¿Cómo acabar con la violencia doméstica?: La ley no frena los feminicidios
En plena campaña electoral, este martes, 26 de febrero, España registró la jornada más sangrienta por violencia doméstica desde que se manejan datos estadísticos. En menos de 24 horas cuatro mujeres perdieron la vida a manos de su pareja.
Como era de esperar, tanto Zapatero como Rajoy se apresuraron a hacer declaraciones al respecto. El presidente del Gobierno anunció al día siguiente que, si gana las elecciones, convocará una Conferencia de Presidentes de las Comunidades Autónomas “extraordinaria y urgente” para lanzar un plan común.
Por su parte, Mariano Rajoy aseguró que, si él es el vencedor el 9-M, será “implacable y contundente” con la violencia de género. Pero, también advirtió que no se combate esa lacra con la actual ley, sino que “se necesitan juzgados, policías y medidas preventivas”.
Más feminicidios que nunca
Lo cierto es que, hasta ahora, la Ley Integral contra la Violencia de Género que el Ejecutivo de Zapatero puso en marcha el 29 de diciembre de 2004 no sólo se ha mostrado ineficaz para atajar el goteo de muertes por esta causa sino que los feminicidios van en aumento.
El año pasado hubo más mujeres muertas a manos de su pareja que nunca, un total de 78, y desde que se hizo efectiva la ley ya han muerto 224 mujeres por violencia doméstica, o sea que en ese tiempo ha habido un feminicidio en España cada 5 días.
Además, el inicio de 2008 no ha mejorado la situación: en enero murieron 7 mujeres por esta causa y en este mes de febrero, si no se produce ningún otro caso de última hora, se han cometido ya otros 9 feminicidios.
De seguir a este ritmo, una media de 8 asesinatos por mes, a final de 2008 se podrían llegar a contabilizar casi 100 muertes de mujeres por esta causa.
Ante estos datos y los que exponemos en la tabla que sigue a continuación, que se refieren a la evolución de la violencia doméstica desde que se activó la ley, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿Cómo conseguir que haya menos violencia y menos feminicidios?
EVOLUCIÓN DE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (Desde el inicio de la Ley Integral contra la Violencia de Género)
Estadística
Total de feminicidios: 224
Denuncias por maltrato: 185.275
Procedimientos judiciales abiertos: 207.623
Sentencias dictadas: 69.400
Condenados: 50.000
Hombres encarcelados: 4.000
Órdenes de protección: 84.005
Cifras que se acumulan
Desde diciembre de 2004 hasta el 31 de diciembre de 2007 se han producido 185.275 denuncias por maltrato, según los datos que manejan los ministerios de Interior y Justicia.
En el primer año de la ley (2005) se produjeron 59.758 denuncias, en 2006 fueron 62.170 y en 2007 la cifra ascendió a 63.347, o sea más de 170 denuncias por día, por lo que se puede observar un incremento constante de denuncias año tras año.
Además, desde la entrada en vigor de la tutela judicial, o sea el 25 de junio de 2005, hasta el 15 de febrero de este año se han abierto 207.623 procedimientos judiciales por violencia de género, según constata el Observatorio Estatal de Violencia de Género (OEVG) del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Es decir, cada día se incoan unos 216 procedimientos judiciales por esta causa.
El número de personas juzgadas por este motivo supera de largo las 69.400, una cifra que ya esgrimía en octubre de 2007 la presidenta del OEVG, Montserrat Comas, quien constataba que de esa cifra de sentencias dictadas unas 50.000 fueron condenadas, es decir un 72%. Así, casi tres de cada cuatro supuestos agresores fueron declarados culpables.
4.000, en prisión
Según fuentes penitenciarias, hay 4.000 hombres encarcelados por violencia doméstica, esto es un 8% de los condenados. Además, esos 4.000 presos suponen el 6% de la población reclusa.
