Antonio Gramsci
Hubo un tiempo en que se leía a Marx. Hoy, es dogma. No solamente está de moda: la inmensa mayoría de lo que se publica en el dominio ideológico se sitúa en el interior del marxismo. El marxismo, y sus epígonos que introdujeron un cierto número de variaciones personales (Lukács, Rosa Luxemburgo, Wilhelm Reich..), se han instalado en la cultura popular y en los análisis massmediáticos de un modo subliminal, penetrándolo todo, aun sin darnos cuenta.
Antonio Gramsci es, junto con Lukács, el más célebre de los "marxistas independientes". Es también, y sobre todo, el teórico del "poder cultural".
Nacido en Cerdeña en 1891, una leyenda a lo Don Bosco hizo de él el hijo de un pastor. De hecho, su padre fue un funcionario estatal. A los tres años, a consecuencia de una desgraciada caída por la escalera, se deforma la columna vertebral, quedando jorobado para el resto de su vida. A los diecisiete años, una beca le permite acceder a la universidad de Turín, a donde llega en 1911.
Dos años más tarde se afilia al Partido Socialista Italiano (PSI), donde milita en el "ala izquierda". Comienza a escribir en el diario "Avanti" y en el semanario "Grido del popolo". El 1 de mayo de 1911, junto con Terracini y Palmiro Togliatti, lanza el semanario "L´Ordine nuovo".
El mundo comunista se encontraba entonces en plena ebullición. A partir de 1918 ciertas corrientes se pronuncian por un "apoyo crítico" al bolchevismo ruso. Estas corrientes rechazan aceptar sin contestación la hegemonía de la Komintern (la Internacional Comunista). En Alemania, es el caso de los grupos que, en 1920, se agruparon en el KAPD (Partido Comunista Obrero Alemán), con Rosa Luxemburgo y Karl Korsch; en los Países Bajos, de los "consejistas" de Pannekoek. Su oposición queda mostrada en la acción parlamentaria, que consideran inadecuada para la lucha por el socialismo, y en el papel de los sindicatos, puesto que dudan de sus virtudes revolucionarias.
Esta posición será duramente criticada por Lenin en su obra El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo.
En Italia, en el interior del PSI, se enfrentan dos grupos "izquierdistas": el dirigido por Amadeo Bordiga y el liderado por Antonio Gramsci.
Reagrupados desde Nápoles en torno al diario "Il Soviet", los bordiguistas proponen la creación de un partido revolucionario ultrajerarquizado y ultracentralizado. La dirección de "L´Ordine nuovo", al contrario, opone el "comunismo de los consejos" al "comunismo del partido": denuncian el ; es decir, la idea de que todo debe estar subordinado a los intereses del partido.
El sindicato, escribe Gramsci, , consistente en , lo cual nada tiene que ver con la revolución. En cuanto a la , ligada al burocratismo y al elitismo, se traduce en (Notas sobre Maquiavelo). Conclusión: el partido y el sindicato pueden ser agentes de la revolución, pero no pueden ser formas privilegiadas, ni la revolución puede confundirse con ellos.
Con su figura corvada, su gruesa nariz, su melena negra y sus eternos "quevedos", Gramsci está presente en todos los congresos, donde lanza su célebre palabra de orden: .
Paralelamente elabora una teoría del "consejismo de las factorías". La idea central es que el proletariado debe instituir su dictadura mediante organismos creados espontáneamente en su seno. Aquí, la palabra-clave es "espontáneamente": implica un retorno a la base.
Bordiguistas y "social-traidores"
Gramsci se vuelca hacia los "consejos de las factorías", que supone la síntesis entre la infraestructura económica y la superestructura política: en el penúltimo estadio de la sociedad comunista, el Estado mundial de los proletarios nacerá de la coalición entre los consejos de las factorías y los consejos de los campesinos. Será la .
.
Desde abril hasta septiembre de 1920, un inmenso movimiento de huelga general sacude el norte de Italia. Es todo un acontecimiento: ("L´Ordine nuovo", 14-04-1921). Desde Turín, Antonio Gramsci anima los "soviets de empresa". .
Pero el entusiasmo se derrumba con la misma rapidez con la cual había surgido. El ala derecha del PSI "rompe" el movimiento. La socialdemocracia pierde terreno. Por lo demás, la decisión de Lenin de acelerar las escisiones comunistas en el seno de los partidos comunistas precipita los acontecimientos. El 21 de enero de 1921, en Livorna (Suiza), la "Fracción Comunista" (FC) del PSI se transforma en el Partido Comunista Italiano (PCI). Gramsci y Togliatti participan en su fundación, pero es Bordiga quien toma el control del partido.
