La Santa Sede ilustra en la ONU el papel de las religiones en la lucha contra el terrorismo
NUEVA YORK, viernes, 12 mayo 2006 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha ilustrado en las Naciones Unidas la clave para que las religiones se conviertan en «la solución y no en el problema» del terrorismo.
«Las religiones están llamadas a crear, apoyar y promover la precondición de todo encuentro, de todo diálogo y de todo entendimiento del pluralismo y de la diferencia cultural. Esta precondición --aclaró este jueves el arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede, es «la dignidad de la persona humana».
El representante del Papa ante el palacio de cristal de la ONU presentó su propuesta ante la sesión general de la asamblea que está realizando consultas informales sobre estrategias de lucha contra el terrorismo.
«Nuestra común dignidad es una auténtica precondición, pues precede toda consideración o principio metodológico, incluso los del derecho internacional», reconoció.
Se trata de la «ley de oro» que «puede encontrarse en las religiones del mundo» --«no hagas a los demás lo que no quieres que a ti te hagan»--, explicó. Esto es, lo que quiere decir, con otras palabras el concepto de «reciprocidad».
Según el representante vaticano, «alentar la conciencia y la experiencia de esta herencia común entre todas las religiones ayudará sin duda a traducir esta visión positiva en categorías políticas y sociales que, a su vez, influirán en las categorías jurídicas ligadas a las relaciones nacionales e internacionales».
«La Santa Sede quiere apoyar iniciativas que alienten a los creyentes a ser agentes de paz y unirse a todos los que quieran ser puentes de nuestra convivencia pacífica», afirmó monseñor Migliore.
«Cuando es comprendida y vivida la auténtica naturaleza de la religión, puede convertirse en parte de la solución y no en el problema, pues promoverá un compromiso y un respeto de la dignidad de los demás, y del bien común de todos nosotros», aseguró.
El prelado explicó que Benedicto XVI ha invitado a los católicos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad «a unir sus esfuerzos de reflexión, cooperación, diálogo y oración para superar el terrorismo y edificar una convivencia pacífica en la familia humana».
Estudiar las causas del terrorismo, explicó, no significa justificarlas. «Ninguna causa, por justa que sea, puede legitimar el asesinato o mutilación de civiles y no combatientes», advirtió.
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