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¿Guerra de sexos?

Asimetría masculina en el fracaso escolar: Ellos fracasan un 57% más que las chicas

Asimetría masculina en el fracaso escolar: Ellos fracasan un 57% más que las chicas

 

Enquistado en torno al 30%, el abandono en secundaria castiga más a los chicos y nos aleja de la media europea

 

El fracaso escolar en España es un hecho constatado y “el problema más grave que tiene nuestro país en la formación de capital humano”. Pero, un hecho poco estudiado es la influencia de la asimetría negativa masculina en el abandono escolar: ellos fracasan un 57% más que las chicas.

 

Además, la actual anomalía del sistema educativo español en el contexto europeo, con un fracaso escolar enquistado en torno al 30% (29,9% en 2006), prácticamente el doble que en la UE-27 (15,3%), tiene en esa asimetría masculina una de sus principales causas.

 

Así lo constata el estudio Asimetría negativa masculina en el fracaso escolar, elaborado por el Instituto de Estudios del Capital Social (INCAS) de la Universidad Abat Oliba CEU.

 

De hecho, “si los resultados masculinos fueran equivalentes a los de las chicas, se estaría cerca de la media europea”, afirman los responsables del informe, que está basado en datos de 2004 publicados por el Ministerio de Educación.

 

Ellos nos alejan de Europa

 

Tal como se puede observar en la tabla 1, al pie de las imágenes que acompañan esta información, extraída del informe del INCAS y que mide el fracaso escolar por sexos, el abandono de los estudios por parte de los chicos es de un 34,8%, mientras que el de ellas alcanza sólo al 22,2%, lo que hace un total de abandono conjunto del 28,7%.

 

La diferencia entre ambos sexos es de 12,5 puntos porcentuales a favor de las chicas, lo que da una idea de que si ellos redujeran su fracaso al mismo nivel que las chicas estaríamos más cerca de la media europea.

 

Una segunda cuestión que se observa en la tabla es que no todas las comunidades tienen un nivel de fracaso escolar verdaderamente preocupante. Se libran de la quema el País Vasco (15,7%), en sintonía con la media de la UE-27; Navarra (18,2%) y Madrid (18,8%). El resto están por encima del 20%.

 

Llama la atención el caso de Cataluña, que padece un abandono escolar del 28,3%, con un 35,1% masculino y un 21,2% femenino, pese a tratarse de una sociedad con un alto nivel de desarrollo.

 

Fracaso persistente

 

Hablamos de cifras de 2004, pero hay que recordar que según el último informe de la Comisión Europea, con datos de 2006, el fracaso escolar en España era de ese 29,9% mencionado al inicio de esta información.

 

Por detrás de España sólo estaban Portugal (39,9%) y Malta (41,7%). El país que nos precedía entonces era Italia y nos sacaba nueve puntos porcentuales. Si la comparación se realiza con otros países como Alemania, Francia, Italia, Reino Unido o Polonia, la diferencia es abismal, dado que ellos estaban en una media en torno al 13%.

 

Estamos hablando, pues, de un problema que no sólo persiste en el tiempo sino que tiende a aumentar, a pesar de los tímidos intentos de la Administración en España para intentar mejorar la situación. El último de ellos, un intento ‘trampa’, es el de que con 4 suspensos se podrá pasar curso en Bachillerato.

 

La anomalía española

 

El estudio del INCAS también muestra una comparación entre diferentes países con respecto a las tasas de graduación en secundaria superior. Así, como se puede ver en la tabla 3, extraída también del informe, España tiene una diferencia de 15 puntos porcentuales entre las tasas masculinas y femeninas, a favor de estas últimas.

 

Si comparamos esa diferencia con la que muestra la media de la OCDE (9), o de la UE-19 (9), el resultado es llamativo, ya que la asimetría negativa masculina de España es muy superior a la de ambas organizaciones internacionales.

 

Y si la comparación se hace con algunos países desarrollados de nuestro entorno, como Italia (3), Alemania (4) o Finlandia (3), los resultados de España se pueden calificar de desastre.

 

Resulta obvio que con un fracaso escolar masculino tan elevado no nos podemos acercar a la media de la UE. No es posible estadísticamente reducir el fracaso total para acercarse a las cifras europeas.

 

“No hay posibilidad de mejora sin reducción de la horquilla que separa el fracaso escolar masculino del femenino”, afirma el estudio del INCAS.

 

Modelo incapaz

 

 “El problema español no es únicamente su tasa de abandono prematuro, sino la incapacidad de reducirla” con el actual modelo de sistema educativo, añade el estudio.

 

En ese sentido, las conclusiones del informe del INCAS son bien precisas:

 

- La importancia y persistencia del fracaso escolar en España es indisociable de una causa que no ha sido ni tan siquiera diagnosticada: el fracaso escolar diferencial negativo de los chicos.

 

No es posible estadísticamente reducir el fracaso total para acercarse a las cifras europeas, para lo que sería necesaria una reducción del 50%, si no se consigue reducir al 50-60% la diferencia negativa que hoy separa al abandono prematuro asimétrico en secundaria de los chicos, en relación a las chicas.

 

- El actual modelo es estructuralmente incapaz de conseguir dicha reducción. La consecuencia es evidente: o se cambia substancialmente el modelo pedagógico y cultural, o no se producirá la rectificación necesaria. Ni la LOE ahora, ni la LOGSE antes, dan ninguna respuesta mínimamente satisfactoria al problema estructural de la asimetría en el fracaso escolar según el sexo.

 

- Al margen de que puedan plantearse otras soluciones, está claro que la educación diferenciada sí constituye una respuesta válida a la crisis. Los resultados que obtiene deberían ser divulgados por las administraciones, y su implantación favorecida allá donde voluntariamente quiera implantarse, incluida evidentemente, la escuela pública.

 

La cuestión de fondo es hasta qué punto el sistema educativo está bien adaptado al desarrollo cognitivo de los chicos, que tiene una especificidad propia, o por el contrario, la influencia de la ideología de género sobre los postulados de la enseñanza, al negar toda diferenciación, acentúa el problema de la asimetría según el sexo en el fracaso escolar

 

- Los esfuerzos de las administraciones públicas para la igualdad entre el hombre y la mujer, necesariamente han de actuar en dos sentidos, sea cual sea la condición perjudicada.

