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Políticamente... conservador

Tradición religiosa y política

A los obispos españoles

A los obispos españoles LEO algunas de las vilezas que un locutor de la radio de los obispos ha dedicado en su programa al director de este periódico: «Detritus», «escobilla para los restos», «miserable», «pobre enfermo», «despojo intelectual». Decía Cernuda que los insultos son «formas amargas» del elogio; y, desde luego, según quien los profiera pueden considerarse incluso timbres de gloria. De José Antonio Zarzalejos, como hombre que es, seguramente podrían predicarse algunos defectos; pero, desde que asumiera la dirección de ABC, se ha esforzado por preservar y aquilatar uno de los rasgos distintivos de este periódico centenario, que no es otro sino la defensa de los valores cristianos, «faro de civilidad» para España, como resaltaba el cardenal Bertone en la entrevista que nos acaba de conceder y como el propio Zarzalejos se encargaba de glosar en su Tercera de ayer. Esta vindicación de los valores cristianos no la hace Zarzalejos de modo retórico o puramente formulario: la hace porque cree en ellos, porque defiende su vigencia y estima la fuerza irradiadora y benéfica que siguen ejerciendo sobre la sociedad española; la hace porque forman parte de su genealogía espiritual, que es la misma de este periódico.

Desde hace años, la radio de los obispos ampara la sórdida campaña denigratoria que uno de sus locutores mantiene contra José Antonio Zarzalejos. Una campaña sostenida sobre sugestiones propias de la propaganda más manipuladora que ha causado enorme quebranto a este periódico; y, pese a todo, seguimos donde estábamos, defendiendo los valores cristianos en los que creemos, mientras nos llueven las bofetadas. A los obispos españoles les atañe una grave responsabilidad: están permitiendo que caigan el baldón y el desprestigio sobre quienes cada día nos partimos la cara por defender unos valores de los que se supone que ellos son custodios; están permitiendo (y esto es aún más estremecedor) que el odio perlado de espumarajos de alguien que jamás ha defendido esos valores -sino que cada día los refuta y contribuye activamente a que su influjo sobre la sociedad española sea cada vez menor- se propague desde los micrófonos de una emisora cuya principal misión debería ser evangelizadora. A la vez, están promoviendo a una derecha sin Dios cuyo ascenso causará a la Iglesia española aún más calamidades que las que hoy le causa el clima de relativismo progre imperante: una derecha cínica de la que ya ha desertado cualquier atisbo de humanismo cristiano; una derecha igual de laicista, desdeñosa de la dignidad de la vida y permisiva en lo moral que la izquierda más cochambrosa, pero con el agravante de que esta derecha que los obispos están contribuyendo a encumbrar traerá, además, la impiedad del neoliberalismo más crudo.

¿Por qué los obispos no ponen al frente de sus programas a periodistas católicos, que combatan los males de nuestro tiempo desde presupuestos acordes con la doctrina de la Iglesia? La falta de confianza en esos periodistas -que, sin duda, existen- denota, a la postre, falta de confianza en Quien los inspira; y esta falta de confianza constituye un pecado gravísimo, del que los obispos tendrán que rendir cuentas algún día. Entretanto, los obispos están dejando escapar la ocasión de brindar a la sociedad española, junto a la condena del estado de las cosas, una alternativa ilusionante fundada en el Evangelio, una alternativa que traiga esperanza a la sociedad española, y no el aciago encono que en ella se está enquistando. Un encono que halla una de sus expresiones más irracionales y energúmenas en los vituperios lanzados desde la radio de los obispos contra este periódico, defensor de los valores cristianos, y contra la persona que lo dirige, José Antonio Zarzalejos, gracias a quien todavía un bradomín como yo puede seguir manteniendo un rincón de papel y tinta para defender a la Iglesia.

Señores obispos: vuelvan a leer los denuestos que figuran el principio de este artículo; sospecho que los sayones que se ocuparon de zaherir a Jesús no se emplearon con mayor saña. Aunque también sospecho que el dolor más amargo no se lo causaban a Jesús los sayones que lo zaherían, sino el que los suyos no lo hubiesen conocido. Y ese mismo dolor es el que en ABC sentimos cuando comprobamos que ustedes siguen amparando tanta vileza.

