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Políticamente... conservador

Conociendo al Islam

El socialismo como antesala del islam

El socialismo como antesala del islam El pasado septiembre los norteamericanos recibieron un mensaje contra el colonialismo, la globalización, el sistema capitalista, las grandes corporaciones, el préstamo con interés, los neocons, la guerra de Vietnam, la Inquisición y el calentamiento global. En definitiva, una buena síntesis de las manías socialistas, apoyada en citas de Noam Chomsky. Ahora bien, el mensaje no proponía el socialismo, sino el islam. Y lo firmaba Osama ben Laden. 

Aunque el socialismo se presenta como doctrina de librepensamiento, progreso y secularización, es decir, como una aparente antítesis del islam, las afinidades entre ambos son notables. Durante un tiempo, cuando el musulmán bolchevique Sultán Galiyev trabajaba para extender el socialismo a las poblaciones islámicas, pareció que el islam iba a ser un instrumento de la expansión mundial del socialismo. Pero el fenómeno se invirtió tras la caída del Muro de Berlín, y el socialismo puede convertirse ahora en la antesala de la islamización de Occidente.

 

El socialismo es una ideología y el islam una religión, pero eso no entorpece sus mutuas conexiones. Hace tiempo que Proudhon demostró la naturaleza teológica del socialismo, y desde Mahoma hasta Sayid Qutb el islam funciona como una ideología. Es legítimo, pues, comparar socialismo e islam. Por otro lado, se dirá que ambos son polifacéticos, con versiones radicales y moderadas. Pero hay acuerdo entre los dogmas fundamentales de las tendencias mayoritarias, cuyas diferencias no son de partitura, sino de ritmo, volumen e instrumentos. El yihadismo resuena con fuerza en los principios del islam tradicional, y la mentalidad iluminista y revolucionaria del siglo XVIII pervive en la secularista socialdemocracia occidental. A pesar de sus matices, es posible definir socialismo e islam con bastante precisión.

 

Comparemos los fines de ambas doctrinas. Rousseau y Mahoma están de acuerdo en la bondad primigenia del hombre: su naturaleza es sana, y está libre de pecado original, pero la sociedad lo corrompe. Sólo la expansión de ciertas estructuras políticas colectivas, ya del socialismo, ya de la comunidad islámica o umma, pueden asegurar la paz y el bienestar de toda la humanidad. Por eso islam y socialismo proponen el establecimiento de una utopía terrenal, a golpe de Corán o de Código Civil. La utopía socialista se ha llamado falansterio, comunismo, socialismo bolivariano o Alianza de Civilizaciones; la musulmana se llama Dar al Islam y su ley es la sharia. Cualquier alternativa, especialmente la cristiana, debe combatirse por opiácea e impía. No es difícil imaginar cómo la concepción del hombre, el anhelo utópico y la manía anticristiana pueden convertirse en tobogán socialdemócrata hacia el mahometismo.

 

Tanto en el socialismo como en el islam, los medios para alcanzar estas promesas liberadoras pasan por la revolución y su necesaria ración de violencia. Ésta parece inherente al socialismo y a su sangrienta historia, desde la guillotina hasta el Gulag. Los "grupos de liberación" terroristas, el aborto invisible, la silenciosa eutanasia y la liquidación de embriones representan lo mismo, con estética socialdemócrata post-cheka. En el lado islámico, es revelador que el año cero del islam –la Hégira– recuerde el pacto entre Mahoma y los caudillos de Medina para guerrear contra La Meca; de ahí la reflexión de Donoso sobre una religión que "lleva en la punta de su espada todos sus milagros, todos sus argumentos y todos sus testimonios". También hoy el revivir islámico predicado por Maududi o Jomeini recomienda la espada como medio para alcanzar la emancipación, en el islam, de los débiles y oprimidos de todo el planeta. El acuerdo práctico de socialistas y musulmanes en que el buen fin justifica los malos medios anuncia mayores colaboraciones.

 

La mezcla de los fines y medios antedichos desemboca en el totalitarismo, donde se encuentran de nuevo socialismo e islam. Han pasado Fouché y Stalin, pero la alteración de la realidad, el sacrificio de las partes por el todo, el miedo paralizante de lo políticamente correcto, el progresismo, la destrucción de la familia, la ideologización de todos los ámbitos sociales, la omnipresencia del Estado, la soledad y el sentimiento de impotencia predominan en el Occidente socialdemócrata. En cuanto al islam, es sabido que nunca separó a Dios del César, que la aqida o credo religioso musulmán abarca todo aspecto de la existencia, y que casi siempre es utilizada por el gobernante de turno para controlar los detalles de la vida familiar y social. La convergencia del islam y el socialismo español en el camino totalitario es manifiesta, por ejemplo, en la ley –socialista y antifamiliar– de divorcio-repudio, en la ley de culto –de molde saudí– promovida por el tripartito catalán o en la promoción de la Educación para la Ciudadanía en las escuelas-madrasas españolas.