 

Víctor Ruiz   

Forum Libertas, 21 de mayo de 2008

Cada año, 25.000 niños son inducidos por un progenitor a odiar al otro

Cada año, 25.000 niños son inducidos por un progenitor a odiar al otro

 

Algunos colectivos alertan del uso de este mal en los juicios como argumento por parte de maltratadores

 

Los expertos afirman que existe un aumento de casos del llamado síndrome de alienación parental

 

Unos 25.000 niños son inducidos cada año en España por uno de sus progenitores a odiar al otro sin que exista para ello más motivo que el conflicto entre marido y mujer trasladado a los hijos.

 

Cuando estos casos llegan al extremo, pueden desembocar en lo que los expertos han denominado síndrome de alienación parental, un tipo de maltrato psicológico que consiste en manipular la opinión del hijo sobre el otro padre para propiciar el rechazo.

 

Uno de los casos más dramáticos que se han documentado en España tiene por protagonista a un padre gallego, divorciado, y como víctimas a sus tres hijos, que han desarrollado un rechazo que les impide mantener con él contacto físico o verbal, entrar en su casa, comer su comida o compartir la misma mesa.

 

«En la determinación de las razones por las que los niños llegan a esa drástica decisión se encuentra, sin duda, la obra de un adulto que no puede ser otro que su madre, a la que veneran», reza la sentencia de divorcio, en la que la juez hace hincapié en que los niños mienten para perjudicar a su padre.

 

«El síndrome de alienación parental es el caso más extremo, cuando la presión psicológica es tan severa que los niños prefieren alinearse con uno de sus progenitores y rechazar al otro por una cuestión de supervivencia», explica José Manuel Aguilar Cuenca, psicólogo y referencia sobre esta materia en España.

 

«Estamos hablando de una situación impuesta sin causa justificable -añade-. No existe el síndrome si el progenitor rechazado es un maltratador, un borracho... si hay razones objetivas para ello».

 

Según este especialista, autor de libros como El síndrome de alienación parental y Con mamá y con papá , los hijos son manipulados en un tercio de las separaciones contenciosas, lo cual supone casi 18.000 de las ocurridas en España en el 2007 y afecta a más de 25.000 niños al año. Los casos, según él, van en aumento, especialmente desde la reforma de la ley del 2005, que ha hecho que muchos divorcios amistosos acaben en contenciosos.

 

Recientemente, jueces, abogados, psicólogos, médicos y educadores crearon la Asociación Española Multidisciplinar de Investigación sobre Interferencias Parentales, cuyo objetivo es mejorar la protección de los menores en los procesos de separación.

 

Pero existen también voces discrepantes y colectivos que se han posicionado en contra del reconocimiento de este síndrome y de su uso como prueba en los juicios. Uno de ellos es la Federación de Mujeres Progresistas. «Hay que tener cuidado con este mal llamado síndrome que no tiene base científica», explica su presidenta, Yolanda Besteiro, que alerta del peligro de que en los casos de violencia doméstica esto pueda servir como argumento a un maltratador para separar a los niños de la madre.

 

Aguilar Cuenca argumenta que, «aunque solo el 3% de las custodias son para los padres, el 20% de los afectados por el síndrome de alienación son madres que tienen la custodia. La mala leche no tiene sexo».

 

Carlos Gayoso, psicólogo de la Asociación Galega de Pais e Nais Separados, asegura que para evitar estas situaciones «lo importante sería que hubiera una mediación desde el principio y una custodia compartida

 

Catedrática de Psicoloxía Xurídica de Vigo: «Lo más importante es ayudar a los menores» entrevista Francisca Fariña

 

Francisca Fariña asegura que definir y detectar el síndrome de alienación parental «no es una guerra de sexos», sino un intento por proteger a los niños.

 

-¿Qué aspectos definen este síndrome?

-El rechazo, incluso el odio, a un progenitor sin causa real, propiciado por otra persona, con independencia del género.

 

-Hay quienes niegan que tenga base científica y médica.

-Yo también considero que la alienación parental no es una cuestión médica ni clínica, aunque pueda tener implicaciones clínicas, sino que es un proceso complejo de carácter psicojurídico. En cuanto a la denominación de síndrome o no, considero que esto es lo menos relevante. En realidad, lo único importante es ayudar a los menores a los que se priva del derecho de mantener una relación positiva con ambos progenitores, que puede alcanzar la dimensión de un fuerte maltrato psicológico.

 

-¿Se debe evaluar solo a los niños o a todos los implicados?

-De ninguna manera se puede establecer la existencia de alienación parental sin evaluar a ambos progenitores y a los hijos. Incluso, en ocasiones, es preciso extender la evaluación a nuevas parejas y a otros familiares, entre los que destacan los abuelos. De esta forma, un psicólogo jurídico, cuando no evalúa a ambos progenitores y a los hijos, no dispone de datos suficientes para sostener la existencia de alienación parental; a lo sumo, solo estará en condiciones de concluir que hay indicios y, por tanto, recomendar al juez o tribunal una evaluación forense de esa familia.

 

-¿Aceptar su existencia puede servir de argumento a los maltratadores para solicitar la custodia?

-Yo diría que puede servir para que algún maltratador pueda justificar el rechazo de sus hijos, e incluso motivar alienación parental para solicitar la custodia. Sin embargo, nunca sería fructífero si los equipos técnicos de los juzgados tienen la formación necesaria para poder evaluar la violencia familiar, la violencia de género, el abuso sexual y la alienación parental

 

 

 

TESTIMONIO

 

«''Mamá dice que eres malo, pero eres bueno'', me dijo mi hija»

 

Un gallego con tres hijos afectados Darío (nombre supuesto) vive un drama cada fin de semana cuando acude puntual a visitar a sus tres hijos, que residen con su madre.

 

Ellos, dos adolescentes y una niña pequeña, hace tiempo que dejaron de hablarle, de mirarle o de mantener cualquier contacto con él.

 

Salen del portal cogidos de la mano, llevando en el medio, protegida, a la menor. Las visitas paternas se reducen a un breve paseo por las calles durante el cual el padre es el único interlocutor.

 

«Camino detrás, les recuerdo que yo los quiero igual y sin condiciones, que no se preocupen por mí; a la niña pequeña le hago bromas, les recuerdo cosas divertidas del pasado», dice Darío, un gallego que se divorció hace dos años.

 

La sentencia considera acreditada la existencia de un síndrome de alienación parental en estos tres menores. «Los dos niños mayores venían al juicio con la lección aprendida y así lo hicieron repitiendo ambos casi con las mismas palabras que si no querían estar con su padre era porque este les abandona en la calle, les encierra en casa, les insulta y les pega...», escribe la jueza, para afirmar que ninguno de ellos fue capaz de explicar de forma coherente cómo y cuándo se cometían las agresiones.