Cabe imaginar el caos que se organizaría en las prisiones españolas si se hubieran resuelto de forma rápida todos los procedimientos judiciales abiertos. Actualmente habría en prisión el triple de hombres encarcelados por violencia doméstica, o sea 12.000.
Por otra parte, a fecha de 15 de febrero de 2008 había 84.005 mujeres con protección oficial, según los datos del OEVG. La pregunta que surge inmediatamente es ¿cómo se puede proteger de forma efectiva a un número tan alto de mujeres?
Pero, la ineficacia en la protección de estas mujeres aún sería más grave si ya se hubieran resuelto todos los procedimientos judiciales, pues estaríamos hablando de más de 250.000 mujeres con órdenes de protección. Parece evidente que estas cifras resultan imposibles y que, de ser ciertas, el número de muertes por violencia doméstica sería mucho más elevado.
En cualquier caso, la propia Confederación Española de Policía (CEP) denuncia las carencias que tienen en la protección de mujeres maltratadas.
Hay provincias donde un sólo policía prejubilado o en segunda actividad está destinado a proteger a alrededor de cien supuestas víctimas de malos tratos, mientras que la ley establece que este número no puede superar la decena.
¿Judicializar?, mejor conciliar
Todo lo expuesto anteriormente lleva a concluir que se han enconado y judicializado conflictos que, en lugar de ir directamente al juzgado, podrían haberse solucionado mejor con un mediador o terapeuta de familia, por ejemplo.
Al mismo tiempo, hay que señalar que todos los juicios que no acaban en condena suelen dejar una ‘huella’ posteriormente en la pareja y en sus hijos, que en nada beneficia a su relación y que puede volver a ser fuente de conflictos.
Otro aspecto a destacar es la excesiva dureza de la ley, que provoca una gran magnitud de condenas en ocasiones por causas leves. La ley trata como delito lo que muchas veces no pasa de ser una falta que no tiene por qué considerarse como violencia condenable judicialmente, como ya han denunciado numerosas asociaciones de padres separados.
Las sentencias pueden acabar en no condena, en condena ‘leve’, como alejamientos, multas, separaciones, etc., o en prisión. Las penas de cárcel lo son en muchos casos por faltas consideradas como delitos, cuando no como resultado de una denuncia falsa en un proceso de separación.
Este tipo de condenas no se producirían si esa falta fuera ocasionada por una mujer a un hombre o a otra mujer, o por un hombre a un hombre. De hecho, muchos de los hombres que han ido a prisión por esta causa no se puede considerar que sean delincuentes peligrosos como para estar encerrados.
Efecto multiplicador
Al mismo tiempo, la propia ley es susceptible de producir un efecto multiplicador en las agresiones: a más denunciados, detenidos y presos por esta causa, más violencia por parte de muchos de estos hombres, cuando no más muertes, como se constata por el incremento de víctimas.
Y es que la ley está mal hecha. Parte del principio de que la violencia es estructural y es innata en el hombre. Además, da por hecho que cualquier conflicto entre la pareja es indicio de una situación de violencia.
Minusvalora la figura del mediador o conciliador entre los conflictos de pareja, que podría, como mínimo, evitar que ese conflicto fuera a más, o incluso reconciliar a la pareja.
Un enfoque menos ideológico sería admitir que la violencia contra la mujer es patológica, no estructural. Es la excepción, no la norma. Surge en gran medida de las situaciones de ruptura.
Se intenta implantar la idea de que el amor, el compromiso o la reconciliación son inviables, e incluso caldo de cultivo de violencia.
En el fondo hay un conflicto entre dos antropologías: la que confía en la bondad del hombre y su capacidad de mejorar, de cambiar, y la que hace peligrosa la condición del varón y del amor.
La Administración debería de ocuparse de este problema con mucha más atención, si quiere evitar el incremento de cifras de violencia doméstica y, sobre todo, del aumento de víctimas mortales.
Víctor Ruiz
Forum Libertas, 29/02/2008
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