Republicanos, familias y California
El Partido Republicano se presenta como defensor de las familias, ¿tiene este posicionamiento un impacto real?
No es de extrañar que en Estados Unidos proliferen los analistas políticos. En el país del marketing hace mucho que se estudian los comportamientos y sus pautas, las tendencias y cómo potenciarlas o crearlas. También en el ámbito político: cuando aquí se estilaban los sesudos discursos al otro lado del Atlántico lo que se llevaba era el mensaje directo, claro y, a ser posible, envuelto con cintas de colores. Pero esta tendencia, como bien señalaba en un artículo publicado en este mismo blog por Guillermo Elizalde, La Convención popular y la convicción republicana, no se limita a lo superficial sino que pretende profundizar, ganando una solidez analítica de la que carecen las más de las veces nuestros analistas patrios.
El último ejemplo es el estudio realizado por Steven Sailor, colaborador de la revista The American Conservative y columnista en VDARE.com. Su tesis es la siguiente: el voto norteamericano se guía cada vez más por el factor “familia”. La insistencia del Partido Republicano por presentarse como un partido que defiende los “valores familiares” es recibida con mayor simpatía por aquellos que han formado una familia. Bastante evidente, pero como muchas cosas en esta vida alguien tenía que decirlo. Un padre de familia, a priori, se identificará más con los postulados a favor de la familia que un soltero. Si continuamos este hilo de argumentación será previsible encontrar mayor grado de apoyo a los republicanos en aquellos estados en los que haya una mayor tendencia a formar familias. Y si damos un paso más podremos identificar las condiciones que ayudan a que se formen o establezcan familias. En palabras de Sailor, donde es barato comprar una casa con jardín en un vecindario con buenas escuelas es más probable encontrar más matrimonios, más hijos y mayor apoyo al GOP (Great Old Party, Partido Republicano).
Si acudimos a la estadística podremos ver confirmadas nuestras sospechas: en 2004 George W. Bush consiguió sólo el 44% de los votos de las mujeres blancas solteras, mientras que el porcentaje subió hasta el 61% entre las mujeres blancas casadas. De este modo se llevó la victoria en los 25 estados en los que existe una mayor probabilidad de haber contraído matrimonio entre los 18 y los 44 años. En la misma línea, Bush ganó en 25 de los 26 estados en los que los niños nacidos están por encima de la media nacional.
En cuanto a la cuestión del precio de la vivienda, Sailor sostiene que el camino de casarse, tener hijos y votar republicano empieza cuando una pareja joven es capaz de asumir el coste de una hipoteca. Las cifras que aporta para defender su argumento no son despreciables: Bush consiguió la victoria en los 20 estados con precios de la vivienda inferiores y en los 26 estados en los que la subida del precio de la vivienda ha sido más reducido desde 1980. Además, en un país como Estados Unidos con una alta movilidad geográfica, estos diferenciales pueden provocar a medio plazo desplazamientos que modifiquen los equilibrios políticos en un estado. Es justo lo que podría haber pasado en California, en otros tiempos un buen lugar para establecerse. En la actualidad, Hollywood y Silicon Valley son los referentes de un estado que, para repasar los datos antes analizados, está en el puesto 49 en lo que se refiere a probabilidad de una mujer de estar casada, en el 45 en niños nacidos (cuando en 1990 estaba en el número 15), ha sufrido un enorme incremento en el precio de la vivienda que le coloca en el número 46 en el ranking y que le ha convertido en el estado con un precio de la vivienda más alto de todo Estados Unidos. Se calcula que 2,2 millones de californianos abandonaron California durante la pasada década, principalmente movidos por el deseo de encontrar un lugar más barato en el que criar a sus hijos. Sailor, él mismo californiano, explica que la vida en California se parece cada vez más a una novela de Jane Austen, con parejas esperando a que se muera algún abuelito que les deje una herencia que les permita casarse. En este contexto, ¿adivinan a quienes votan los californianos que han optado por trasladarse a otros estados en los que resulta más fácil y barato vivir en familia?
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El último ejemplo es el estudio realizado por Steven Sailor, colaborador de la revista The American Conservative y columnista en VDARE.com. Su tesis es la siguiente: el voto norteamericano se guía cada vez más por el factor “familia”. La insistencia del Partido Republicano por presentarse como un partido que defiende los “valores familiares” es recibida con mayor simpatía por aquellos que han formado una familia. Bastante evidente, pero como muchas cosas en esta vida alguien tenía que decirlo. Un padre de familia, a priori, se identificará más con los postulados a favor de la familia que un soltero. Si continuamos este hilo de argumentación será previsible encontrar mayor grado de apoyo a los republicanos en aquellos estados en los que haya una mayor tendencia a formar familias. Y si damos un paso más podremos identificar las condiciones que ayudan a que se formen o establezcan familias. En palabras de Sailor, donde es barato comprar una casa con jardín en un vecindario con buenas escuelas es más probable encontrar más matrimonios, más hijos y mayor apoyo al GOP (Great Old Party, Partido Republicano).
Si acudimos a la estadística podremos ver confirmadas nuestras sospechas: en 2004 George W. Bush consiguió sólo el 44% de los votos de las mujeres blancas solteras, mientras que el porcentaje subió hasta el 61% entre las mujeres blancas casadas. De este modo se llevó la victoria en los 25 estados en los que existe una mayor probabilidad de haber contraído matrimonio entre los 18 y los 44 años. En la misma línea, Bush ganó en 25 de los 26 estados en los que los niños nacidos están por encima de la media nacional.
En cuanto a la cuestión del precio de la vivienda, Sailor sostiene que el camino de casarse, tener hijos y votar republicano empieza cuando una pareja joven es capaz de asumir el coste de una hipoteca. Las cifras que aporta para defender su argumento no son despreciables: Bush consiguió la victoria en los 20 estados con precios de la vivienda inferiores y en los 26 estados en los que la subida del precio de la vivienda ha sido más reducido desde 1980. Además, en un país como Estados Unidos con una alta movilidad geográfica, estos diferenciales pueden provocar a medio plazo desplazamientos que modifiquen los equilibrios políticos en un estado. Es justo lo que podría haber pasado en California, en otros tiempos un buen lugar para establecerse. En la actualidad, Hollywood y Silicon Valley son los referentes de un estado que, para repasar los datos antes analizados, está en el puesto 49 en lo que se refiere a probabilidad de una mujer de estar casada, en el 45 en niños nacidos (cuando en 1990 estaba en el número 15), ha sufrido un enorme incremento en el precio de la vivienda que le coloca en el número 46 en el ranking y que le ha convertido en el estado con un precio de la vivienda más alto de todo Estados Unidos. Se calcula que 2,2 millones de californianos abandonaron California durante la pasada década, principalmente movidos por el deseo de encontrar un lugar más barato en el que criar a sus hijos. Sailor, él mismo californiano, explica que la vida en California se parece cada vez más a una novela de Jane Austen, con parejas esperando a que se muera algún abuelito que les deje una herencia que les permita casarse. En este contexto, ¿adivinan a quienes votan los californianos que han optado por trasladarse a otros estados en los que resulta más fácil y barato vivir en familia?
Publicado en American Review por Jorge Soley Climent, 27-04-2006
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