 

Más revelador fue el testimonio de la preescolar refiriéndose al padre como «ese sinvergüenza». «Al principio ella me hablaba, y los mayores le reñían. ''Mamá dice que eres malo, pero tú eres bueno'', me dijo mi hija con 3 años», cuenta. Ahora tampoco ella le habla para evitar la reprimenda, solo le hace gestos de complicidad a escondidas.

 

El drama empezó cuando el matrimonio vivía bajo el mismo techo. «Un día la niña mayor fue obligada a retirar mi plato de comida de la mesa ?-recuerda-. Luego empezaron a evitar salir a la calle conmigo. Los iba a buscar al colegio y dejaron de subir al coche, dejaron de comer la comida que enviaban mis padres por si tenía algo malo...».

 

El padre asegura que su preocupación son los niños, únicas víctimas de esta situación: «Veo a mi hijo mayor muy triste y lo he visto sufrir, haciéndome gestos que manifestaban algo distinto a lo que me podía decir. Ellos buscan su supervivencia; tienen que volver a casa y no pueden desobedecer. No son libres».

 

Darío se refugió en escribir un diario en el que dejó constancia de la evolución de sus hijos cada fin de semana, un documento que pone a disposición de cualquier experto interesado. Desde hace un tiempo ha dejado de escribir, porque ya no tiene nada nuevo que contar. «Es siempre lo mismo, camino detrás de ellos y ellos siguen sin hablar».

 

Beatriz Pallas

La Voz de Galicia, 16/4/2008

 

¡Bravo por el Ministerio de Igualdad!

¡Bravo por el Ministerio de Igualdad!

Estoy entusiasmado. Debo reconocerlo: me encanta la idea. ¡Nada menos que un Ministerio para avanzar decididamente en la igualdad real entre hombres y mujeres! Que se anticipe en el futuro e impulse nuevos movimientos sociales igualitarios. Que supere viejos y nuevos prejuicios. Más allá de los dogmas imperantes. Formidable.

 

Por ello espero que –sin miedo y bajo su sabio impulso- se empiece a valorar por igual, en juzgados y comisarías, la palabra de hombres y mujeres. Y que el principio de presunción de inocencia tenga efectos reales…. ¡también con los hombres! Y que la Justicia persiga con el mismo entusiasmo las denuncias falsas, los maltratos psicológicos, los asesinatos, etc., sean sus víctimas mujeres… u hombres.

 

Seguro que este Ministerio abordará sin prejuicios el Síndrome de Alienación Parental, partiendo del hecho de que sus víctimas pueden ser niñas… y niños; y que el agresor puede ser hombre, pero también mujer.

 

También deposito mi esperanza en este Ministerio por lo que respecta a ese slogan casi clandestino, silenciado por los mass-media, y al que se apuntan cada vez más hombres y mujeres de todas las ideologías; que dice algo así como “custodia compartida ya”. Vamos, que los hombres –incluso- podrían ver y atender a sus hijos, una vez expulsados del hogar merced al correspondiente repudio judicial, algo más del actual 8% del tiempo actual que de media “disfrutamos”. Por cierto, ¿la presunción jurídica y sociológica de “buena madre” podrá coexistir, o al menos dejar paso, a la de “buen padre”? ¿O seguirá siendo, el hombre, un sujeto jurídico de segunda, sospechoso de cualquier brutalidad, siempre movido por impulsos criminales, y, en consecuencia, difícilmente un “buen padre”?

 

¿Sería mucho pedir que este Ministerio de Igualdad, preocupado por la salud integral de mujeres (y hombres, suponemos…), impulse estudios y medidas tendentes a reducir el impacto de los autoaccidentes automovilísticos que encubren el suicidio de numerosos varones en proceso de crisis familiar o separación contenciosa. Y también podrían impulsar -los Ministerios de Igualdad y Sanidad- campañas contra la mutilación genital MASCULINA, que, al igual que Teruel, también existe. Y si no se lo creen, pregúnteles a los no pocos musulmanes y hebreos aquí residentes.

 

Y, cómo no, bienvenidas las cuotas. Dadas las tendencias actuales, algo hará este Ministerio para que la sanidad, la Justicia, la Docencia, la Función Pública… no terminen convirtiéndose en cotos exclusivos de mujeres. ¡Una oportunidad a los menos evolucionados de la humanidad, por favor!

 

¿Y una política de vivienda para los más desfavorecidos? Jóvenes, mujeres maltratadas, inmigrantes, excarcelados… ¿y viviendas también para divorciados expoliados econonómicamente? Oiga; que muchos se conformarían con unas económicas soluciones habitacionales. Tampoco es pedir mucho, ¿o sí?

 

La lista de sugerencias, de buenos deseos, de programas “rompedores”, sería interminable. Y seguro que a usted, paciente lector, se le ocurren más y mejores. Muchos más.

 

Pero… ¡se me olvidada! ¡Estamos en España! Y, aquí, la igualdad, en realidad, quiere decir supremacía; y el feminismo encubre hembrismo; y la supuesta protección de la mujer alimenta toda una industria de la desigualdad que se traduce en dolor, sufrimiento y agravios irracionales. Pero, no se alarmen… que no es para tanto. ¡Cuánto se quejan los hombres! Pobrecillos. No se enteran. Ni falta que hace.

 

¿Ministerio de Igualdad o Ministerios de la Verdad y del Amor en uno, versión siglo veintiuno, del Gran Hermano? Mejor dicho: Gran Hermana. Que estamos en la España del talante zapateril. Y no en el 1984 de Orwel.

 

 

Fernando José Vaquero Oroquieta

Diario Liberal, 14 de abril de 2008

Más de 160 cuestiones de inconstitucionalidad contra la Ley de Violencia de Género

Más de 160 cuestiones de inconstitucionalidad contra la Ley de Violencia de Género

Los jueces consideran que vulnera el principio de igualdad y que es discriminatorio castigar más a los hombres que a las mujeres por el mismo delito de violencia sexista

 

El año 2007 se cerró con la constatación de que la Ley Integral contra la Violencia de Género no consigue frenar los feminicidios. Ante esta realidad, distintos jueces han presentado más de 160 cuestiones de inconstitucionalidad ante el Alto Tribunal.

 

Los jueces consideran, entre otras cosas, que esta ley, aprobada el 29 de diciembre de 2004, vulnera el principio de igualdad que recoge el artículo 14 de la Constitución Española, según indican fuentes del Tribunal Constitucional (TC).

