El germen totalitario de la política homosexual del gobierno
Este miércoles se habrá votado en la comisión correspondiente del Congreso de los Diputados una proposición no de ley del PSOE que establece una nueva fase en la imposición del modelo de homosociedad.
Como proposición razona que no es suficiente con la “igualdad jurídica” sino que es necesario desarrollar una política de fomento para que la homosexualidad se haga más visible.
En este caso concreto, dicha política pretende aplicarse a la escuela, de manera que se fomenten “las capacidades afectivas del alumnado” y “se establezcan medidas en el sistema educativo en relación a la diversidad afectivo-sexual”.
Una vez más el gobierno juega con la confusión entre dos cuestiones bien diferentes. Una es la del respeto a toda persona en razón precisamente de esta condición, sea o no homosexual, sea cual sea el color de su piel, sus creencias, incluso con independencia de si es un recluso o un ciudadano libre. La dignidad de la persona es inherente a ella y, por consiguiente, inherente es también el respeto.
El gobierno al actuar de esta manera hace algo terriblemente peligroso: Segmenta el respeto e indica quién ha de ser prioritariamente respetado a través de medidas que fomenten la difusión positiva de su naturaleza.
Esto es una perversión de matriz totalitaria.
Los gobiernos no pueden otorgar prioridades específicas que alteren el principio fundamental de tratar a todos como personas, porque entonces está estableciendo diversas categorías.
En realidad esto ya es perfectamente visible en la práctica, donde existe un respeto asimétrico. La persona de segunda categoría es en este caso el cristiano. Sus creencias pueden ser objeto de burla, de mofa, de escarnio y, por consiguiente, todo aquel que las asume está sujeto a este trato denigrante. Baste recordar hechos tan recientes como los que han protagonizado Leo Bassi o la obra “Me cago en….”, o las provocaciones que se están desarrollando en Valencia a causa de la próxima visita del Papa. Todo ello subvencionado por la propia administración socialista.
Es evidente que si el objeto de la mofa de estas obras no fuera lo católico sino lo homosexual se estaría hablando de homofobia, y con razón. Pero esa misma fobia funciona pagada con el dinero de todos contra los católicos.
Esa es la raíz del problema. El de una mentalidad de totalitarismo “soft” que se va acrecentando y que ya traspasa el límite de lo socialmente peligroso. Pero esta no es la única razón que se puede aducir sobre la extralimitación del gobierno.
La conducta sexual en general pertenece para la mayoría de personas al terreno de la moral y éste es un ámbito que queda reservado a los padres por los principios fundamentales y constitucionales.
Son los padres quienes tienen la responsabilidad de educar a sus hijos en lo que consideran actos aceptables o reprobables en el terreno de la moral, y de la misma manera que no se puede impedir a un padre que eduque a su hijo en la castidad hasta el matrimonio, como tampoco lo contrario, la libertad plena para mantener relaciones sexuales, sin que ello signifique que un chico menosprecie a otro en su dignidad por no compartir el mismo principio moral, tampoco se puede impedir a los padres que eduquen a sus hijos en el rechazo de la práctica homosexual.
Esto es lo que debe ser subrayado: la primacía de las razones morales en materia de sexualidad, sin que ello entrañe ningún alegato contra la persona que considera lo contrario.
Diferenciar entre acto y persona es algo elemental que solo la desorientación de nuestro tiempo puede haber confundido.
Editorial de Forum Libertas, 21 de junio de 2006
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