 

Hemos comprobado que las afinidades en los fines, medios y consecuencias del socialismo y el islam son más profundas de lo que muestran los mensajes de Al Qaeda, los seminarios sobre el Che organizados por Ahmadineyad, la conversión al islam de comunistas como Roger Garaudy y Mansur Escudero o la admiración del PSOE por Tarik Ramadán y la Alianza de Civilizaciones. Pero la sintonía de medios y fines no será la causa principal de la convergencia entre el socialismo y el islam. Como ya vio Tomás de Aquino, la utopía o "promesa de deleites" y la revolucionaria "violencia de las armas" no bastaron para extender el islam. Fue necesario un "creer a la ligera", un debilitamiento intelectual que aislara la fe de la razón. De manera semejante, el secularismo que aísla la razón de la fe parece el rasgo distintivo del socialismo. Y tal vez sea este común raciocinio defectuoso lo que más facilite la alianza entre islam y socialismo en el siglo XXI.

 

Guillermo Elizalde Monroset, 8 de enero de 2008

© Fundación Burke

El Islam y la democracia americana: es hora de que los musulmanes ingresemos en el movimiento conservador

El Islam y la democracia americana: es hora de que los musulmanes ingresemos en el movimiento conservador

Ha llegado el momento de que los musulmanes de América salgan de las sombras de la sociedad americana e ingresen en el movimiento político conservador americano. Debemos trabajar como comunidad religiosa para llevar al Islam a la corriente política de América.

 

Los musulmanes se esconden en América y siguen permaneciendo en silencio sobre el terrorismo y la corrupción del mundo musulmán. Debemos denunciar categóricamente el terrorismo y la corrupción social. Los musulmanes americanos deben redefinir el Islam del siglo XXI.

 

América está metida hoy en dos guerras en sendos países musulmanes – Afganistán e Irak. Además, el Presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad amenaza a Occidente y su apoyo a Israel, sobre todo con la búsqueda de armamento nuclear.

 

El mundo musulmán está definido por regímenes despóticos, conflictos armados, terror contra civiles y violencia sectaria. El mundo musulmán parece vacío de dinamismo espiritual e intelectual. Hemos permitido que el Islam quede relegado a los márgenes de la civilización humana.

 

Aquí en casa, hay una elevada probabilidad de que células terroristas durmientes estén planeando la masacre de civiles americanos y la destrucción de instalaciones económicas y militares clave, amenazando la seguridad nacional de América.

 

Nosotros, en la comunidad musulmana, tenemos que reconocer a América como república fundada sobre valores judeo-americanos. Y es imperativo, después del horror del 11 de septiembre del 2001, que la comunidad musulmana americana redefina el Islam en armonía con la democracia americana y su herencia judeo-cristiana.

 

Hoy, los musulmanes americanos tienen una gran oportunidad de redefinir el Islam como religión vibrante capaz de estar a la altura de los desafíos sociales, políticos y económicos de un siglo XXI globalizador. Los musulmanes americanos pueden jugar un papel particularmente productivo, ingresando en la corriente conservadora americana.

 

América, al igual que la comunidad islámica global, está metida en una lucha por definirse en mitad de un rápido cambio cultural – una fusión. América encara un conflicto nacional en el que los conservadores se oponen a un secularismo radical, los excesos del materialismo y las fuerzas del socialismo “progresista”.

 

En la corriente conservadora americana, los musulmanes encontrarán otros grupos religiosos tales como católicos, judíos ortodoxos y conservadores, y una representación muy fuerte del movimiento evangélico protestante.

 

Entrando en el movimiento, los musulmanes encontrarán un sustrato común basado en valores sociales y religiosos. Abarca un fuerte compromiso con creencias religiosas básicas, así como con la familia tradicional, la comunidad, y la prosperidad socio-económica.

 

Dada la presente crisis dentro de ambas culturas, los musulmanes saben que existe una sociedad que puede existir entre América y el Islam. Y dentro de esta relación mutua, los musulmanes pueden ayudar a mejorar lo mejor de la herencia monoteísta judeo-cristiana. A su vez, los musulmanes americanos pueden reformar el Islam con vistas a estar a la altura de las necesidades sociales y económicas de su comunidad en el futuro.

 

En las elecciones presidenciales del 2000, la comunidad musulmana apoyó firmemente al Presidente George W. Bush y al partido Republicano. En el 2004, sin embargo, la comunidad musulmana apoyó de manera aplastante al candidato Demócrata John Kerry, migrando del partido Republicano. Hoy, solamente el 12% se llama Republicano, mientras que el 50% se considera Demócrata y el 31% independiente.