 

Las mismas fuentes señalan que la mayoría de las cuestiones han sido interpuestas contra los artículos 153 y 171 del Código Penal al considerar los jueces que es discriminatorio que a los hombres se les castigue con una pena superior que a las mujeres por el mismo delito de violencia sexista.

 

La última oleada de cuestiones se ha producido en las últimas semanas, en las que se han presentado más de una veintena. Hasta la fecha, el Alto Tribunal ha admitido a trámite todas ellas.

 

“Revisar miles y miles de sentencias”

El portavoz del Consejo General del Poder Judicial, Enrique López, ha pedido al TC que avale o rechace la constitucionalidad de la ley “cuanto antes” porque hay muchas víctimas y agresores pendientes de la resolución judicial.

 

Además, López añadió que en caso de que el Alto Tribunal dé la razón a estos jueces “habrá que revisar miles y miles de sentencias” dictadas desde la entrada en vigor de la Ley contra la Violencia de Género.

 

Por su parte, la presidenta de la Federación de Mujeres Separadas y Divorciadas, Ana María Pérez del Campo, asegura que hay “un grupo reducido de jueces que quieren boicotear la ley” y que, a su modo de ver, están librando una batalla “ideológica y no jurídica”.

 

Sin embargo, lo cierto es que las cifras no avalan los argumentos de Pérez del Campo, porque esa ley que los jueces “quieren boicotear” no ha conseguido reducir los feminicidios, sino que éstos aumentaron en 2007 como nunca antes lo habían hecho, hasta alcanzar las 78 víctimas.

 

Imponer la ideología de género

El problema de esta ley es que es ideológica y política, detrás de ella subyace el empeño de la izquierda más radical por imponer la ideología de género. La ley parte de la idea de que la violencia contra la mujer es una condición estructural de la naturaleza masculina.

 

Así, el culpable de esa violencia y agresiones no es tal o cual persona en particular, afectado por una obvia patología, sino que lo es el hombre en general por el mismo hecho de ser hombre.

 

O sea, que mientras haya masculinidad habrá violencia. Por eso, la ideología de género propugna abolir la masculinidad y la feminidad: según este ideario, habrá violencia mientras no se llegue a ese estadio.

 

Forum Libertas, 14 de marzo de 2008

¿Cómo acabar con la violencia doméstica?: La ley no frena los feminicidios

¿Cómo acabar con la violencia doméstica?: La ley no frena los feminicidios Con la ley de Zapatero, cada 5 días murió una mujer a manos de su pareja; se judicializan los conflictos y se desprecian las posibilidades de mediación o conciliación

En plena campaña electoral, este martes, 26 de febrero, España registró la jornada más sangrienta por violencia doméstica desde que se manejan datos estadísticos. En menos de 24 horas cuatro mujeres perdieron la vida a manos de su pareja.

Como era de esperar, tanto Zapatero como Rajoy se apresuraron a hacer declaraciones al respecto. El presidente del Gobierno anunció al día siguiente que, si gana las elecciones, convocará una Conferencia de Presidentes de las Comunidades Autónomas “extraordinaria y urgente” para lanzar un plan común.

Por su parte, Mariano Rajoy aseguró que, si él es el vencedor el 9-M, será “implacable y contundente” con la violencia de género. Pero, también advirtió que no se combate esa lacra con la actual ley, sino que “se necesitan juzgados, policías y medidas preventivas”.

 

Más feminicidios que nunca

 

Lo cierto es que, hasta ahora, la Ley Integral contra la Violencia de Género que el Ejecutivo de Zapatero puso en marcha el 29 de diciembre de 2004 no sólo se ha mostrado ineficaz para atajar el goteo de muertes por esta causa sino que los feminicidios van en aumento.

 

El año pasado hubo más mujeres muertas a manos de su pareja que nunca, un total de 78, y desde que se hizo efectiva la ley ya han muerto 224 mujeres por violencia doméstica, o sea que en ese tiempo ha habido un feminicidio en España cada 5 días.

 

Además, el inicio de 2008 no ha mejorado la situación: en enero murieron 7 mujeres por esta causa y en este mes de febrero, si no se produce ningún otro caso de última hora, se han cometido ya otros 9 feminicidios.

 

De seguir a este ritmo, una media de 8 asesinatos por mes, a final de 2008 se podrían llegar a contabilizar casi 100 muertes de mujeres por esta causa.

 

Ante estos datos y los que exponemos en la tabla que sigue a continuación, que se refieren a la evolución de la violencia doméstica desde que se activó la ley, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Cómo conseguir que haya menos violencia y menos feminicidios?

 

EVOLUCIÓN DE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (Desde el inicio de la Ley Integral contra la Violencia de Género)

 

Estadística

 

Total de feminicidios: 224

 

Denuncias por maltrato: 185.275

 

Procedimientos judiciales abiertos: 207.623

 

Sentencias dictadas: 69.400

 

Condenados: 50.000

 

Hombres encarcelados: 4.000

 

Órdenes de protección: 84.005

 

Cifras que se acumulan

 

 

Desde diciembre de 2004 hasta el 31 de diciembre de 2007 se han producido 185.275 denuncias por maltrato, según los datos que manejan los ministerios de Interior y Justicia.

 

En el primer año de la ley (2005) se produjeron 59.758 denuncias, en 2006 fueron 62.170 y en 2007 la cifra ascendió a 63.347, o sea más de 170 denuncias por día, por lo que se puede observar un incremento constante de denuncias año tras año.

 

Además, desde la entrada en vigor de la tutela judicial, o sea el 25 de junio de 2005, hasta el 15 de febrero de este año se han abierto 207.623 procedimientos judiciales por violencia de género, según constata el Observatorio Estatal de Violencia de Género (OEVG) del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Es decir, cada día se incoan unos 216 procedimientos judiciales por esta causa.

 

El número de personas juzgadas por este motivo supera de largo las 69.400, una cifra que ya esgrimía en octubre de 2007 la presidenta del OEVG, Montserrat Comas, quien constataba que de esa cifra de sentencias dictadas unas 50.000 fueron condenadas, es decir un 72%. Así, casi tres de cada cuatro supuestos agresores fueron declarados culpables.

 

4.000, en prisión

 

Según fuentes penitenciarias, hay 4.000 hombres encarcelados por violencia doméstica, esto es un 8% de los condenados. Además, esos 4.000 presos suponen el 6% de la población reclusa.

