Lecciones de Líbano
En el otro lado de la mesa, Israel ha enseñado su debilidad. Por primera vez desde su fundación, el Estado Hebreo no termina una campaña militar con una victoria nítida. Seguro que su fuerza de guerra está intacta, y en último extremo su armamento nuclear. Pero en los países árabes han tomado nota de que la debilidad de Israel, como la de los ejércitos occidentales, es que sus soldados no están tan dispuestos a morir como los fanáticos combatientes de Hizbolá.
En el complejo universo del Islam, las imágenes de la extracción de los niños libanés de los escombros, determina una acumulación progresiva de odio que se centra en la sensación de que el mundo occidental no tiene en cuenta los sufrimientos de los árabes y los musulmanes. Pero hay otras noticias que conectan con la sensibilidad de entender que Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel no respetan los derechos humanos en su lucha contra el terrorismo y que la seguridad de esa parte del mundo no tiene en cuenta cautelas que estaban asentadas en nuestra cultura democrática.
Ahora, una juez federal de Detroit, Anna Diggs Taylor, ha ordenado interrumpir inmediatamente las medidas que si control judicial, permitían el espionaje electrónico de la administración Bush. El gobierno norteamericano, después de los escándalos de Abub Grahib, de las matanzas de civiles en Irak, de las protestas internacionales por el secuestro de personas y por el centro de internamiento de Guantánamo, no solo no corrige el alza de sus disposiciones sino que la propia justicia norteamericana las determina ilegales.
Ahora, lo inmediato, es una fuerza de interposición y un mandato claro de Naciones Unidas para serenar la confusa situación de Líbano. Pero en el medio plazo, tan importante como unas acertadas medidas antiterroristas que garanticen la seguridad de occidente está extremar las políticas que frenen el odio creciente que se asienta en el inmenso hemisferio del Islam que sigue promoviendo que los fanáticos integristas sean el lugar de acomodo de todas las frustraciones.
Carlos Carnicero
Elplural.com, 18 de agosto de 2006
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