 

¿El motivo? Tras el 11 de Septiembre, la comunidad musulmana reaccionó negativamente a las políticas del Presidente Bush en la guerra global contra el terror. La USA Patriot Act, por dar un ejemplo, fue un pretexto para el pánico y la histeria dentro de la comunidad musulmana americana. Las organizaciones musulmanas clave hicieron causa común para fomentar el terror dentro de la comunidad musulmana americana.

 

La directiva musulmana auto-establecida de América se disfraza de “defensa de los derechos civiles”, pero no representa intereses más especiales que los grupos que emplean tácticas de miedo para lograr fines políticos. El estamento islámico de América es incapaz de aunar el Islam con la corriente post-11 de Septiembre en América.

 

El Presidente Bush hace una distinción clara, afirmando que América está en guerra contra el terrorismo - América no está en guerra con el Islam. Sin embargo, muchos líderes de la comunidad musulmana escogen no educar a los musulmanes sobre esta distinción.

 

Además, gran parte de la presente directiva musulmana practica la apología de las organizaciones terroristas. Muchos en las organizaciones, en virtud de las tácticas de presión y propaganda, minan con eficacia la seguridad nacional.

 

Si la comunidad musulmana americana continúa apoyando a líderes desacreditados y adoptando una agenda progresista-socialista antitética con la democracia americana, el Islam continuará siendo irrelevante para los americanos de buena voluntad durante otro siglo más.

 

La comunidad musulmana debe permanecer resuelta frente al terrorismo. La comunidad musulmana americana debería pedir el final de todos los conflictos armados que implican al mundo musulmán. Los musulmanes americanos deben adoptar un papel más activo a la hora de aportar soluciones innovadoras al final del derramamiento de sangre y la violencia que afectan al mundo musulmán.

 

También debemos mostrar firme apoyo público a los valientes hombres y mujeres en las fuerzas armadas norteamericanas. Rendir tributo a los hombres y mujeres que arriesgan sus vidas por las libertades de las que disfrutan los musulmanes de América reforzará nuestro vínculo con la sociedad americana.

 

Por Imaad Malik

Colaboraciones nº 1180   |  1 de Septiembre de 2006

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Cómo se trabajan los terroristas a los medios

Cómo se trabajan los terroristas a los medios Occidente - los medios occidentales en particular - continúa irremediablemente perdido con respecto a la manipulación terrorista. Mi propio modo de explicarlo es: "La primera noticia que sale, se lleva la palma". Hezbolá, Hamas, las diversas facciones de la OLP y al Qaeda, todas utilizan este principio simple para influenciar a la opinión pública mundial y a los legisladores.

El ejemplo más reciente es la tragedia de Qana. Siete horas después de un ataque israelí contra un edificio desde el que Hezbolá lanza misiles contra Israel, los portavoces de Hezbolá informan de 56 muertos, incluyendo 34 niños que habrían sido asesinados. Pero Cruz Roja Internacional informaba posteriormente de 28 muertos, 16 de ellos niños.

Una vez que aparecieron las noticias, los fotógrafos de información fueron invitados a fotografiar la escena. Cientos de fotografías muestran a Hezbolá y a empleados de rescate de Cruz Roja posando con varios cadáveres de niños durante más de una hora bajo un sol libanés de justicia, en una impactante muestra de falta de respeto hacia los muertos, antes de abandonar los pequeños cadáveres sin ceremonias extendidos por el suelo y sin cubrir con fundas mientras esperan el funeral.

Los agudos comentaristas de noticias acuden prestos a ocupar el vacío mediático inmediato. En la práctica, se encuentran "milagrosamente" en el lugar donde aparece la noticia. Con el fin de lograr su ventaja de relaciones públicas, están dispuestos a simular sucesos y fabricar noticias, que llevan hasta límites sensacionales acaparando titulares con lemas sonoros y vistosos. A continuación corren a difundir su primera noticia entre una audiencia lo más amplia posible.

Otro ejemplo reciente: la familia palestina de siete miembros fallecida en una playa del norte de Gaza el 8 de junio, acaparando titulares por todo el mundo. Hamas se encontraba inmediatamente en la escena; su gente filmó selectivamente el lugar, y a continuación lo limpió rápidamente para que no se pudieran tomar otras fotografías.

En palabras de Hamas, un buque israelí había disparado contra la familia, generando una masacre. Esa noticia llegó a las ondas como un misil y reverberó durante días por todo el mundo. El periódico británico The Guardian, por dar un ejemplo, informaba, "Una andanada de artillería israelí impactó sobre una populosa playa de Gaza ayer, matando a siete palestinos, tres de ellos niños".