 

Cabe imaginar el caos que se organizaría en las prisiones españolas si se hubieran resuelto de forma rápida todos los procedimientos judiciales abiertos. Actualmente habría en prisión el triple de hombres encarcelados por violencia doméstica, o sea 12.000.

 

Por otra parte, a fecha de 15 de febrero de 2008 había 84.005 mujeres con protección oficial, según los datos del OEVG. La pregunta que surge inmediatamente es ¿cómo se puede proteger de forma efectiva a un número tan alto de mujeres?

 

Pero, la ineficacia en la protección de estas mujeres aún sería más grave si ya se hubieran resuelto todos los procedimientos judiciales, pues estaríamos hablando de más de 250.000 mujeres con órdenes de protección. Parece evidente que estas cifras resultan imposibles y que, de ser ciertas, el número de muertes por violencia doméstica sería mucho más elevado.

 

En cualquier caso, la propia Confederación Española de Policía (CEP) denuncia las carencias que tienen en la protección de mujeres maltratadas.

 

Hay provincias donde un sólo policía prejubilado o en segunda actividad está destinado a proteger a alrededor de cien supuestas víctimas de malos tratos, mientras que la ley establece que este número no puede superar la decena.

 

¿Judicializar?, mejor conciliar

 

Todo lo expuesto anteriormente lleva a concluir que se han enconado y judicializado conflictos que, en lugar de ir directamente al juzgado, podrían haberse solucionado mejor con un mediador o terapeuta de familia, por ejemplo.

 

Al mismo tiempo, hay que señalar que todos los juicios que no acaban en condena suelen dejar una ‘huella’ posteriormente en la pareja y en sus hijos, que en nada beneficia a su relación y que puede volver a ser fuente de conflictos.

 

Otro aspecto a destacar es la excesiva dureza de la ley, que provoca una gran magnitud de condenas en ocasiones por causas leves. La ley trata como delito lo que muchas veces no pasa de ser una falta que no tiene por qué considerarse como violencia condenable judicialmente, como ya han denunciado numerosas asociaciones de padres separados.

 

Las sentencias pueden acabar en no condena, en condena ‘leve’, como alejamientos, multas, separaciones, etc., o en prisión. Las penas de cárcel lo son en muchos casos por faltas consideradas como delitos, cuando no como resultado de una denuncia falsa en un proceso de separación.

 

Este tipo de condenas no se producirían si esa falta fuera ocasionada por una mujer a un hombre o a otra mujer, o por un hombre a un hombre. De hecho, muchos de los hombres que han ido a prisión por esta causa no se puede considerar que sean delincuentes peligrosos como para estar encerrados.

 

Efecto multiplicador

 

Al mismo tiempo, la propia ley es susceptible de producir un efecto multiplicador en las agresiones: a más denunciados, detenidos y presos por esta causa, más violencia por parte de muchos de estos hombres, cuando no más muertes, como se constata por el incremento de víctimas.

 

Y es que la ley está mal hecha. Parte del principio de que la violencia es estructural y es innata en el hombre. Además, da por hecho que cualquier conflicto entre la pareja es indicio de una situación de violencia.

 

Minusvalora la figura del mediador o conciliador entre los conflictos de pareja, que podría, como mínimo, evitar que ese conflicto fuera a más, o incluso reconciliar a la pareja.

 

Un enfoque menos ideológico sería admitir que la violencia contra la mujer es patológica, no estructural. Es la excepción, no la norma. Surge en gran medida de las situaciones de ruptura.

 

Se intenta implantar la idea de que el amor, el compromiso o la reconciliación son inviables, e incluso caldo de cultivo de violencia.

 

En el fondo hay un conflicto entre dos antropologías: la que confía en la bondad del hombre y su capacidad de mejorar, de cambiar, y la que hace peligrosa la condición del varón y del amor.

 

La Administración debería de ocuparse de este problema con mucha más atención, si quiere evitar el incremento de cifras de violencia doméstica y, sobre todo, del aumento de víctimas mortales.

 

Víctor Ruiz   

Forum Libertas, 29/02/2008

 

Mujer liberada, mujer esclava

Mujer liberada, mujer esclava


Cuatro mujeres asesinadas a manos de sus parejas convierten en una broma macabra el pregonado éxito de la ley contra la violencia de género, que se ha mostrado eficacísima... para aumentar la guerra de sexos. En su día no fuimos pocos los que recordamos que esta ley, combinada además con el divorcio express, iba a multiplicar la llamada violencia de género. Y eso considerando que el lobby feminista afincado en el Gobierno Zapatero silencia la violencia femenina contra sus parejas masculinas.     

Es curiosa la ceguera del feminismo y de la progresía. Llevan 30 años predicando la liberación sexual, esa estupenda doctrina que convierte a la mujer en esclava sexual del varón y que, como ningun otro movimiento o doctrina en toda la historia, ha cosificado a la mujer. Eso sí, en nombre de la libertad. De hecho, del feminismo siempre ha salido o hacia la esclavitud o hacia el lesbianismo. Por lo general, hacia ambas cosas a un tiempo.

 

El ínclito Marcuse, uno de los intelectuales que más necedades pronunció en el siglo XX insistía en que el objetivo de la revolución no debía ser el derrumbamiento de la clase dominante sino el intercambio de violencia por sexo. Ya saben, haz el amor y no la guerra. Don Herbert no habló del hastío, prólogo de la violencia, que produce el sexo desamorado, sin entrega al otro, es decir con la utilización del otro. Y cuando se trata de violencia física, lo lógico es que gane el que más fuerza física posee: el varón. El día en que el sexo se divorció del amor y de la fecundidad, la mujer fue condenada a ser una cosa.

 

Y como no hay nada más natural que lo sobrenatural, las normas morales se encarnan en la vida cotidiana. La unión indisoluble entre sexo y amor es algo que el hombre puede conocer o ignorar, pero la mujer lo sabe siempre, por la sencilla razón de que lo vive. Si quieren ustedes que una mujer pierda su dignidad anímenla a la más libérrima actividad sexual. La feminidad sabe que el sexo siempre es un medio, y si se le considera un fin, entonces no sirve ni como medio.

 

En suma, a mayor promiscuidad sexual mayor esclavitud de la mujer y, atención, más violencia contra la mujer, convertida en un instrumento para goce del hombre, que piensa: ¡A bodas me convidan! Placer físico a discreción y sin compromiso alguno. Y cuando la mujer, aborrecida de ser tratada como un animal -o de comportarse ella misma como un animal- se rebele contra la desesperación que el produce el desamor -y que ellas vivencian con especial intensidad-, le arreo.