 

JUAN MANUEL DE PRADA (www.juanmanueldeprada.com)

ABC, 12 de noviembre de 2007

Faltó De la Vega, pero no fue la única desmemoriada

Faltó De la Vega, pero no fue la única desmemoriada

 

Roma locuta, causa finita. No hace falta ser San Agustín para entender esta idea, que este domingo seguramente rondó la cabeza de Miguel Ángel Moratinos mientras se leían los nombres de 498 católicos muertos por amor a Cristo a manos, en buena medida, de los milicianos del PSOE en 1934, 1936 y 1937. Son las paradojas de la historia, pero ésta está ya escrita: no hay memoria subjetiva que valga contra los hechos proclamados en Roma.

 

Tal vez por eso, entre los asistentes no estuvo la vicepresidenta del Gobierno. María Teresa Fernández de la Vega estaba en Italia y pasó por Roma, pero no encontró tiempo para ir a la plaza de San Pedro. Entre asistir a una Misa e irse a Rímini, sin duda, De la Vega se nos fue a la playa; pero ya sabe lo que hay, y sabe que en plena campaña electoral enfrentarse a la Iglesia es un mal negocio. Quizás su olvido nació de ese cálculo.

 

Entre los 71 obispos españoles estaba, porque no podía faltar, el nuevo arzobispo de Pamplona, monseñor Francisco Pérez González. Con dieciséis navarros elevados gloriosamente a los altares era inevitable y su ausencia habría sido escandalosa, como lo fue la falta de memoria de De la Vega.

 

La memoria, por ser como es, se resiste a ser encorsetada en una ley facciosa. Y además es reversible y tiene al menos dos filos, como les explicaba yo aquí hace unas semanas: Qui gladio occidit, gladio occisus erit. Por eso al hacer la historia de unos acontecimientos los documentos ayudan más que los recuerdos. Cuando se haga la historia del 28-O de 2007 será mejor recurrir a los periódicos que a los recuerdos, del mismo modo que si queremos recordar lo sucedido en Pamplona en la tarde del 17 de marzo tendremos que consultar Diario de Noticias para ver qué gentes estaban por allí, qué banderas llevaban, o qué dijeron. La memoria, ay, a veces nos falla, sea en marzo o en octubre.

 

Cuando se haga la historia del 28-O tendremos que recordar que Zapatero no se atrevió a ir a Roma y que De la Vega, pese a estar en el mismo país, se olvidó de ir. Recordaremos que quinientos cristianos más están en los altares y que había navarros entre ellos. Recordaremos que había representaciones institucionales de muchas autonomías, que tenían beatos, aunque no de la Comunidad Foral de Navarra, a la que representó a título personal –eso sí, junto a una masa de peregrinos- el diputado popular Jaime Ignacio del Burgo. Los historiadores de mañana tendrán que debatir por qué esto fue así, pero fue así, tan cierto como que la Epístola de ayer decía aquello de Bonum certamen certavi, cursum consummavi, fidem servavi (2 Tim, 4, 7-8). Más por la historia que por la memoria, hay batallas que merecen ser libradas, porque aunque la memoria de los hombres sea endeble su dignidad –la de quienes la conserven- ha de ser imperecedera.

 

Pascual Tamburri

El Semanal Digital, 28 de octubre de 2007

"América debe ser una fuerza del Bien en el mundo". Bush y Rice afirman en la Iglesia de los Bautistas del Sur que EEUU es el "pueblo elegido"

"América debe ser una fuerza del Bien en el mundo". Bush y Rice afirman en la Iglesia de los Bautistas del Sur que EEUU es el "pueblo elegido"

Más de 18.000 personas acudieron al último encuentro organizado en Estados Unidos por la Iglesia de los Bautistas del Sur, grupo ultraconservador católico (N del W: no es correcto. Se trata de una confesión protestante). Entre ellas estaba la Secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, y el presidente, George W. Bush (este último a través de videoconferencia). En esta convención, Bush y Rice explicaron que Estados Unidos "gobierna en aras de propagar la justicia divina con vistas al advenimiento del Fin de los Tiempos".

La reciente Convención Anual de los Bautistas del Sur contó con la presencia del presidente de Estados Unidos y la secretaria de Estado. Bush y Rice explicaron a más de 18.000 mensajeros de Dios —es así como se hacen llamar los miembros de esta congregación religiosa— que la misión de Estados Unidos en el plano militar y diplomático era adelantar el advenimiento del Apocalipsis, anunciado en la Biblia, cumpliendo así con la justicia divina, al atacar a regímenes y naciones opuestas a los designios de Dios en la tierra.