Pero el ejército israelí recogió fragmentos de metralla extraídos del cuerpo de una joven, que estaba siendo tratada en un hospital israelí - y descubrió que los materiales no concordaban con los proyectiles israelíes. Exámenes adicionales del lugar procedentes de fotografías aéreas de expertos internacionales en explosivos demostraron que el cráter de la explosión no era del tipo causado por un proyectil de artillería. Al final, el escenario más probable resultó ser que la explosión estaba causada por una mina colocada probablemente por Hamas con el fin de proteger la playa de incursiones israelíes procedentes desde el mar.

Pero la que se recuerda es la primera versión de la historia - en la práctica se ha convertido en un ejemplo de la retórica anti-Israel, apoyando las acusaciones de Hamas de brutalidad israelí.

El caso por excelencia es Jenin, la ciudad palestina objeto de una operación militar israelí en abril del 2002. Actuando para cortar el flujo de terroristas suicida que habían asesinado a 151 israelíes en tres meses, las tropas israelíes libraron combates puerta a puerta con el fin de evitar herir a civiles. Pero la agencia palestina de noticias, Wafa, corrió a contar al mundo que los israelíes habían masacrado a más de 500 civiles inocentes - y una vez más, la noticia coló.

En la realidad, una comisión independiente de Naciones Unidas determinó más tarde que los soldados israelíes habían abatido solamente a 56 palestinos, en su mayoría armados.

Para su propio crédito, Nic Robertson, de CNN, ha admitido que su información del 19 de julio concerniente al Líbano estuvo marcada por límites impuestos por Hezbolá. "Ellos designan los lugares a los que vas", decía.

"Hezbolá practica una operación mediática muy, muy sofisticada y cuidada", ha observado Robertson. "Pueden conceder o cortar el acceso... No accedes sin su permiso". La corresponsal de la CBS Elizabeth Palmer añade, "Hezbolá está decidida a que los extranjeros sólo vean lo que ellos quieren que vean". En otras palabras, si usted quiere recoger los sonidos y las vistas de la guerra del Líbano, es Hezbolá quien le debe dar el visto bueno.

La estrategia ha sido utilizada durante muchos años. El American Colony Hotel de Jerusalén Este, por ejemplo, sirvió durante muchos años como centro de prensa ad hoc de la Autoridad Palestina. Todo periodista que quisiese acceder a alguna noticia sensacional sabía que si no redactaba su crónica de modo que promoviese la causa palestina, nunca iba a tener otra oportunidad. He tenido noticias de primera mano de reporteros procedentes de cuatro países que fueron amenazados u obligados a abandonar la región después de informar de sucesos desde un prisma no favorable a la AP.

Contra mejor comprendamos nosotros en Occidente cómo utiliza a los medios el enemigo, con mayor eficacia podremos defendernos del impacto de su mensaje. Las noticias de Qana o Jenin son solamente dos de entre muchas. Pero envían un fuerte mensaje de que nuestros medios, que proporcionan cobertura mediática instantánea en todo el globo, también pueden ser obligados a servir de palestra de la desinformación. Debemos verlos con ojos críticos y sopesar el mensaje con sano escepticismo, teniendo una comprensión clara de la dinámica que se encuentra detrás de ello.

Ilana Freedman (ha trabajado en cuestiones de contraterrorismo durante décadas en distintos puestos. Escribe con regularidad en diversos medios y sirve como editora del New York Post).

Blog Pasos perdidos, Periodista Digital, 19 de agosto de 2006

Lecciones de Líbano

Lecciones de Líbano El final de la guerra de los 33 días ha dibujado un escenario de gran preocupación en la corta distancia y también en el largo recorrido. De una parte, la destrucción de las infraestructuras básicas del sur de Líbano determina una situación compleja en la que Hizbolá acumula la gloria de haber resistido a uno de los ejércitos más modernos y poderosos del mundo y el resentimiento de la población que lo ha perdido todo. Su doble victoria es de índole militar y además propagandista.

En el otro lado de la mesa, Israel ha enseñado su debilidad. Por primera vez desde su fundación, el Estado Hebreo no termina una campaña militar con una victoria nítida. Seguro que su fuerza de guerra está intacta, y en último extremo su armamento nuclear. Pero en los países árabes han tomado nota de que la debilidad de Israel, como la de los ejércitos occidentales, es que sus soldados no están tan dispuestos a morir como los fanáticos combatientes de Hizbolá.
En el complejo universo del Islam, las imágenes de la extracción de los niños libanés de los escombros, determina una acumulación progresiva de odio que se centra en la sensación de que el mundo occidental no tiene en cuenta los sufrimientos de los árabes y los musulmanes. Pero hay otras noticias que conectan con la sensibilidad de entender que Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel no respetan los derechos humanos en su lucha contra el terrorismo y que la seguridad de esa parte del mundo no tiene en cuenta cautelas que estaban asentadas en nuestra cultura democrática.