 

Si a ello unen un varón acosado, o un montón de hombres a los que les han privado de sus hijos y les han destrozado la vida, el resultado no hace falta imaginarlo: lo estamos viendo.

 

Eulogio López

Hispanidad, 27 de febrero de 2008

 

La ideología de género triunfa en la legislación española

La ideología de género triunfa en la legislación española Conclusiones de una jornada de estudios universitarios

MADRID, viernes, 22 febrero 2008 (ZENIT.org).- La ideología de género se ha introducido fuertemente en el ordenamiento jurídico español en los últimos cuatro años, más que en otros países occidentales, con una subversión de los valores cuyos efectos negativos serán visibles pronto.

 

Es la tesis de María Lacalle, profesora de Derecho Civil de la Universidad Francisco de Vitoria, expuesta durante la Jornada sobre Ideología de Genero organizada el pasado 16 de febrero por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de esa universidad de Madrid.

 

Leyes como la del «matrimonio homosexual», la ley contra la violencia de género, e incluso regulaciones que han tenido menos repercusión como la del «cambio de sexo» en el Registro Civil, suponen una implantación formal de esta ideología en España, que previsiblemente se reforzaría con una introducción de los «derechos reproductivos» si se modificara la ley del aborto.

 

La ideología de género, nacida del feminismo radical, se impuso a nivel mundial en la Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Pekín en 1995: los lobbies «consiguieron imponer a los países miembros el compromiso de incorporar la «perspectiva de género» en todas sus políticas y medidas legislativas», afirma María Lacalle.

 

Según esta investigadora, la ideología de género ha logrado imponerse en España en tres ámbitos legislativos clave: la identidad personal, la familia y la educación.

 

La ideología del género «parte del convencimiento de que la mujer ha sido explotada por el hombre a lo largo de la historia mediante la imposición de roles y estereotipos sociales totalmente injustos y arbitrarios que la han mantenido apartada de la vida pública, privada de derechos y recluida en el ámbito familiar», afirma.

 

La «deconstrucción» de la identidad personal

 

Según María Lacalle, la ideología de género «pretende instaurar una sociedad en la que todos los individuos sean iguales, una sociedad sin diferencias entre los sexos en la que cada uno, independientemente de las características biológicas con las que nazca, escoja su propia identidad de género y su propia orientación sexual».

 

La investigadora cree que esta ideología está detrás de varias de las leyes aprobadas en los últimos años, como la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, en el apartado en el que regula el cambio de sexo en el Registro Civil cuando «no se corresponda con su identidad de género».

 

«Esta ley banaliza de una manera alarmante la cuestión de la identidad sexual. En primer lugar, no requiere un estudio psiquiátrico en profundidad, sino que permite que se cambie la inscripción registral con un simple informe psicológico; no exige cirugía de reasignación sexual, y tampoco establece como estrictamente obligatorio el haber seguido un tratamiento médico para acomodar las características físicas a las correspondientes al sexo reclamado».

 

Para Lacalle, esta ley muestra «una concepción del ser humano según la cual la identidad sexual es una variable subjetiva de cada persona. Es como si cada uno pudiera «inventarse» a sí mismo: la naturaleza no cuenta, cada uno hace lo que quiere porque la libertad se concibe como una fuerza omnipotente y autocreadora. El deseo de cada uno se convierte en motivo suficiente para pretender alterar la realidad».

 

Esta concepción del hombre proclama la libertad absoluta como liberación de lazos y condicionamientos, aún aquellos naturales como la relación paterno-filial. Como consecuencia, todas las instituciones sociales quedan minadas y se subvierte el orden social, con consecuencias que los expertos participantes en la jornada prevén desastrosas para la sociedad.

 

El tabú de la maternidad

 

La maternidad, como realidad fisiológica exclusiva de la mujer, es una de las cuestiones más atacadas por las feministas de género: los nuevos derechos reproductivos y sexuales «tienen por objeto que la mujer controle por completo la fertilidad, y que tienen como núcleo central el acceso al aborto sin restricciones de ningún tipo, como algo imprescindible para que la mujer pueda ser auténticamente libre», afirman.

 

«Más que de «derechos reproductivos» deberían hablar del «derecho a no reproducirse», que es lo que realmente quieren. Por eso buscan formas para liberar a la mujer de la «tiranía» de su naturaleza biológica, permitiéndole escapar de la «barbarie» del embarazo. Reclaman una solución técnica que les permita alcanzar el objetivo último que es la liberación de la maternidad», denuncia Lacalle.

 

Como detalle que expresa esta concepción, María Lacalle explica que los términos «maternidad» y «procreación» están siendo sustituidos en los textos internacionales por «trabajo reproductivo». «Este término fue acuñado por Carolyn Hannan, que fue Directora de la División para el Avance de la Mujer de la ONU, y desde entonces se utiliza profusamente. Es un término que indica claramente la concepción que tienen de la maternidad. La consideran como una maldición,  una carga pesada que la sociedad ha impuesto a la mujer para someterla y recluirla en el ámbito privado, para que no pueda prosperar profesionalmente. Todo lo que sirva para liberar a la mujer de este trabajo reproductivo debe ser promocionado social y jurídicamente», añade.

 

Esta concepción explica el renovado interés por la modificación de la ley del aborto, reclamada desde las organizaciones feministas cercanas al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de manera especial en los últimos meses.

 

La «guerra de los géneros»

 

Otra de las leyes en las que el feminismo radical ha logrado imponerse es la Ley Orgánica 1/2004, de medidas de protección integral contra la violencia de género. En ella, la relación entre el hombre y la mujer se define como «necesariamente conflictiva». De hecho, en el preámbulo se afirma que «la violencia se dirige contra las mujeres por el hecho de ser mujeres y que es consecuencia de la desigualdad histórica de la mujer en la sociedad».

 

«La concepción de las relaciones entre el hombre y la mujer en términos de lucha, de rivalidad, de antagonismo, provoca un desquiciamiento de la propia identidad tanto de la mujer como del hombre», afirma Lacalle. Además, esta ideologización no lleva realmente a la solución del problema, pues no se tienen en cuenta otras causas directamente relacionadas con el aumento de la violencia, como la drogadicción o las rupturas familiares.