“El presidente Bush y yo misma compartimos la convicción que tienen ustedes de que América puede y debe ser una fuerza del Bien en el mundo. El presidente y yo creemos que Estados Unidos tiene que mantener su compromiso como líder de acontecimientos fuera de nuestras fronteras”, explicó Rice en su discurso.

Mensaje de Bush
Poco después de su inauguración, la Convención fue interrumpida por la sorpresa de un mensaje no programado de Bush que se dirigió en vídeo a los particulares desde Bagdad. El presidente de EEUU recordó a los mensajeros de Dios su proyecto de modificar la Constitución para impedir que la Justicia legalice los matrimonios entre homosexuales.

Bush también enumeró un conjunto de decisiones presidencial inspiradas en su fe: "limitaciones al derecho de aborto, eliminación de subvenciones a las asociaciones favorables al aborto, campañas a favor de la abstinencia sexual entre los jóvenes solteros, prohibición de investigaciones científicas sobre las células madres y, por supuesto, privatización masiva de los servicios sociales y de salud a favor de las organizaciones religiosas".

El suceso más importante
Y es que la Convención Anual de la Iglesia de los Bautistas del Sur es uno de los acontecimientos más importantes de la vida política y social de Estados Unidos, ya que esta institución religiosa representa la principal reserva electoral del presidente Bush. Por consiguiente, los discursos pronunciados allí no deben ser vistos como simples anécdotas, ya que esta congregación representa la manera de pensar de una mayoría relativa y su teología rige el Partido Republicano, así como sirve de fundamento popular a la guerra que se desarrolla en Irak.

Los Bautistas del Sur consideran La Biblia como un calendario que describe los tiempos futuros y defienden las teorías más sensacionalistas del Armagadeón y del Fin de los Tiempos. Se oponen resueltamente a toda forma de ecumenismo.

La evangelización
Asimismo, la Iglesia de los Bautistas del Sur tiene una significativa influencia en el Ejército de los Estados Unidos. Las fuerzas armadas, que tenían la reputación de componerse de borrachos y violadores —tras la guerra de Vietnam—, fueron objeto del trabajo de pastores de diversas denominaciones evangélicas que, en 50 años, elevaron su grado de moralidad e instauraron incluso cierto puritanismo.

Dirigido por una congregación secreta en el seno del Pentágono, este trabajo privilegió la influencia de las diferentes denominaciones evangélicas, en particular la de los Bautistas del Sur, en detrimento de los sacerdotes católicos, que perdieron el tradicional control de las capellanías militares.

El Ejército de Dios
Así poco a poco, las fuerzas armadas estadounidenses se reafirmaron como el Ejército de Dios. El pentágono incorporó así misioneros evangélicos a sus tropas en Irak y el subsecretario de Defensa encargado de la inteligencia, confirió a la conversión de iraquíes el rango de objetivo estratégico.

Elplural.com, 16 de agosto de 2006

La Cristiada mexicana, 80 años después

La Cristiada mexicana, 80 años después

Entrevista a monseñor Mario De Gasperín Gasperín, obispo de Querétaro

QUERÉTARO, jueves, 17 agosto 2006 (ZENIT.org-El Observador).-Hace 80 años, con la suspensión de cultos ordenada por los obispos mexicanos, ante el endurecimiento de las leyes en contra de la religión por parte del régimen de Plutarco Elías Calles, inició el movimiento denominado «la Cristiada», en el cual el pueblo católico de México se alzó en armas contra el gobierno federal para defender la fe.

Poco se ha escrito en la prensa nacional y extranjera sobre este acontecimiento, decisivo para la historia de México del siglo XX: cerca de 300 mil muertos, la mayoría de ellos civiles, y un número considerable de mártires dejó como secuela la «guerra cristera».

Para comprender mejor esos acontecimientos y sus consecuencias, Zenit-El Observador ha entrevistado al obispo de Querétaro, monseñor Mario de Gasperín Gasperín.

--¿Qué importancia tiene la fecha del 31 de julio de 1926, cuando se suspendieron los cultos y comenzó la «guerra cristera»?