Ahora, una juez federal de Detroit, Anna Diggs Taylor, ha ordenado interrumpir inmediatamente las medidas que si control judicial, permitían el espionaje electrónico de la administración Bush. El gobierno norteamericano, después de los escándalos de Abub Grahib, de las matanzas de civiles en Irak, de las protestas internacionales por el secuestro de personas y por el centro de internamiento de Guantánamo, no solo no corrige el alza de sus disposiciones sino que la propia justicia norteamericana las determina ilegales.

Ahora, lo inmediato, es una fuerza de interposición y un mandato claro de Naciones Unidas para serenar la confusa situación de Líbano. Pero en el medio plazo, tan importante como unas acertadas medidas antiterroristas que garanticen la seguridad de occidente está extremar las políticas que frenen el odio creciente que se asienta en el inmenso hemisferio del Islam que sigue promoviendo que los fanáticos integristas sean el lugar de acomodo de todas las frustraciones.

Carlos Carnicero

Elplural.com, 18 de agosto de 2006

La ONG de Hezbolá

La ONG de Hezbolá Es muy posible que tras décadas de propaganda, la gente haya olvidado que el Líbano es ante todo un pueblo mayoritariamente poblado por cristianos, que componen el más del 50% de la población. Es más, casi toda su historia ha sido un enclave cristiano en Oriente Medio y como sabe todo el mundo, salvo los progres, cristianismo ha significado progreso mientras que en las zonas donde ha imperado la fe islámica casi siempre se han caracterizado por la mera supervivencia y por el imperio de la miseria.

Lo que ocurre es que el Líbano cristiano ha estado trufado por un sinfín de refugiados y por la presión tiránica del Islam. Por ejemplo, hoy viven 500.000 palestinos en el Líbano, pero se calcula que 3 millones de cristianos libaneses han salido del país durante los últimos 30 años de continua inestabilidad. Cuando los cristianos controlaban el Líbano, la antigua Fenicia era conocida como la Suiza de Oriente Próximo.

Ahora bien, aunque más de la población sea cristiana, los cristianos no controlan el país por dos razones: no son dueños de sus destinos porque Siria es quien realmente manda en Líbano. En segundo lugar, porque los musulmanes radicales, especialmente chiítas, controlan el ejército y conforman un estado dentro del estado. Así, recordábamos en nuestra edición de ayer, los chiítas no alcanzan el 40% de la población pero representan el 75% del ejército.

No sólo eso, hay cristianos que no saben resistir la presión de la tenaza sirio-fundamentalista y se convierten en marionetas tanto de Damasco como de Hezbolá. Uno de ellos es el propio presidente del país, Emile Lahud, un cristiano maronita verdadera marioneta del líder sirio Bashar Al-Asad. Los cristianos libaneses le desprecian y le acusan de traidor. No es para menos, basta con leerse la entrevista que hoy publica El Mundo con Lahud, donde tras calificar a los terroristas de Hezbolá como nuestros valientes guerrilleros se atreve a decir que al líder político emergente en Líbano (asesinado en un atentado) Rafik Hariri le mataron los judíos cuando nadie en el mundo alberga la menor duda de que fue asesinado por orden de Damasco.

En esta guerra de propaganda donde el Islam gana todas las batallas por la idiocia de tantos medios de comunicación occidentales que tiran piedras contra su propio tejado, la parte más “graciosa” son las referencias a la acción social de Hezbolá. Es decir, que nos encontramos ante toda una ONG. Y es cierto que nadie sabe, aunque todo el mundo sospecha, de dónde saca Hezbolá el dinero para subvencionar tantas actividades entre su gente, aunque todos nos lo imaginamos. Ahora bien, lo que no se dice es en qué consiste esta filantropía de Hezbolá, ideológicamente encaminada a borrar del mapa libanés toda muestra de cristianismo y conseguir la sociedad islamizada. Un médico libanés me lo explicaba con un ejemplo: Hezbolá subvenciona a las familias que obligan a sus hijas, a partir de sus 12-14 años, a vestir el velo y los atuendos islámicos. De la misma forma, subvenciona escuelas –islámicas-, matrimonios concertados –entre islámicos- y vende su influencia para que sean los creyentes en el profeta quienes copen tanto el ejército como las fuerzas del orden libanesas. Es decir, toda una ONG. Por cierto, Hezbolá quiere que las familias de sus combatientes no abandonen la zona sur del Líbano que Israel amenaza con invadir. Al mismo tiempo, en la capital, miembros de Hezbolá se trasladan hacia el barrio norte, mayoritariamente cristianos, para convertir a éstos en objetivo de la aviación hebrea.

