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Políticamente... conservador

Bolivia 2015 y M.A.S.

Recientemente las ONG del PSOE e IU, organizadas bajo la Plataforma 2015 y más, han arremetido contra los medios de comunicación en su último “Comunicado sobre la nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia” y su contenido es demasiado revelador de una posición política e ideológica que plantea la lucha contra la pobreza en clave de confrontación de clases y de apoyo al establecimiento de regímenes políticos afines.En su comunicado, la Plataforma 2015 y más, que en realidad es un instrumento para politizar la cooperación al desarrollo en España, y a sus publicaciones me remito, apoya que el legítimo gobierno boliviano de Evo Morales nacionalice los hidrocarburos porque lo llevaba incluido en su programa electoral. Parece que, tal y como ha ocurrido en España, las promesas electorales se han convertido en la justificación idónea de todo quebranto del Derecho, pero lo que ningún gobierno debe hacer, por muy soberano que sea, es vulnerar el principio de seguridad jurídica y los acuerdos que conforme a la legítima legalidad habían suscrito gobiernos anteriores, como el de Sánchez de Lozada, que también era un gobierno legítimo.No en vano, causa desasosiego que otra de sus promesas electorales, la convocatoria de una Asamblea Constituyente, se realice sin la previa y necesaria disolución del Parlamento, lo que permitiría a Evo Morales y al M.A.S . (Movimiento Al Socialismo) perpetuarse en el poder, al estilo de su vecino Hugo Chávez, lo que, como a éste, le habilitaría para ir minando las instituciones del Estado.Resulta paradójico que la Plataforma 2015 y más olvide esta amenaza, como también las similitudes con el modelo venezolano de Chávez cuando, para tener tranquilos y cómodos a los militares, se les incorpora al patronato que regulará los hidrocarburos en el futuro, viciando torticeramente tanto al Ejército como la gestión de los hidrocarburos.Es sorprendente que el comunicado de la Plataforma 2015 y más afirme que los beneficios de Repsol YPF no son de los españoles, sino exclusivos de sus accionistas. Semejante afirmación, más propia de un nacionalista independentista, justificaría desamparar a cualquier español, también un cooperante secuestrado en el desarrollo de su trabajo, y por los que afortunadamente cualquier esfuerzo enérgico del Gobierno español no es en balde, aunque ese cooperante sólo beneficie a su ONG o a sus socios “accionistas”. Será interesante ver la cara de Esquerra Republicana de Cataluña cuando se materialice la ya anunciada nacionalización del agua y pongan contra las cuerdas a Aguas de Barcelona .La Plataforma 2015 y más olvida que la población boliviana indígena y pobre lo será aún más cuando la ineficiente gestión pública de los recursos mengüe los beneficios (como ha denunciado la prensa a la que la Plataforma tanto critica), o cuando la inversión extranjera salga despavorida del país. Pero lo más triste es el olvido de la historia y la censura de las claves que nos permiten su comprensión.Falso indigenismo y oportunismo políticoLa terrible situación de este país de diez millones de habitantes tiene unos antecedentes que merece la pena conocer, y no proyectar sobre él las circunstancias de otros países del área.1º Uno de los términos que introduce más confusión al hablar de Bolivia es precisamente el concepto de “indígena” y su identificación con grupos vulnerables.Pero ya en la Bolivia del siglo XIX los indios tenían garantizada su representación y participación pública. Tanto es así que sólo el indígena, que por entonces era un concepto “fiscal”, tenía derecho a la tierra, lo que hizo que muchos descendientes de españoles se registraran como indígenas. Se convertían de este modo en sujetos “productivos” y, por ello, con derecho al voto, según su Constitución de 1826, muy influenciada por las libertades que promulgaba la Constitución de Cádiz.La población indígena ha sido históricamente en Bolivia muy participativa y ha decidido gobiernos. Sin embargo, el discurso historiográfico moderno niega al indígena su protagonismo introduciendo la figura del campesino revolucionario que salva al indígena.Evo Morales, que ahora reivindica el indigenismo, hace tan sólo cinco años rechazaba ser confundido con los indígenas y reclamaba su carácter de “ cholo ”, mestizo. Por eso, donde cala su discurso no es entre los indios, que comprenden que su jersey es el de un cholo , sino entre la opinión pública internacional, ajena e ignorante de la realidad boliviana.La visión del indio como una víctima tiene evidentes réditos políticos; sin embargo denigra a las personas reduciéndolas a sujetos dependientes y subsidiados.Lo cierto es que el discurso indigenista que se cacarea de puertas afuera no existe en