--Monseñor de Gasperín: Recordar, y por qué no decir celebrar, los ochenta años del inicio de la «Cristiada» es algo que atañe de cerca al corazón de la fe católica en México. En tono de menosprecio fueron llamados «cristeros» los católicos que no soportan más la violación a sus derechos y a su dignidad y los reclamaron con fuerza y valentía.

--¿Llamar «cristeros» a los que pelearon por una ley justa y libertad religiosa era una burla, no es así?

--Monseñor de Gasperín: Cosa parecida había sucedido en los inicios de la fe con el nombre de «cristianos» para los seguidores de Cristo. La burla nuevamente se convirtió en gloria, pero se necesitó la perspicacia de un historiador extranjero, Jean Meyer (francés, nacionalizado mexicano y autor de una obra monumental sobre el movimiento), para ayudarnos a descubrir su valor y significado.

--¿Fue México un pueblo gobernado por un tirano de excepción como Plutarco Elías Calles?

--Monseñor de Gasperín: Tiranos los ha habido siempre, pero gobernantes que hayan tenido la diabólica osadía de enviar a su ejército a masacrar a su pueblo por la única razón de cantar alabanzas a su Dios, han sido pocos al menos en la historia reciente. México ha sido uno de esos países en sufrirlo.

--¿El siglo pasado pasará a la historia como lo llamó el historiador y fundador de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi, «el siglo de los mártires»?

--Monseñor de Gasperín: El Papa Benedicto, durante su visita al campo de concentración y exterminio de los judíos en Polonia, nos da la clave teológica de tal monstruosidad: «Con la aniquilación de ese pueblo, esos criminales violentos, querían matar a aquel Dios que llamó a Abraham, que hablando en el Sinaí estableció criterios (los diez mandamientos) para orientar a la humanidad, criterios que son válidos siempre... En realidad, con la destrucción de Israel querían, en último término, arrancar también la raíz en la que se basa la fe cristiana, sustituyéndola definitivamente con la fe hecha por sí misma, la fe en el dominio del hombre, del fuerte».

--¿No es demasiado estirar la liga comparar los campos de concentración nazi y el Bajío mexicano?

--Monseñor de Gasperín: Eso fue exactamente lo que sucedió aquí, en México. Un grupo de desquiciados por el poder --«criminales violentos», les llama el Papa-- quiso ponerse en lugar de Dios porque le estorbaban sus mandamientos. El tirano comienza saqueando el templo y termina sentándose sobre el altar. La negación de Dios conlleva la destrucción del hombre. El pueblo creyente lo intuyó, lo percibió muy bien y por eso el grito de los «alzados» fue de vivas a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe, cimientos de su fe. Era grito de vida, de supervivencia, pues de la fe se ha nutrido siempre el pueblo católico mexicano. Con ese grito el dictador fue puesto en su lugar y el pueblo recobró su libertad.

--¿Cuál es la riqueza mayor de ese movimiento para los mexicanos?

--Monseñor de Gasperín: La flor más preciosa de este sacrificio doloroso fue el puñado de mártires quienes, sin participar en la violencia, la sufrieron y entregaron su vida orando por sus verdugos y ofreciendo su sangre por la paz y la reconciliación de los mexicanos.

--¿Alguna enseñanza para el México de hoy?

--Monseñor de Gasperín: Como la tentación de querer «ser como Dios» acecha al corazón humano de manera significativa en el campo del poder político como lo estamos viendo y padeciendo, no es remoto que también hoy, y a nombre de la misma democracia, veamos surgir pequeños o grandes dictadores que pretendan introducirse en el santuario y reclamar para sí honores divinos. Por eso, hechos como la «Cristiada» deben celebrarse para dar gracias y recordarse para que no se repitan.
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La Iglesia y los símbolos de la democracia

La Iglesia y los símbolos de la democracia

El oráculo del desgobierno, el diario El País, ha anunciado, con grandes alardes tipográficos, que en la nueva ley de memoria histórica el gobierno va a pedir a la Iglesia la eliminación de los símbolos franquistas en los templos y lugres de culto. Una vez más, los socialistas radicalizados quieren arrojar a la cara de la Iglesia una historia manipulada y manipuladora.