Poco tiempo después una nueva crisis se declara en la Internacional. Inquieto ante los progresos de la "reacción", Lenin propone una estrategia de Frente Popular. Bordiga, en Italia, rechaza colaborar con los "social-traidores". Asegura que el fascismo, , desaparecerá automáticamente con ella. Esta actitud sectaria le priva del apoyo de las masas. El 29 de octubre de 1922, los fascistas llegan a Roma después de su larga marcha; al día siguiente, Mussolini accede al poder.
Pocos meses antes, en Moscú, Gramsci había sido designado miembro del Comité Ejecutivo de la Komintern. Meditando la importancia y la gravedad del desacuerdo entre el PCI y el Kremlin, decide atacar a los bordiguistas y tomar, desde el interior, el control del partido. Pero los apoyos que esperaba no se materializan. En Alemania, una tentativa de alianza entre socialistas y comunistas fracasa en octubre de 1923. Moscú, que creía en la posibilidad de la formación de una internacional de izquierdas, animada por Bordiga con el apoyo de Trotsky (ya en la oposición), encuentra la ocasión para desarrollar una ofensiva contra la "derecha". Gramsci se encuentra solo.
En enero de 1924 es elegido diputado por Venecia. El 12 de febrero lanza el diario "L´Unitá". En enero de 1926, el congreso del PCI debe celebrarse en Lyon, en Francia. Gramsci imponen sus tesis y es nombrado secretario general. Pero es demasiado tarde: carente ya de electorado, desgarrado por luchas intestinas, el partido es ilegalizado el 8 de noviembre y entra en la clandestinidad. Gramsci es arrestado y enviado a la isla de Utica, condenado a veinte años de prisión.
Allí, en su celda, escribe sus textos más importantes: los Cuadernos de prisión. Treinta y tres tomos, tres mil páginas manuscritas.
Libre de las contingencias de la acción, Gramsci repasa toda la praxis del marxismo-leninismo. Reflexiona, en particular, sobre la gran huelga general socialista de 1920. ¿Cómo lograr que la conciencia de los hombres actúe según aquello que debería dictarle su situación de clase? ¿Cómo es que los estratos dominantes se hacen obedecer "naturalmente" por los estratos dominados? Gramsci responde a estas cuestiones mediante el estudio de la noción de "ideología", y operando una distinción decisiva entre "sociedad política" y "sociedad civil".
La teoría del poder cultural
Por "sociedad civil" (termino ya usado por Hegel y, por cierto, criticado por Marx) Gramsci designa el conjunto del sector "privado"; es decir, el sistema de necesidades, la jurisdicción, la administración, las corporaciones, pero también los dominios intelectual, religioso y moral.
El gran error de los comunistas ha sido creer que el Estado se reduce a un simple aparato político. Pero, ; es decir, dirige por medio de una ideología implícita, que reposa sobre los valores admitidos por la mayoría de los societarios. Este aparato "civil" comprende la cultura, las ideas, los modos, las tradiciones –e incluso el "sentido común".
En otras palabras, el Estado no es solamente un aparato coercitivo. Al lado de la dominación directa, del mando que ejerce por medio del poder político, también se beneficia, gracias a la actividad del poder cultural, de (cfr. la distinción hecha por Althusser entre el y los ).
Separándose aquí de Marx, que reduce la a la infraestructura económica Gramsci asegura (sin percibir todavía que la ideología también está ligada a las mentalidades; es decir, a la constitución mental de los pueblos) que es en la sociedad civil donde se elaboran y difunden las visiones del mundo, las filosofías, las religiones y todas las actividades intelectuales o espirituales, explícitas o implícitas, por medio de las cuales se forma y se perpetúa el consenso social. Por ello, reintegrando la sociedad civil al nivel de la superestructura y agregándole la ideología, de la que ella depende, Gramsci distingue, en Occidente, dos formas de superestructura: por una parte la sociedad civil, por la otra la sociedad política o el Estado propiamente dicho.
Mientras en Oriente el Estado lo es todo, en tanto la sociedad civil es , en Occidente, los comunistas deben ser conscientes del hecho de que lo "civil" se ajusta a lo "político". Si Lenin, que ignoraba tal cosa, pudo acceder al poder, fue precisamente porque en Rusia la sociedad civil era prácticamente inexistente. En las sociedades desarrolladas, no es posible la toma del poder político sin la previa captura del poder cultural: <por un largo trabajo ideológico en la sociedad civil que permita preparar el terreno>> (Hélène Védrine, Las filosofías de la historia, 1975). El "paso al socialismo" no pasa ni por el putsch ni por el enfrentamiento directo, sino por la subversión de los espíritus.
El premio de esta "guerra de posiciones": la cultura, que es el puesto de mando de los valores y las ideas.
Gramsci rechaza a la vez el leninismo clásico (teoría del enfrentamiento revolucionario), el revisionismo estaliniano (estrategia del Frente Popular) y las tesis de Kautsky (constitución de una vasta concentración obrera). El "trabajo de partido", pues, consistiría en reemplazar la por la . Conquistada por valores que ya no serán los suyos, la sociedad vacilará sobre sus bases. Y entonces será la hora de explotar la situación sobre el terreno político.