Estos chicos de Hezbolá son pura filantropía.

Eulogio López

Hispanidad.com, 11 de agosto de 2006

Más de cuatro grupos islamistas podrían estar detrás del complot de Londres

Más de cuatro grupos islamistas podrían estar detrás del complot de Londres Cuatro grupos extremistas islámicos pueden estar involucrados en la red terrorista que pretendía atentar contra aviones de pasajeros que volasen entre Londres y EEUU, según informó ayer la agencia de noticias PTI y del que se hace eco el diarioLa Razón

Los primeros datos resultante de la investigación, señalan que entre los grupos involucrados estarían la organización terrorista paquistaní Lashkar-e-Toiba (LeT) y el grupo extremista suní Lashkar-e-Jhangvi (LeJ), informa la fuente.

La investigación ha revelado que una organización humanitaria islámica con sede en el Reino Unido y que recauda dinero para enviar a los damnificados por el terremoto ocurrido en 2005 en el norte de Pakistán, presuntamente destinó fondos para financiar los atentados contra aviones comerciales, según informaron hoy los medios paquistaníes. “Los nexos entre los sospechosos detenidos no han podido ser confirmados, pero las fuentes afirman que las agencias de inteligencia han puesto a cuatro organizaciones islámicas bajo vigilancia, entre ellas las británicas Al Mahajroon y Hizbul Tehrir y las paquistaníes LeT y LeJ”, afirma el periódico paquistaní The Daw.

El diario señala también que Rauf Rashid, el británico de origen paquistaní detenido en Pakistán como principal sospechoso de la trama de los explosivos líquidos, ha sido identificado como el padre de Tayyab Rauf, quien fue detenido hace meses en el Reino Unido por su supuesta relación con los atentados del 7 de julio del pasado año en la capital británica.

Según el rotativo, Rashid confesó durante los interrogatorios la trama que pretendía destruir en vuelo al menos diez aviones procedentes de Londres, una información que se transmitió a las autoridades británicas y logró frustrar el plan de los terroristas.

Las agencias de inteligencia y autoridades en Islamabad han colaborado muy de cerca con los británicos para llevar a cabo el pasado jueves las detenciones que acabaron con el complot terrorista.

Siete personas, incluidas dos británicas de origen paquistaní, fueron detenidas en la ciudad de Karachi, en el sur de Pakistán. La portavoz de la oficina del ministerio de Exteriores paquistaní, Tasnim Aslam, no confirmó el número de detenciones pero dijo que las agencias paquistaníes han jugado un papel muy importante en la desarticulación de la red terrorista internacional que planeaba perpetrar el atentado. “Las detenciones en el Reino Unido han tenido lugar después de una cooperación activa de las agencias de Inteligencia entre Pakistán, Reino Unido y Estados Unidos”, afirmó Aslam. Aslam aseguró también que Pakistán es un “socio importante de la coalición contra el terrorismo y estamos al frente de los esfuerzos internacionales para combatir esta lacra de nuestro tiempo”.

Análisis Digital, 13 de agosto de 2006

A PROPÓSITO DEL KEFIAZO: La irreprimible filia islamista de la izquierda española

A PROPÓSITO DEL KEFIAZO: La irreprimible filia islamista de la izquierda española La inoportuna foto de Zapatero luciendo la kefia palestina en pleno desarrollo de la segunda guerra del Líbano ha dejado atónitos a muchos en España, y a más fuera de ella. ¿Cómo es posible una torpeza así? ¿Cómo se puede tirar por la borda nuestra posición mediadora (recordemos la Conferencia de Madrid de 1991) de un plumazo, y con sonrisita traviesa incluida?

Las explicaciones son múltiples y no se excluyen entre ellas, sino que van completando un panorama del socialismo español que, por cierto, no llama al optimismo. La primera, obvia, es la incompetencia de José Luis Rodríguez Zapatero en materia de política exterior. El recurso a la sonrisa perpetua y a la palabrería hueca ha funcionado aceptablemente bien entre nuestros compatriotas, pero cuando uno cruza la frontera cae en el ridículo. Si la economía se aprendía en dos tardes, parece que la diplomacia se le ha atragantado al alumno-presidente. A los habituales "amigos" del Gobierno, Castro, Chávez y Morales, habrá que añadir ahora al jeque Nasralá, el líder de Hezbolá. Como el lector habrá podido adivinar, con estos amigos somos la envidia del resto de países europeos.