El mensaje subyacente es claro: la identificación entre Iglesia y franquismo es una de las claves de nuestro reciente pasado. El franquismo supuso la ruptura con una tradición de progreso y democracia, un proyecto de modernización, de talante público –la II República– y la Iglesia es hoy la única institución vigente que legitima y permanece en la obstinación de la ruptura del progreso. Al fin y al cabo, nada nuevo bajo el sol. Lo que el gobierno, incitado y excitado por sus socios radicales, está haciendo no es recuperar la memoria, sino recuperar los odios fraticidas.

Mientras la modernidad tuvo una obsesión permanente, manipular la historia, la postmodernidad se ha entregado a la manipulación de la naturaleza. Vivimos en el primer período de la humanidad en el que el poder político incide, decisivamente, en la naturaleza, interviene en ella, actúa sobre ella, la manipulada a ciencia y a conciencia. La característica definitoria del gobierno de Rodríguez Zapatero es no sólo que está en la más desacreditada modernidad –obsesión por la historia– sino que se ha entregada a la más despreciable postmodernidad –destrucción de la naturaleza dada– en su afán por estar a la cabeza del progreso de la transformación radical y redefinición de lo humano –legislación sobre el matrimonio, la familia, la vida–.

Durante los primeros años del siglo XX, el laicismo operante actuaba en un frente, a lo sumo en dos. Hoy los ataques disolventes de lo humano y de lo cristiano se perciben desde una estrategia global, en varios frentes y de muy variadas formas, modos y estilos. Estamos asistiendo a una agresiva sustitución moral frente a una adormecida conciencia social. La pretensión sistemática de remover el pasado, la nocturnidad y alevosía estival de confundir a la opinión pública con leyes de memoria, es una maniobra política para que olvidemos los verdaderos problemas.

La política sobre la historia del gobierno respecto a la Iglesia se basa en una serie de lapsus imperdonables. Olvidan a los mártires de la persecución religiosa, la destrucción de Iglesia y conventos, la saña anticlerical y antieclesial, la ideología marxista subyacente en el proyecto de no pocos de los que tuvieron en sus manos el gobierno de la II República. Pero también olvidan –y eso es lo más importante– el papel de la Iglesia en la consolidación y desarrollo de la reciente democracia. Por más que se empeñen los socialistas radicales, la Iglesia hoy no tiene más símbolos que los del Evangelio, que es constructor de humanidad, de bien común, de democracia. Mientras el gobierno socialista se empeña en recuperar los símbolos laicistas, y en hacerlos visibles, la Iglesia campea por el respeto y la comprensión de y con la historia.

No se puede reivindicar la II República y la memoria de las víctimas de un bando en la Guerra civil sin tener en cuenta que llevamos treinta años de democracia y que ha existido una Transición que aceptó una serie de convenciones y convicciones sobre cuál sería el papel de la historia reciente en la construcción de la sociedad civil. El arzobispo de Pamplona, monseñor Fernando Sebastián, ha recordado en una reciente entrevista que "la influencia que el cardenal Tarancón y los obispos que trabajaban con él para orientar la vida de la Iglesia y sobre todo, las actitudes sociales de los católicos según las enseñanzas del Concilio Vaticano II, fueron decisivas para que grandes sectores de los católicos españoles aceptaran la democracia, aceptaran la renuncia de una manera habitual de ver las cosas e hicieran el esfuerzo generoso de acomodarse a unos esquemas nuevos de vida y a un estilo, nuevo también, de presencia y de acción de la Iglesia en la sociedad y en la vida pública. La Iglesia española, por fidelidad a sí misma y por servicio al bien de España, renunció a su estatuto jurídico, presuntamente de privilegio (porque también tenía muchas servidumbres) y entró muy decidida y sinceramente en el nuevo estatuto de Iglesia libre en un Estado libre, contando exclusivamente con el ámbito de las libertades civiles para ejercer su propia misión, sin ningún especial apoyo o privilegio, acomodándose a los espacios de libertad de una sociedad democrática para desarrollar su vida y anunciar el Evangelio".

Palabras que bien pudieran alentar una ley de agradecimiento histórico a la Iglesia y de memoria de quien ha contribuido, decisivamente, a la democracia.

Por José Francisco Serrano Oceja

Libertad Digital, suplemento Iglesia, 27 de julio de 2006

Dios está ganando

Dios está ganando

A pesar de las previsiones, la religión no se desvanece en el mundo moderno,

NUEVA YORK, sábado, 29 julio 2006 (ZENIT.org).- Lejos de desvanecerse a la sombra de la modernidad y la prosperidad, el fervor religioso, de hecho, está aumentando. Este es el tema de un artículo, «Why God is Winning» (Por qué Dios está ganando), publicado en el número de julio-agosto de la revista Foreign Policy.