De ahí el rol designado a los intelectuales: . El intelectual es aquí definido por la función que ejerce frente a un tipo dado de sociedad o de producción. Escribe Gramsci: <orgánicamente, una o varias capas de intelectuales, que le dan su homogeneidad y la conciencia de su propia función, no solamente en el dominio económico, sino también en los dominios social y político (Los intelectuales y la organización de la cultura).
A partir de esta definición (demasiado extensa), Gramsci distingue entre los intelectuales orgánicos, que aseguran la cohesión ideológica de un sistema, y los intelectuales tradicionales representantes de los antiguos estratos sociales que persisten a través de las relaciones de producción.
A partir de los intelectuales "orgánicos", Gramsci recrea el sujeto de la historia y de la política, el Nosotros organizador de los otros grupos sociales, por retomar la expresión de Henri Lefebvre (El fin de la historia, 1970). El sujeto ya no es Príncipe, ni el Estado, ni el Partido, sino la Vanguardia intelectual ligada a la clase obrera. Es ella quien, mediante un , cumple una "función de clase" convirtiéndose en portavoz de los grupos representantes en las fuerzas de producción.
La Vanguardia intelectual es quien debe dar al proletariado la y la conciencia necesaria para asegurar su hegemonía –concepto que, en Gramsci, reemplaza y desborda al de "dictadura del proletariado" (en la medida en que desborda la política para englobar la ideología).
Pluralismo y consenso evanescente
De paso, Gramsci detalla todos los medios que estima propios para la : apelación a la sensibilidad popular, inversión de los valores del poder creación de , promoción del teatro, del folklore, del cine. Para la definición de estos objetivos, se inspira en la experiencia inicial del fascismo y su estrecha vinculación con la cultura vanguardista (con el futurismo, particularmente). L comunismo, dice, debe resolver sus problemas teniendo en cuenta la experiencia soviética, pero sin seguir pasivamente este modelo. Esto le conduce a subrayar la especificidad de las problemáticas nacionales. La acción y la estrategia políticas no pueden, a sus ojos, negar la complejidad de las sociedades, ni el temperamento, la mentalidad, la herencia histórica, la cultura y la tradición de las naciones, ni mucho menos las relaciones de las clases entre sí (incluyendo sus aspectos ideológicos), etc.
Gramsci comprende muy bien que el postfascismo no será socialista. Pero piensa que este periodo, durante el cual reinará de nuevo el liberalismo, será una excelente ocasión para practicar la subversión cultural, pues el socialismo estará moralmente en una posición de fuerza.
De este surgirá un nuevo bloque histórico, bajo la dirección de la clase obrera, en tanto que los intelectuales tradicionales serán asimilados o destruidos. Por , noción formada a partir, especialmente, de la situación en el Mezzogiorno italiano, Gramsci entiende un sistema de alianzas políticas que asocien la infraestructura y la superestructura, centrado en torno al proletariado y basado en la "historia"; es decir, sobre las clases y la estructura de las clases en la sociedad.
Esta visión se ha revelado profética. No solamente porque es en los regímenes liberales donde la subversión tiene una mayor libertad de actuación, sino también porque tales regímenes, siendo pluralistas, son el lugar de un débil consenso que favorece la inmersión de los intelectuales en las luchas políticas. (¿Qué es la ideología?, 1976).
Se llega así a un círculo vicioso. La actividad de los intelectuales contribuye a destruir el consenso general, la difusión de las ideologías subversivas se ajusta a los defectos intrínsecos de los regímenes pluralistas. Pero, contra más se reduce el consenso, más se fortalece la demanda ideológica, a la cual responde la actividad de los intelectuales. Así, el efecto es contrario a la mayoría ideológica.
Antonio Gramsci murió de tuberculosis el 25 de abril de 1937. Su hermana Casilda reunió sus Cuadernos y los puso en circulación.
En la primavera de 1944, el PCI aguardaba su gran día bajo la dirección de Palmiro Togliatti (1893-1964). Retomando por cuenta una parte de las tesis de Gramsci se convirtió en el abogado del "policentrismo" –de la ortodoxia plural de los diferentes partidos comunistas. A principios de 1960, esta tesis ejercerá una fuerte influencia sobre los jóvenes comunistas disidentes.
En Italia, la obra completa de Gramsci fue publicada entre 1948 y 1950. Su biografía "oficial" apreció en 1951.
El izquierdismo europeo (el "marxismo occidental", en la terminología de Gramsci) pronto comprendió la lección esencial de Gramsci. A saber: que la mayoría ideológica es más importante que la mayoría parlamentaria y que la primera siempre anuncia la segunda, en tanto la segunda, sin la primera, está llamada a derrumbarse.
["Contrafiguras", Vu de Droite], de Alain de Benoist. Traducción: Santiago Rivas.
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