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Políticamente... conservador

The Neoconservative Vision

Gerson, M.: The neoconservative vision, ed. Madison, Lanhan 1996, 370 págs.

 

El neoconservatismo es un movimiento político-intelectual de perfiles poco precisos que, además de su oposición al socialismo, suministró importantes bases doctrinarias a la derecha norteamericana, la que alcanzó el poder con Reagan, Algunos de sus presuntos miembros no aceptan la etiqueta y, entre ellos, hay notables diferencias de matiz ¿Quiénes son? A la cabeza suele figurar Irving Kristol que no ha escrito ningún libro, aunque sí numerosos ensayos. Destacan el católico R.J. Neuhaus, el jurista R. Bork, el sociólogo D.P. Moynihan, el teólogo M. Novak, el politólogo N. Podhoretz, la historiadora, G. Himmbelfarb, el crítico P. Johnson, el pedagogo A. Bloom, el filósofo E. Bradford y otras muchas primeras figuras de la intelectualidad norteamericana de la segunda mitad del siglo XX.

 

Una nota distintiva de bastantes neoconservadores es su genealogía judía y su conversión desde la izquierda igualitaria hacia la derecha conservadora, en gran parte como consecuencia de la evolución del socialismo real en Rusia y países satélites.

 

¿Cuál sería el común denominador de los neoconservadores? El autor señala algunos principios. En primer lugar, la afirmación de la complejidad de lo real frente a las simplificaciones y reduccionismos ideológicos. En segundo lugar, el reconocimiento de que el hombre no es naturalmente bueno y que frecuentemente se inclina hacia el mal. El tercero es que el hombre existe inserto en la sociedad a la cual se debe y de la que depende. El cuarto es que la historia no viene determinada por la economía, sino por las ideas de la clase dirigente.

 

El neoconservatismo americano cuenta con importantes revistas, alguna con decenas de millares de suscriptores: «Commentary», «The public interest», «First things», «National review», y otras.

 

Al derrumbarse el socialismo real, el neoconservatismo ha perdido su principal antagonista; pero persisten los «liberals» norteamericanos, que son una especie de socialdemócratas muy peculiares, a los que ha arrebatado el monopolio de la inteligencia que lograron desde los tiempos del nefasto Roosevelt, el fautor de Yalta.

 

Gerson, apoyado en una copiosa bibliografía, va describiendo las tensiones y los éxitos del neoconservatismo estadounidense, especialmente en torno a los debates sobre el capitalismo y la moral frente al colectivismo y el permisivismo. Su hostilidad al conservatismo tradicional, que denomina «paleoconservatismo», es tan injustificada como insistente.

 

J.L. Nuñez.

 

Razón Española, Nº 87

 

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