Los autores, Timothy Samuel Shah y Monica Duffy Toft, explican que una de las confirmaciones más recientes de sus tesis ha sido la victoria el pasado enero en las elecciones palestinas del Partido Hamas.

Tras las elecciones, un seguidor de Hamas reemplazó la bandera que ondea sobre el parlamento con un estandarte proclamando a Mahoma. Poco después, las violentas protestas en muchos países sobre la publicación de las viñetas que caricaturizaban a Mahoma proporcionaron más evidencias de la fuerza del fervor islámico.

Esto no ha sido sólo un incidente aislado, mantienen Shah y Toft. «Voces clamando por la autoridad trascendente llenan los espacios públicos y ganan contextos políticos claves», afirman.

La política inspirada en la religión ha jugado un importante papel en situaciones como la lucha contra el apartheid en Sudáfrica y la victoria de los nacionalistas hindúes en India en 1998.

En Estados Unidos, los evangélicos han jugado un creciente e importante parte en las elecciones en los últimos años. «La democracia está dando a los pueblos del mundo su voz, y ellos quieren hablar de Dios», observa el artículo.

El fortalecimiento de la religión está teniendo lugar al mismo tiempo en que la democracia y la libertad se extienden por el mundo. La apertura de procesos políticos en países tales como India, Nigeria, Turquía e Indonesia durante la pasada década ha llevado una mayor influencia de la religión en la vida política.

Una tendencia similar está teniendo lugar en cuanto a la vida económica. Aunque la pobreza es todavía un grave problema en muchos países, a un gran número de personas les va mejor en términos económicos. Pero cuando la población del mundo se ha vuelto más rica y más educada no ha dado la espalda a Dios. Un caso a propósito es el rápido desarrollo económico en China, acompañado de un fuerte crecimiento de las creencias religiosas.

Citando datos de la World Christian Enciclopedia, el artículo de Foreign Policy apunta que los dos credos cristianos más importantes – el catolicismo y el protestantismo – y las dos mayores religiones no cristianas – el Islam y el hinduismo – han aumentado su proporción en la población mundial en el año 2000, si se compara con un siglo antes.

Las cuatro religiones juntas sumaban el 50% de la población mundial al comenzar el siglo XX. Esta proporción ha subido al 64% al comenzar el siglo XXI, y podría subir hasta cerca del 70% en el 2025.

Neo-ortodoxia
Pero el despertar religioso no está distribuido, apuntaban Shah y Toft. «El despertar religioso de hoy es menos una vuelta a la ortodoxia religiosa que una explosión de ‘neo-ortodoxias», sostienen.

Estas religiones tienen en común la capacidad de organizarse bien y de tener cierto sentido político. Son rápidas también a la hora de utilizar nuevas tecnologías para llegar a los creyentes y trasladar su número al poder político. Este ha sido el caso de las organizaciones hindúes en India, de la Hermandad Musulmana en Egipto, de Hamas en los territorios palestinos y de los pentecostales en Brasil.

Preocupa, no obstante, que tales grupos puedan ser demasiado extremistas en sus puntos de vista y puedan provocar también conflictos civiles. Pero aunque haya aspectos negativos en algunas aplicaciones del fervor religioso, la religión ha jugado un papel positivo en el apoyo a la democracia y a los derechos humanos en muchos países.

Shah y Taft explicaban esta afirmación en una entrevista en la página web de Pew Forum on Religion and Public Life. En el texto, con fecha 18 de julio, observan que, en los últimos años, la atención se ha centrado en el Islam. Sin embargo, no es sólo una cuestión islámica, y es necesario entender la cuestión islámica en el contexto más amplio de la religión en el mundo.

También admitían que algunos países occidentales, entre ellos las naciones europeas, Canadá y Japón, son bastante seculares. Incluso así, los debates religiosos y los diversos grupos todavía juegan su papel en estos países. En Europa, por ejemplo, muchos debates recientes sobre temas como la entrada de Turquía en la Unión Europea o la inmigración, tienen que ver con el Islam o el papel de la religión en la identidad europea.