Tampoco ha ayudado el endiosamiento de quien se cree, por encima de los vulgares compromisos de la realpolitik, llamado a hacer historia. Rodríguez Zapatero, progenitor de la Alianza de Civilizaciones y autoproclamado pacificador de España, no soporta que la realidad contradiga sus veleidades. Cuando ésta se empeña en no seguir sus dictados, sencillamente la ignora; sus amigos de los medios ya se encargan de maquillarla debidamente para evitarle disgustos. Pero nuevamente esta estrategia resulta fallida cuando adquiere una dimensión internacional: ni los políticos ni la prensa del resto del mundo está por la labor de reírle las gracias a nuestro jefe de Gobierno.

La concepción partidista del Estado no es ajena a la metedura de pata. Si hasta ahora creíamos que el hecho de representar al Estado implicaba, especialmente en materia internacional, la asunción de una postura consensuada que variaba sólo ligeramente con el color del partido en el poder, para el nuevo socialismo de Rodríguez Zapatero esta noción está trasnochada. Para nuestros dirigentes socialistas, el acceso al Ejecutivo y al aparato del Estado no es más que la continuación de la política de oposición por otros medios. No se comportan, pues, como actores responsables ante todos los españoles, también ante aquellos que no les han votado, sino como una facción que accede a un importante presupuesto y que no varía un ápice su estrategia de agitación que le ha llevado al poder.

El sentido de Estado ha desaparecido del vocabulario socialista. Las manifestaciones convocadas contra la acción "desproporcionada" israelí lo confirman. Las opiniones personales filopalestinas del ministro Moratinos han intensificado esta tendencia.

Pero no todo se explica por el modo de hacer política de Rodríguez Zapatero y del actual partido socialista. Hay algo más profundo y enraizado en la izquierda española que la aboca irremisiblemente a los brazos del islamismo. Me limitaré a señalar dos motivos que me parecen suficientemente explicativos de esta querencia.

En primer lugar, no muy alejado en el tiempo, hemos de recordar el mito de la lucha anticolonialista, a la que la izquierda occidental se apuntó con entusiasmo en las décadas de los 60 y 70 del siglo pasado. Fracasado el marxismo en Occidente con una clase oprimida cada vez más satisfecha con su utilitario y su apartamento en la playa, la izquierda marxista encontró en la lucha de los movimientos anticolonialistas contra las metrópolis europeas la nueva oposición en la que basar su mística. Cerrando los ojos a las múltiples contradicciones en que incurría, la izquierda asumió como propio, además de la efigie del Che, el pañuelo palestino, símbolo de la lucha contra el opresor israelí (que además era blanco y militarista). El socialismo sentimental de Rodríguez Zapatero no puede renunciar a los símbolos de los que se ha nutrido, y la kefia palestina, por muy desafortunado que sea, es uno de ellos.

Vayamos al segundo asunto. Esta vez nos debemos remontar a los orígenes del Islam, porque la doctrina de Mahoma es, al igual que el marxismo, un mesianismo secular e intrahistórico. Mahoma, muy influido por las sectas judeocristianas aún pujantes en su época, asume el mensaje de un reino de Dios aquí y ahora e instaurado por la fuerza militar. Será un reino de liberación en el que los pobres (de ahí el nombre de ebionitas) ya no serán humillados; en el que, como ya apreciara Toynbee, los pueblos orientales serán liberados del yugo occidental y helenista.

Mahoma asume este discurso y, con un genio militar y político fuera de lo común, decide llevarlo a la práctica con gran éxito. Este lenguaje liberacionista, especialmente intenso en el Islam chiita, pervive hasta hoy porque es una de las ideas-fuerza nucleares del Islam. Un ejemplo nos ayudará a comprender este fenómeno:

"Debéis aseguraros que aquellos elegidos como presidentes del Estado islámico o como diputados del Parlamento sean individuos que hayan sentido y experimentado la situación de los desposeídos y oprimidos y estén preocupados por el bienestar de los pobres, y no que representen al grupo de los capitalistas, terratenientes y aristócratas, que están sumergidos en los placeres sensuales y no pueden, por lo tanto, sentir la amargura, el hambre y el dolor de los desposeídos y descalzos".

Este discurso del ayatolá Jomeini rezuma dialéctica de clases y, de no ser por su alusión al "Estado islámico", cuadraría a la perfección en boca de cualquier líder comunista. Desde esta perspectiva entendemos, pues, la íntima afinidad entre el Islam y otros intentos de establecer mesianismos seculares, desde el marxismo hasta la Teología de la Liberación. Por eso no nos extraña que muchos militantes socialistas panarabistas de los años 70 se hayan pasado al islamismo radical, ni que el terrorista comunista Carlos haya encontrado en el Islam su refugio intelectual y vital.

Por eso tampoco nos extrañan las simpatías de nuestros dirigentes socialistas: la afinidad entre la izquierda y el Islam es, desde esta perspectiva, estructural y constituyente.

