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Políticamente... conservador

La provocación iraní

El pasado 11 de abril el Gobierno de Irán lanzó un comunicado en el que informaba de que los científicos del país habían conseguido enriquecer uranio. La cuestión es saber qué cantidad han enriquecido, y si es para poner en marcha su programa "con fines pacíficos" o para fabricar clandestinamente armas nucleares con objeto de destruir Israel, tal y como Mahmud Ahmadineyad anuncia constantemente.

 

No obstante, recordemos que el 9 de agosto de 2005 el jefe del Estado, el ayatolá Alí Hoseini Jamenei, emitió una fatwa (en el Islam, un pronunciamiento legal emitido por un especialista en ley religiosa sobre una cuestión específica) que prohibía la producción, almacenamiento y uso de armas nucleares. Un tira y afloja propio de una política de desconcierto.

 

 

 

El pasado 30 de marzo se celebró en Berlín una reunión de alto nivel entre los representantes de Asuntos Exteriores de China, Francia, Alemania, Rusia, el Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea. La declaración final, un tanto farragosa, incluía lo siguiente:

 

 

 

"Seguimos muy preocupados por lo que respecta al programa nuclear de Irán y el fracaso de Irán para dar los pasos que la OIEA le solicitó en su resolución de 4 de febrero, incluida la suspensión de todas sus actividades sobre enriquecimiento de uranio, investigación y desarrollo (...) Todos nosotros reconocemos el derecho de Irán, que bajo el TNP queda legitimado para desarrollar un programa nuclear civil seguro y sostenible (...) Y urgentemente pedimos a este país que busque una solución diplomática y que suspenda todas sus actividades de enriquecimiento de uranio, que permita un retorno a la mesa de negociaciones".

 

 

 

Irán se convirtió en república islámica en 1979, fecha a partir de la cual fuerzas clericales conservadoras, encabezadas por el ayatolá Ruhollah Jomeini, establecieron un sistema de gobierno teocrático que empezó a enseñar los dientes el 4 de noviembre de 1979, cuando un grupo de estudiantes tomó la embajada de los Estados Unidos en Teherán y retuvo rehenes hasta el 20 de enero de 1981. A partir de aquel momento Jomeini estableció un Consejo Revolucionario Islámico para expandir el movimiento fundamentalista, apoyando logística, económica y políticamente a grupos terroristas radicales que habían permanecido relativamente aletargados hasta entonces.

 

 

 

Actualmente, parece ser que son 20 los campos de entrenamiento para terroristas dirigidos por Irán, de la mano de su elitista Fuerza Qods del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos, según informaciones facilitadas por uno de sus agentes, que ha desertado hace unas semanas del país. Este agente, que dio cuenta de los 20 centros terroristas ubicados en Irán, informó también de que parte de los miembros recientemente reclutados provienen de Irak y de Palestina, pero también de África del Norte, del Golfo Pérsico y del Sureste Asiático. Otros campos de entrenamiento de los guardias revolucionarios se encuentran en el Líbano oriental, en Baalbek, en el valle de la Bekaa, donde normalmente se entrenan los terroristas de Hezbolá.

 

 

 

Con este panorama, no es de extrañar que preocupe el hecho de que Irán fabrique armas atómicas. Su programa nuclear comenzó durante la Guerra Fría, de la mano de unos acuerdos bilaterales firmados con EEUU, lo que llevó al establecimiento de un Centro de Investigación Nuclear en Teherán en 1959. La colaboración con EEUU durante los años 70 fue muy intensa, de tal modo que Washington estaba dispuesto a ayudar a Irán para el desarrollo de tecnologías relacionadas con el enriquecimiento del uranio y plantas de elaboración, dos puntos clave para la fabricación de armas.

 

 

 

Con la revolución islámica el programa nuclear entró en un período de estancamiento, especialmente porque Jomeini deseaba huir de toda influencia occidental. Esta actitud llevó al exilio a miles de científicos, ingenieros y profesionales en general y dejó al descubierto la vulnerabilidad técnica del país, cuando Irak lo invadió (1980) y Sadam Husein atacó con armas químicas (diversas fuentes bibliográficas informan de que en 1984, a petición de Irán, una inspección internacional verificó que eran obuses llenos de gas mostaza fabricados por la empresa española Expal, Explosivos Alaveses) y misiles balísticos; además, bombardeó varias veces los reactores de la central de Bushehr, que se hallaban en una fase muy avanzada gracias a la colaboración de Alemania. La guerra con Irak, conocida como Primera Guerra del Golfo, duró hasta 1988.