Al intentar explicar el auge actual de la religión, Shah y Taft opinan que comenzó un cambio a últimos de los sesenta que se aceleró en los setenta y ochenta. En el mundo en desarrollo, los líderes e ideologías seculares que prometieron progreso comenzaron a fallar. Este fue el caso, por ejemplo, tanto de Egipto como de Irán.

La derrota subsiguiente del comunismo soviético aceleró este proceso, creando un vacío que los grupos religiosos podían llenar. Además, en los últimos tiempos, algunos líderes religiosos «proféticos», desde Juan Pablo II a figuras islámicas, han ejercido un alto grado de autoridad e influencia sobre sus seguidores. La movilización de los creyentes en Estados Unidos ha sido también un importante factor de influencia en la vida política y social, con consecuencias tanto dentro como fuera de Norteamérica.

Sin embargo, hasta hace poco tiempo los analistas daban poco peso al papel de la religión en la política. Esto ha cambiado actualmente y tanto los círculos académicos como los gobiernos se toman la religión de forma más seria.

Resurgir mundial
Otra visión de la religión en el mundo moderno la daba Ronald Inglehart, director de World Values Survey, y profesor de la Universidad de Michigan. Está disponible también en la Pew Web una trascripción de una entrevista a Inglehart en el National Press Club, el 8 de mayo. Se está llevando a cabo una encuesta sobre valores, la quinta, cuyos resultados ser publicarán el año próximo.

Inglehart subrayaba la complejidad de la situación con respecto a la religión. En muchos países la religión está en declive. Pero, continuaba, «hoy hay más personas vivas con creencias religiosas tradicionales que nunca antes en la historia, y son un porcentaje mayor de la población mundial del que eran hace 20 años».

Ha habido secularización debido a los cambios económicos, aunque Estados Unidos puede ser una excepción a este proceso. Pero la secularización tuvo lugar principalmente en el periodo de la industrialización, y todavía avanza en algunos países. Esto ha llevado al declive de la religión en muchos países y al debilitamiento de las religiones establecidas. En muchas naciones occidentales, por ejemplo, ha descendido la asistencia a la iglesia.

No obstante, la situación ha cambiado en las sociedades post-industriales o basadas en el conocimiento. En estos países hay un debate creciente sobre temas relacionados con los valores religiosos, como por ejemplo la cuestión del matrimonio del mismo sexo.

Así, aunque las iglesias tradiciones puede que todavía se enfrenten a muchos desafíos, hay un mayor interés por las cuestiones espirituales entre la población. Las cuestiones de cultura y religión, por tanto, tienen un peso mayor en el mundo de hoy.

Inglehart también precisaba que hay una notable diferencia entre los países económicamente avanzados y los países en desarrollo. El nuevo interés en la religión en los países desarrollados es diferente en el hecho de que aceptan menos la autoridad y está ligado a lo que se denominan creencias new age. En los países en desarrollo, sin embargo, hay considerablemente más énfasis en la religión tradicional y esto no ha cambiado en los últimos años. De hecho, no se están secularizando y ponen más énfasis en la religión tradicional.

Esta divergencia en las actitudes religiosas es una posible fuente de conflictos, observaba Inglehart. Conflicto que no es inevitable, pero hay una línea potencial dentro de la cual puede ocurrir. De este modo la globalización no ha traído consigo una mayor conformidad y convergencia en términos de valores culturales y religiosos. Una situación que sin ninguna duda se estudiará en profundidad en los próximos años.
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Queremos a Madonna en lo alto de un minarete y con leotardos

Queremos a Madonna en lo alto de un minarete y con leotardos En los motores de búsqueda de internet, a la escritora italiana, María Antonieta Macciocchi, todavía se la presenta como una feminista. Lo que nos obligaría, una vez más, a definir el feminismo. Por ejemplo, no sé si las feministas del PSOE y del PP estarían de acuerdo con el famoso artículo de Macciocchi titulado: “ ¿Así que tú también te habrías librado de mí?” En él, la italiana relataba el diálogo entre dos generaciones, una joven de hoy y una mujer de los años 80 del pasado siglo donde la hija echaba en cara a la madre su actitud abortista con esa pregunta: “¿Así que tú también te habrías librado de mí?”