 

Para la investigadora, se están manipulando los datos: «desde los años noventa han ido aumentando las muertes de mujeres a manos de sus parejas y ex-parejas  pero también las muertes de hombres a manos de sus parejas y ex-parejas, los suicidios de unos y otros, la muerte de niños, la violencia de los adolescentes contra sus padres y  las agresiones a las personas de mayor edad dentro del ámbito doméstico. Por no mencionar la violencia en parejas de lesbianas, que es mucho más elevada que la que se produce en parejas heterosexuales. Pero todos estos datos no se difunden a través de los medios de comunicación, y si no se difunden, no existen».

 

¿El fin de la familia?

 

Según Lacalle, uno de los objetivos del feminismo de género es acabar con la familia, a la que considera «la principal fuente de opresión de la mujer»: «Estamos asistiendo a una transformación radical del Derecho de Familia, que ya no la protege, sino que la crea, la inventa. Es la ley, sin ninguna consideración a la realidad natural, la que decide qué es el matrimonio, qué es la familia y qué es la paternidad».

 

Esta ideología subyace en las leyes 13/2005 (por la que se modifica el Código civil en materia de derecho a contraer matrimonio para dar cabida a las uniones homosexuales),  15/2005 (por la que se regula el divorcio unilateral y sin causa), y 14/2006 (sobre técnicas de reproducción humana asistida), así como en la supresión del apartado 3 del artículo 154 del Código Civil, que reconocía la facultad de los padres de corregir moderada y razonablemente a los hijos, y la polémica asignatura de «Educación para la Ciudadanía».

 

Para la profesora de Derecho Civil, las últimas reformas de Derecho de Familia «han suprimido el matrimonio. El matrimonio, en cuanto unión de un hombre y una mujer abierta a la vida y con vocación de permanencia, ya no existe en nuestro ordenamiento jurídico». Con la ley 13/2005, «se contempla el matrimonio como un invento social que va cambiando y adaptándose a las circunstancias históricas».

 

«Parece claro que el inusitado interés en aprobar esta ley no se debía simplemente al deseo de dar entrada al pequeño número de homosexuales que quiere contraer matrimonio - desde la entrada en vigor de la ley hace dos años y medio unos 4.500 - sino de obtener el reconocimiento social para la homosexualidad y redefinir radicalmente el matrimonio, privándole de sus elementos esenciales», añade.

 

Por otro lado, la ley del «divorcio exprés» «encaja perfectamente en la ideología de género, pues si cada uno se construye y se «inventa» a sí mismo, y puede construir su relación como quiera, también se le debe reconocer la capacidad de destruirla a capricho».

 

«El concepto de matrimonio que se maneja en esta ley se basa en el mero afecto, prescindiendo de cualquier función social, y se pone todo el énfasis en la satisfacción emocional, psicológica y sexual que proporciona a sus participantes. La ley se fija en el deseo y en la libertad individual. Si uno de los cónyuges desea romper su matrimonio, su deseo ha de hacerse realidad sin más consideraciones. No hay que tener en cuenta al otro cónyuge, ni tampoco hay que pensar en el daño, a veces irreparable, que se produce en los hijos. Sólo el deseo es importante», añade.

 

           

 

Para María Lacalle, «lo que se le está diciendo a la sociedad es que el matrimonio no es importante, que el contrato matrimonial vale menos que cualquier otro contrato civil o mercantil».

 

Padres sin hijos, hijos sin padre

 

Otra de las claves del desarrollo legislativo en cuanto a identidad personal se refiere, es la Ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción humana asistida, en la cual se redefine la paternidad y la maternidad como un «derecho» que la sociedad debe satisfacer.

 

Lacalle explica que la ley reconoce el derecho de acudir a estas técnicas a toda mujer mayor de edad independientemente de su estado civil y orientación sexual. Si es una mujer casada con un hombre, la ley «presume» que el padre es el marido de la mujer; si es una mujer casada con otra mujer, la ley las considera a ambas «progenitoras»; y si es una mujer sola, el niño legalmente no tiene padre, porque según la ley el donante no es un padre sino «el lugar» donde se ha producido el material genético. «No es que su padre no lo quiera reconocer, es que, legalmente, no tiene padre, y no se le permite buscarlo, ni conocerlo, ni relacionarse con él en manera alguna». Por la misma razón, al ser la paternidad y la maternidad un rol social y nada más, se defiende la adopción por parte de homosexuales.

 

Además, la legislación se entromete también en el derecho de los padres a educar a sus hijos. Para la investigadora «es una intromisión bastante sorprendente, teniendo en cuenta las circunstancias, pues parece que el panorama generalizado no es precisamente de autoritarismo de los padres hacia los hijos, sino todo lo contrario. La mayor parte de los padres han tirado la toalla, han abdicado de su autoridad y consienten todo a sus hijos. Y sin embargo, parece que existe un interés en minimizar la autoridad de los padres, en lugar de en reforzarla».

 

Lacalle recuerda que en la Ley Orgánica de Educación «no se menciona para nada la autoridad de los padres. Esto ya fue denunciado por el Consejo de Estado en su informe, que recomendó al Gobierno que incluyera algún párrafo que hiciera hincapié en la autoridad de padres y profesores, pero el Gobierno hizo caso omiso».

 

Por otro lado, el rebajamiento de la edad de consentimiento para mantener relaciones sexuales ha provocado que muchos padres no sepan nada -ni tengan derecho a ello- de la vida de sus hijos. «Según la legislación vigente, a los trece años se puede consentir en mantener relaciones sexuales, sea con personas del mismo o de distinto sexo, incluso con un adulto. Las propias administraciones fomentan la precocidad de los adolescentes en materia sexual, como queda demostrado en los folletos de sexo infantil que se reparten en los centros escolares de algunas comunidades autónomas».

 

Por otro lado, la Ley Orgánica de Educación 2/2006, «está impregnada de ideología de género, lo cual queda  claro desde el mismo Preámbulo, donde se dice que son fines de la educación, entre otros, el desarrollo de las capacidades afectivas del alumnado, el reconocimiento de la diversidad afectivo-sexual, así como la valoración crítica de las desigualdades, que permita superar los comportamientos sexistas».

 

«En la asignatura Educación para la Ciudadanía esta ideología está presente en todas las etapas, especialmente en la Educación Secundaria Obligatoria. Se rechaza cualquier diferenciación entre varón y mujer, llegando a identificar diferencia con discriminación, se insiste machaconamente en la diversidad afectivo-emocional, en la posibilidad de elegir la propia identidad y orientación sexual», añade.

 

¿Quién gana?