Bolivia, pues iría en contra de los blancos, y muchos blancos de tendencia “ progresista ” han votado a Evo, y la que ha elaborado el discurso de Evo Morales ha sido precisamente la tendencia trotskista blanca (véase el gabinete del Gobierno), formada por filósofos, sociólogos e historiadores, aquélla que dio origen al ejército Tupac Amaru .Como dato elocuente, Evo, nacido en Oruro de familia mestiza, emigra a Cochabamba y, desclasado , se convierte en sindicalista cocalero. No habla ni quechua ni aymara, pero hace carrera blandiendo su perorata populista, y es el propio líder indígena Felipe Quispe (el Mallku) el que le llega a acusar de negar su pasado con fines electorales.Desgraciadamente, como siempre, la primera víctima de este discurso indigenista es la mujer, que en una sociedad muy participativa, organizada, con presencia en la calle, prefiere una tendencia “ chola ” que respete su individualidad frente a perfiles indigenistas comunitarios.Este discurso preñado de contradicciones está denigrando ahora, al mestizo al que ningunea frente al indio “puro”. Estos prejuicios van lastrando el imaginario colectivo, donde las distintas etnias quechuas y aymaras, en realidad muy mezcladas, han competido históricamente entre sí.Elites gremiales y clientelismo político2º Otra de las claves para entender la realidad boliviana ha sido el desarrollo de procesos clientelares de gran magnitud. El corporativismo hunde sus raíces en las continuas crisis del país, dividido en gremios de mineros, campesinos, transportistas, cocaleros, maestros, etc. que representan una diversidad de elites que dividen un movimiento indigenista, en realidad muy fraccionado, incluso dentro de los propios quechuas.Son estas elites y gremios las que manejan la riqueza del país, y es bien conocido, por ejemplo, que el sindicato de transportistas controla la riqueza en la frontera con Chile y Perú.Esta fragmentación, expresión de la sociedad, también ha dado lugar a un forzado sistema de coaliciones entre partidos políticos que se ha convertido en un intercambio de prebendas y soluciones de compromiso que no ha permitido reformas legislativas duraderas y que ha sido caldo de cultivo de grupos antisistema.Si bien en el gobierno boliviano, justificando las apariencias, los ministros son sindicalistas e indígenas, detrás hay viceministros muy fuertes de la confianza de Evo Morales que, como experimentado sindicalista, de cara a la galería mantiene un discurso agresivo, pero debajo de la mesa negociará al precio que sea. Ejemplo de esto es la entrada de los militares en la gestión de hidrocarburos, o algunos golpes de efecto como la detención de los funcionarios de Repsol que ya el Tribunal Constitucional boliviano ha declarado ilegal.La gran contradicción es que Evo ha subido al poder apoyado por estas corporaciones (que no son democráticas, sino clientelares) y en un principio se supone que él debería desmontar el sistema gremial-canceroso que le ha aupado al poder.Colonización ideológica y amenaza imperial venezolanaEl papel que podía haber jugado Evo era el de hombre fuerte frente a los gremios y sindicatos metidos en un contrabando que acogota el país, pero en realidad se ha echado en brazos de su mentor Chávez que, con su contundente apoyo técnico y político (casi 2.000 venezolanos y cubanos han llegado a Bolivia para ayudar al Gobierno de Morales a lanzar misiones en las áreas de educación, salud, reforma constitucional, etc.), ha permitido sustituir a Repsol YPF y Petrobras por Petróleos de Venezuela (PDVSA), que ya está formando empresas conjuntas en Bolivia con YFPB (Petróleos de Bolivia).Las consecuencias nefastas para las empresas españolas que invirtieron cientos de miles de millones de dólares en la década pasada serán aun peores en Brasil, donde el aumento del precio del gas disparará los costes de producción, transporte, y por tanto la inflación, lesionando el crecimiento de su economía. El primer interesado en el debilitamiento de Brasil (recordemos aquí la hostilidad del Gobierno Morales hacia Petrobras) es precisamente Argentina, que podría ver un horizonte propicio para renacionalizar YPF.Por si fuera poco, el Gobierno de Venezuela donó el pasado 17 de mayo ocho millones de dólares a través de distintos programas, entre los que destaca el registro de ciudadanos, que traducido significa mayor control social mediante registros electorales, y apoyo a la alfabetización a través de know how cubano que permitirá una mayor penetración ideológica.Sin duda, la sombra de Chávez en el embajador venezolano, Julio Montes Prado, recién llegado de su anterior destino en Cuba, y disfrazado de liki liki caqui militarizado, nos recuerda demasiado a Stalin y su régimen.Roberto VeiraPáginas Digital, 29 de mayo de 2006  

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