intimidación sobre la población navarra y especialmente sobre personas e instituciones forales que se identifican con la Nación española. Pero también desde los medios que les concede el sistema democrático español, centros educativos, asociaciones culturales, medios de información, etc., arremeten de continuo contra todo lo que simbolice, defienda, promueva, represente a España y a Navarra española. Treinta y nueve navarros son las víctimas mortales de sus crímenes terroristas desde 1977. Ellos fueron asesinados por ser navarros y españoles a la vez. Ni los olvidamos ni los olvidaremos jamás en todas nuestras actuaciones.
- Con el patrocinio de las instituciones públicas de la Comunidad Autónoma de Euskadi se creó en 1999 la autodenominada Asamblea Nacional de Municipios Vascos (“Udalbiltza”) que, sin poseer representatividad y legitimidad democráticas, pretende configurarse por la vía de hecho como la primera “institución nacional de Euskalherria”, incluyendo tanto a Navarra como a territorios de Francia, con total desprecio a las normas constitucionales de ambos países.
- Todo ello no es más que una muestra de falta de lealtad constitucional de los partidos nacionalistas y del propio Gobierno Vasco en relación con Navarra y España. Según este nacionalismo, etnicista y extremoso, la nación vasca, entendida como ellos quieren entenderla, se impone a sus propios componentes individuales, que no cuentan a la hora de decidir sobre su propia identidad.
- En la Resolución del Parlamento Vasco de 12 de julio de 2002, que aprobó el dictamen de la Comisión sobre Autogobierno, se llevó a cabo una nueva e inadmisible manifestación de injerencia, al reivindicar el derecho de autodeterminación del “Pueblo Vasco”, o Euskalherria, incluyendo Navarra.
- Lo que no quiere decir, ni mucho menos, que no existan vínculos de solidaridad y afecto entre las dos Comunidades, derivados de la vecindad, de afinidades históricas, lingüísticas y culturales, y sobre todo de la pertenencia a la misma nación española. El vascuence es una de las lenguas oficiales de Navarra, junto con el castellano, en la zona llamada vascoparlante (bilingüe). También con La Rioja y Aragón, por razones de vecindad y de relaciones históricas, las afinidades son evidentes.
- A pesar de todo, ni la acción terrorista ni el nacionalismo independentista han podido impedir que Navarra, sólidamente integrada en España y en la Unión Europea, sea una Comunidad próspera y solidaria, dinámica, moderna, tolerante, abierta a la sociedad de la información y del conocimiento. La Comunidad Foral ocupa un buen nivel en España y en la Unión Europea, según los principales indicadores utilizados para medir el nivel de bienestar económico y social. Navarra conjuga el amor a sus tradiciones con una decidida voluntad de cooperar a la creación un mundo más justo.
- El pueblo navarro, que asume su territorio actual como solar propio, no quiere formar parte de la proyectada nación vasca, como una provincia más de esa ficción política llamada ahora Euskalherria. La historia de Navarra es una continuidad dinámica de identidad, y buena parte de su cultura es fruto de esa etnohistoria, base de una voluntad colectiva de pervivencia en cada momento histórico. En esa trayectoria resaltan la afirmación de su propia personalidad, su foralismo y sus hondas raíces en la cultura cristiana. Lo que coincide, puesto al día y a la altura de la España y de la Europa democráticas, con las características que resaltan todos los estudios sociológicos actuales.
- En suma, queremos seguir siendo, con una voluntad renovada y cada día más firme, navarros, españoles, europeos y universales.
Esta Declaración fue aprobada por el pleno del Consejo de la Sociedad de Estudios Navarros, a propuesta de sus Secciones de Historia y Cultura, en sesión celebrada el de noviembre de 2002.
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