Desde que escribió ese artículo, la Macciocchi fue borrada de las listas de la intectualidad progre, y cuando se le ocurrió analizar sin especiales prejuicios el mensaje de Juan Pablo II entonces fue directamente fusilada, civilmente fusilada. ¡Qué sé yo! Lo que quiero decir es que los majaderos que otorgan los Premios Príncipe de Asturias nunca se plantearon galardonar a esta defensora de los más débiles y prefirieron hacerlo con Emma Bonino, una feminista ortodoxa cuyo principal logro social consistía en llevar periodistas a recrearse en la contemplación de abortos. Lo que se dice una tipa comprometida.

Viene todo esto a cuento porque cuando un plumífero se dirigió a la Macciocchi, diez años atrás, para preguntarle qué le parecía el último videoclip blasfemo de Madonna, la italiana respondió con indulgencia: “Es una pobre chica americana estúpida”.

En efecto, diez años después, la definición de Macciocchi sigue siendo perfecta con la excepción de que, de chica, le queda poco. Lo que sí le queda es la blasfemia como marketing. Pero claro, la cosa queda poco transgresora, más que nada porque la “pobre chica americana estúpida” sabe que blasfemar de Cristo sale gratis.

No, los admiradores de Madonna queremos un videoclip transgresor contra otro credo religioso, quizás menos paciente: la rebeldía sin riesgo no resulta emocionante. Queremos ver a Madonna con tocado de burka y leotardos, encaramada a un minarete y provocando sexualmente a Mahoma… Exactamente lo mismo que hizo con la figura de Jesús de Nazaret en uno de sus videoclips más rompedores. De otra forma, pensaremos como declaraba una de sus seguidoras que “esta pobre chica americana estúpida” se ha vuelto vieja.

Eulogio López

Hispanidad.com, 4 de agosto de 2006

Monseñor Fernando Sebastián pide a los católicos que reaccionen “contra un Gobierno que está endureciendo los perfiles del laicismo”

Monseñor Fernando Sebastián pide a los católicos que reaccionen “contra un Gobierno que está endureciendo los perfiles del laicismo” El arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, monseñor Fernando Sebastián, comentó en una entrevista concedida a la revista 21rs, que son los católicos quienes tienen que reaccionar ante los políticos porque “los Gobiernos pasan y la Iglesia permanece”. Además, ahondó en la contribución de la Iglesia, sin la cual, “la Transición no hubiera sido posible”

En una entrevista publicada en el número de agosto de la revista cristiana 21rs, monseñor Fernando Sebastián pidió un reconocimiento explícito de la sociedad a la labor de la Iglesia en la Transición. “De la mano del cardenal Tarancón, la Iglesia hizo una contribución decisiva a la transición española. Tanto es así que, sin la contribución de la Iglesia, la transición no hubiera sido posible”, expresó.

Sin embargo, reconoció que han cambiado mucho las cosas en España. “Ahora, en general, la gente está más desincentivada y da la sensación de que el laicismo beligerante nos acosa por todas partes”.

Frente a lo que denominó “acoso socialista”, el arzobispo de Pamplona advirtió a los socialistas que “los Gobiernos y los gobernantes pasan, pero la Iglesia permanece” y lo ilustró con la visita en 1982, por primera vez a España, de Juan Pablo II e incidió en que “los socialistas estaban en el poder de la mano de Felipe González”. Un líder carismático que parecía eterno.

Dentro de ese “tiempo teológico” en el que vive la iglesia, animó a los católicos a despertar y defender sus ideas. “Cuando el Gobierno está endureciendo los perfiles del laicismo, que crea tantos problemas, los católicos tienen que reaccionar”. ¿Cómo? De tres formas, según el prelado navarro. “Primero, fortaleciendo nuestra propia identidad. Ya no se puede seguir siendo católicos como antes, dejándose llevar”. También, fortaleciendo “la unidad de los grupos y las tendencias que hay entre los católicos. Subrayando que es mucho más lo que nos une, lo fundamental, que lo que nos separa. Hay que hacer realidad que somos un solo pueblo”.

Y por último, el arzobispo de Pamplona, abogó por una medida mucho más política. “Asumir nuestras responsabilidades en la vida pública. Que, a la hora de ejercer el voto, lo valoremos moralmente. Los católicos tienen que cuestionarse si pueden votar o no a un Gobierno que nos lleva por estos derroteros. Tenemos que elegir a los gobernantes que más nos gusten”.

Análisis Digital, 1 de agosto de 2006