 

María Lacalle afirma que el ataque a la familia «es una constante de todas las ideologías totalitarias que han pretendido un control de la persona. En todo este proceso de ingeniería social o deconstrucción de la sociedad, la familia es un obstáculo. Minar la autoridad de los padres es necesario para manipular libremente a los niños y configurar sus conciencias y su visión del mundo y de las cosas».

 

Para el padre Luis Garza, vicario general de la congregación de los Legionarios de Cristo, de estas legislaciones no se benefician las mujeres, ni los niños, ni la sociedad: «es un hecho comprobado que la desatención de los padres de familia suele crear en los hijos personalidades débiles, incapaces de pensamiento crítico, sujetos siempre a la moda imperante y con temor de enfrentar el status quo y reducidas a una máquina de consumo».

 

«Esto sin duda es algo cómodo para algunos grupos que quieren adquirir y mantener el poder político por generaciones y sería ya suficientemente malo, pero además es el preludio para manipulaciones de gran envergadura como las que experimentamos en el siglo XX».

 

Para el padre Garza, doctor en Derecho Canónico, la estrategia de estos grupos es o bien «conseguir un control político para obtener el poder». «Estamos ante la reivindicación más clara de Gramsci y su estrategia para la obtención del poder».

 

«Si  lo que se busca es cambiar la cultura por motivos ideológicos, porque se piensa que esto es lo correcto y porque hemos vivido siglos engañados debido a lo reaccionario de la Iglesia y sus postulados, estamos ante un experimento de ingeniería social que puede tener tremendas y nefastas consecuencias ante el que debemos estar todos alerta y oponernos decidida e inteligentemente», afirma.

 

 

 

Cardenal Rylko: Persistente urgencia de un «nuevo feminismo»

Cardenal Rylko: Persistente urgencia de un «nuevo feminismo»

Apertura del Congreso Internacional del dicasterio para los Laicos

ROMA, jueves, 7 febrero 2008 (ZENIT.org).- Urge la promoción de un «nuevo feminismo» que reconozca el «genio femenino» y trabaje por la superación de toda forma de discriminación, advierte el presidente del Pontificio Consejo para los Laicos.

Se hizo portavoz de la propuesta, de Juan Pablo II, el cardenal Stanislaw Rylko este jueves, al abrir el Congreso internacional que sobre el tema «Mujer y varón, la totalidad del humanum» promueve su dicasterio en el XX aniversario de la carta apostólica «Mulieris dignitatem».

 

Fue el primer documento del magisterio pontificio dedicado por completo a la mujer; mantiene su actualidad y es de reflexión obligada porque, como alertó el purpurado polaco, presenciamos a diario la «rápida y profunda transformación de los modelos de la identidad femenina y masculina, y de la relación entre sexos».

 

Son consecuencia de «nuevos paradigmas culturales»; entre ellos, dos tendencias dominantes del feminismo radical: el «empowerment», que pretende defender la identidad femenina «haciendo de la mujer la antagonista del hombre», y la «ideología de género», que pretende suprimir la diversidad sexual concibiéndola «exclusivamente como el resultado de condicionamientos socio-culturales», apuntó el cardenal Rylko.

 

De ahí la difusión de identidades masculinas y femeninas «extremadamente confusas» --observó--, reflejo de una modernidad sin puntos de referencia que sustituye la verdad con una pluralidad de opiniones.

 

«Esta tendencia amenaza y pone en cuestión particularmente la figura de la madre y del padre», por lo tanto, «la institución del matrimonio heterosexual y la familia biparental», constató.

 

En concreto alertó de que «hoy está en marcha una gran batalla por la persona humana, por su dignidad y su vocación trascendental, que se combate precisamente en torno a la mujer, al concepto de femineidad».

 

Consciente de ello, el Pontifico Consejo para los Laicos lleva años siguiendo «con gran interés todo lo que sucede en el gran mundo femenino a nivel cultura, a nivel social y también a nivel político», explicó el purpurado a Zenit posteriormente.

 

«Como dicasterio que se ocupa precisamente de los laicos, estamos especialmente comprometidos ante este desafío que actualmente la Iglesia, y sobre todo los laicos católicos, debe afrontar, porque --insistió-- este reto antropológico se dirige no sólo a la Iglesia en abstracto, sino justamente a los hombres y a las mujeres católicas».

 

Ciertamente «se necesita una denuncia de la injusticia y de la discriminación de la mujer, se necesita una denuncia de la peligrosidad de estos nuevos paradigmas culturales, promovidos actualmente en el mundo a nivel global, pero sobre todo se necesita un testimonio», puntualizó.

 

Tal testimonio se debe traducir en «un anuncio positivo de que vale la pena vivir la propia identidad, masculina y femenina, según el plan de Dios, de que esto es bello y da mucha felicidad», recalcó a Zenit.

 

En su intervención, el cardenal Rylko había hecho hincapié la enseñanza de Juan Pablo II: «Femineidad y masculinidad --decía-- son complementarios entre sí no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino ontológico»; «gracias a la dualidad de lo masculino y lo femenino el [ser] humano se realiza plenamente».

 

Ni «igualdad estática y homologante» ni «diferencia abismal e inexorablemente conflictiva»: la relación hombre-mujer es natural y responde al plan de Dios, que es la unidad de los dos «que consiente a cada uno --escribía el fallecido Papa-- sentir la relación interpersonal y recíproca como un don enriquecedor y responsabilizante ».

 

La persona «existe siempre y sólo como hombre y mujer», añadía.

 

Y fue el propio Juan Pablo II quien invitó a los laicos «a hacerse promotores de un "nuevo feminismo"» que supiera «reconocer y expresar el verdadero genio femenino en todas las manifestaciones de la convivencia civil, trabajando por la superación de toda forma de discriminación, de violencia y de explotación», recordó el cardenal Rylko en su intervención.

 

La fuerza moral de la mujer --apuntaba el Papa Karol Wojtyla en «Mulieris dignitatem»-- «se une a la conciencia de que Dios le confía de manera especial al hombre, al ser humano», y se necesita esa sensibilidad por cada persona.

 

«De aquí --apuntó el purpurado-- surge también un papel particular de la mujer en la evangelización de la cultura».

 

De jueves a sábado, el Congreso Internacional --en el que están representados medio centenar de países de los cinco continentes--, con sus trabajos, busca recalcar la necesidad de fundar en principios sólidos, antropológicos y teológicos, toda reflexión orientada a contribuir a una auténtica promoción de la mujer en la sociedad y en la Iglesia.

 

Benedicto XVI recibirá a sus participantes el sábado.

 

Por Marta Lago