Jorge Soley Climent, de la Universidad Abat Oliba CEU.

Fundación Burke

Por primera vez, quien anuncia el fin del mundo no es un profeta

Por primera vez, quien anuncia el fin del mundo no es un profeta Se trata uno de los arabistas norteamericanos más prestigiosos, Bernard Lewis. El "apocalipsis" del que habla no es el mismo de la Biblia, pero podría estar a la vuelta de la esquina.


El pasado miércoles se publicaba una Tercera de ABC (reproducción del artículo de The Wall Street Journal), que recogimos en nuestra diaria Revista de Prensa, en el cual el arabista norteamericano Bernard Lewis, profesor emérito en la Universidad de Princeton, advertía de los riesgos que corría el mundo el día 22 de agosto.

"Nuestro" 22 de agosto. Porque en el calendario islámico, este año esa fecha corresponde al 27 del mes de Rayab del año 1427, noche en que se conmemora el vuelo nocturno de Mahoma, a lomos del caballo Buraq, hasta la "mezquita más remota" (Jerusalén), y luego hasta el cielo y de nuevo hasta la tierra.

Según este especialista en Oriente Próximo, en esa fecha el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, podría estar preparando "el fin apocalíptico de Israel y, si es necesario, del mundo".

Al día siguiente, la policía británica abortaba un atentado inminente de corte realmente monstruoso: la destrucción en pleno vuelo de un número aún indeterminado de aviones, en mitad del Atlántico y mediante el empleo de armas químicas (líquidos explosivos introducidos como equipaje de mano).

Apocalipsis, ¿en qué sentido?

Aunque muy respetado en ámbitos académicos, Lewis comenzó a ser conocido para el gran público a raíz del 11-S. Los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York coincidieron con la aparición de su libro más popular: ¿Qué ha fallado? El impacto de Occidente y la respuesta de Oriente Próximo (editado en España por Siglo Veintiuno en octubre de 2002). En él estudia las razones por las cuales las sociedades árabes de predominio islámico, que en tiempos tuvieron un grado de civilización parejo al occidental, en un momento dado se estancaron. Y cómo ciertas corrientes musulmanas culpan a Occidente de ese atraso y buscan una salida en la pureza del Corán, desarrollando una mentalidad victimista y paranoide que está en la raíz del terrorismo fundamentalista.

Que no encontraría, por tanto, razones en la opresión política o la pobreza, sino en el fanatismo religioso. Quizá el ejemplo más claro está en los autores de los atentados del 7-J en el Metro de Londres, o en los que iban a ser asesinos de masas en el complot desarticulado esta semana: una veintena de jóvenes de nacionalidad británica, nacidos en el Reino Unido aunque de origen paquistaní, y de clase media. Y dos de ellos, ingleses "puros" recientemente convertidos al islam.

Aunque Lewis refería su artículo a la "visión apocalíptica del mundo de los actuales gobernantes iraníes", esa visión reside también en "el complejo de suicidios o martirios que afecta a algunas zonas del mundo islámico actual, sin parangón en otras religiones y tampoco, de hecho, en el pasado islámico". En virtud de todo ello, a Ahmadineyad no le importaría que Israel destruyese Irán después de un ataque nuclear iraní contra Israel: la destrucción tiene un valor en sí porque mientras "a las víctimas infieles, es decir, a las no musulmanas, les espera un merecido castigo en el infierno, los musulmanes serán enviados directamente al cielo", explica el profesor.

O los destruimos, o nos destruyen

El diario El Mundo entrevista este sábado a Lewis sobre esta misma cuestión, aunque la abre más allá de Irán y de su cada vez más cercano acceso a la bomba atómica.

Para el estudioso norteamericano está claro que "los terroristas de Al Qaeda, Hizbulá, Irán y Siria se han unido para urdir un plan único y apocalíptico cuyo objetivo es acabar con Israel y Occidente". Y el problema está en que "nuestros enemigos son hombres resueltos y sin escrúpulos, completamente volcados en su voluntad de destruirnos. Ellos creen en sí mismos y en lo que están haciendo, mientras que nosotros carecemos de esa convicción. Estamos pagando la crisis moral de Occidente con una mezcla explosiva de corrección política, complejo de culpa liberal y multiculturalismo. Me refiero, sobre todo, al caso de Europa".

Y se muestra partidario de liberar a los pueblos subyugados por el fundamentalismo de sus "tiranos" y "regímenes autocráticos": "Créame, tenemos que liberarlos, porque si no, nos destruirán".

Desde luego, con el complot desarticulado por la policía británica pocas horas antes de ponerse en marcha, lo intentaron. No es el Apocalipsis de la Biblia, pero a quienes cayeran en él ¿qué les importa la diferencia?

El Semanal Digital, 12 de agosto de 2006