Pero ¿dónde está la izquierda de verdad?
Porque, hombre, esta cosa que nos aflige ahora blasona de izquierda químicamente pura y no ceja en exhibir limpieza de sangre, pero vamos a ver:
Se supone que la izquierda defendía la igualdad y la solidaridad, pero lo que esta izquierda está haciendo es alimentar la desigualdad económica y la insolidaridad entre las regiones de España.
Se supone que la izquierda debería poner el acento en los llamados "derechos civiles", pero lo que esta izquierda ha hecho es detener ilegalmente a ciudadanos que se manifiestan contra el Gobierno y, por lo que va pareciendo, montar un chiringuito de cacicazgo policial.
Se supone que la izquierda tendría que "favorecer al obrero", pero lo que esta izquierda está haciendo (véase la Ley Caldera) es introducir en España una gran porción de mano de obra muy barata, con lo cual bajan los salarios, se deteriora la calidad del empleo, los trabajadores españoles quedan perjudicados y, en fin, terminaremos padeciendo ese mismo proceso que ya hemos visto en otros países de Europa.
Se supone que la izquierda tendría que defender a las mayorías sociales frente a las minorías privilegiadas, pero lo que esta izquierda está haciendo es favorecer a grupos muy minoritarios –el lobby gay, la industria biotecnológica, qué sé yo- y perjudicar a las familias, que cargan con el mayor peso del esfuerzo social.
Se supone que la izquierda debería atar corto a los grandes poderes económicos en provecho del interés público, pero lo que esta izquierda está haciendo es trabajar para poderes muy concretos, en el terreno de la comunicación o en el de la energía, completamente al margen del interés de los ciudadanos.
¿Izquierda? Vale, pero ¿qué izquierda? Lo que el socialismo ZP está recogiendo es lo peor y más turbio de la izquierda propia y ajena: la obsesión por el desmantelamiento de la nación española (una obsesión insólita, exclusiva de "Estepaís"), la vieja herencia comecuras del XIX, la fascinación progre por los dictadores populistas o comunistas, un nihilismo social que en realidad es individualismo burgués elevado al cubo, el recurso a la propaganda y al espectáculo para sepultar el debate civil…
- Ya, pero, oiga, ¿Qué hace usted pontificando sobre la izquierda? ¿No era usted más de derechas que el cardenal Cisneros?
Sí, bueno. Pero, por un lado, con esta derecha que tenemos, tan centradita y tan mona, uno nunca sabe dónde puede acabar. Y por otro lado, ¿qué quiere que le diga? Desearía encontrar a alguien de izquierdas de verdad con quien poder discutir en serio. Porque a lo mejor resulta que si unos y otros nos olvidamos de cosas como la alabanza de Bush, por un lado, y la deriva nihilista, por el otro, que no son cosas propiamente nuestras, sino que nos las han colado nuestros políticos; si nos olvidamos de eso, digo, a lo mejor resulta que estamos todos mucho más cerca de lo que parece. Y eso siempre alegra el corazón.
Se supone que la izquierda defendía la igualdad y la solidaridad, pero lo que esta izquierda está haciendo es alimentar la desigualdad económica y la insolidaridad entre las regiones de España.
Se supone que la izquierda debería poner el acento en los llamados "derechos civiles", pero lo que esta izquierda ha hecho es detener ilegalmente a ciudadanos que se manifiestan contra el Gobierno y, por lo que va pareciendo, montar un chiringuito de cacicazgo policial.
Se supone que la izquierda tendría que "favorecer al obrero", pero lo que esta izquierda está haciendo (véase la Ley Caldera) es introducir en España una gran porción de mano de obra muy barata, con lo cual bajan los salarios, se deteriora la calidad del empleo, los trabajadores españoles quedan perjudicados y, en fin, terminaremos padeciendo ese mismo proceso que ya hemos visto en otros países de Europa.
Se supone que la izquierda tendría que defender a las mayorías sociales frente a las minorías privilegiadas, pero lo que esta izquierda está haciendo es favorecer a grupos muy minoritarios –el lobby gay, la industria biotecnológica, qué sé yo- y perjudicar a las familias, que cargan con el mayor peso del esfuerzo social.
Se supone que la izquierda debería atar corto a los grandes poderes económicos en provecho del interés público, pero lo que esta izquierda está haciendo es trabajar para poderes muy concretos, en el terreno de la comunicación o en el de la energía, completamente al margen del interés de los ciudadanos.
¿Izquierda? Vale, pero ¿qué izquierda? Lo que el socialismo ZP está recogiendo es lo peor y más turbio de la izquierda propia y ajena: la obsesión por el desmantelamiento de la nación española (una obsesión insólita, exclusiva de "Estepaís"), la vieja herencia comecuras del XIX, la fascinación progre por los dictadores populistas o comunistas, un nihilismo social que en realidad es individualismo burgués elevado al cubo, el recurso a la propaganda y al espectáculo para sepultar el debate civil…
- Ya, pero, oiga, ¿Qué hace usted pontificando sobre la izquierda? ¿No era usted más de derechas que el cardenal Cisneros?
Sí, bueno. Pero, por un lado, con esta derecha que tenemos, tan centradita y tan mona, uno nunca sabe dónde puede acabar. Y por otro lado, ¿qué quiere que le diga? Desearía encontrar a alguien de izquierdas de verdad con quien poder discutir en serio. Porque a lo mejor resulta que si unos y otros nos olvidamos de cosas como la alabanza de Bush, por un lado, y la deriva nihilista, por el otro, que no son cosas propiamente nuestras, sino que nos las han colado nuestros políticos; si nos olvidamos de eso, digo, a lo mejor resulta que estamos todos mucho más cerca de lo que parece. Y eso siempre alegra el corazón.
José Javier Esparza
El Semanal Digital, 3 de mayo de 2006
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