 

 

 

A raíz de estos acontecimientos, Jomeini cambió de estrategia en el asunto nuclear y pidió –y recibió– la colaboración de Pakistán y de China en su nuevo programa. También envió a miles (se cree que cerca de 17.000) de estudiantes a centros extranjeros. En 1988 el presidente, Alí Akbar Rafsanjani, pidió públicamente a los científicos iraníes en el exilio que regresaran. Fereydun Fesharaki, que parece ser había dirigido el programa secreto de armas nucleares bajo el régimen del sha Mohamed Reza Pahlevi, regresó a Teherán, tras pagarle el Gobierno todos los gastos.

 

 

 

El impulso dado por Rafsanjani a la educación universitaria, a través de incentivos económicos y el fomento del sentimiento patriótico, lo continuó Seyyed Mohamed Jatami, y en la actualidad los programas relacionados con la investigación nuclear se hallan integrados en tres universidades: la Amir Kabir, la de Teherán y la Tecnológica Sharif, que, según fuentes de inteligencia, sirven de cobertura para obtener material e información aplicable a la fabricación de armas nucleares, especialmente la Sharif.

 

 

 

Irán tiene en funcionamiento 23 centros nucleares experimentales y de investigación. Francia y Alemania suscribieron importantes acuerdos de cooperación técnica en el campo nuclear en la época del Sha, acuerdos que fueron paulatinamente suspendidos durante los años 80. Es de destacar el dramático contencioso que Irán tuvo con Francia cuando ésta dejó de suministrar el uranio comprometido, y que se tradujo en una ola de atentados durante los años 1986-87 (envueltos en densas cortinas de humo), entre los que se cuentan la toma de rehenes franceses en el Líbano por parte de Hezbolá y el misterioso asesinato de Georges Besse, director de la sociedad Eurodif, que suministraba el material.

 

 

 

Alemania, que también había colaborado activamente hasta 1979, a través de la empresa Kraftwerk-Union, en la puesta en marcha de los reactores de Bushehr, retomó hace un par de años sus acuerdos bilaterales en los campos tecnológico y científico, habiendo suscrito uno específico en el sector energético.

 

 

 

Rusia, vecina de Irán, con costas comunes a lo largo del mar Caspio, es el aliado más importante de Teherán desde 1994. Ha colaborado activamente en la terminación y puesta a punto del reactor de Bushehr y en la formación técnica de científicos e ingenieros iraníes (en importantes instituciones como el Instituto de Física de la Ingeniería de Moscú, la Universidad Estatal de Moscú, la Universidad Técnica Bauman y el Instituto de Investigación Nuclear de Obninsk).

 

 

 

No obstante, Vladimir Putin aparenta hacer equilibrios, para estar a bien con Irán y con Estados Unidos, que, a cambio de ofrecerle interesantes acuerdos comerciales, le presiona constantemente para que deje de colaborar con los iraníes en su programa nuclear y de misiles, cooperación que aporta a Rusia miles de millones de dólares.

 

 

 

El 18 de febrero de 2005, en una visita realizada a Moscú, el máximo responsable del programa nuclear iraní, Hassan Rohani, dijo públicamente: "Moscú podría jugar un papel importante en las conversaciones de Irán con el Reino Unido, Francia, Alemania y los países de la Unión Europea". Estas declaraciones se unen a las halagadoras palabras que la prensa de Teherán dedica a su vecino ruso, cuyo compromiso lo considera un "factor clave" frente a los Estados Unidos e Israel.

 

 

 

Los tres centros nucleares más importantes son el de Natanz y los menos conocidos Arak y Lashkar-Abad, parte de cuyas instalaciones son subterráneas. Se sospecha que los dos últimos se dedican también al enriquecimiento de uranio, y que el primero puede tener un reactor de agua pesada para la producción de plutonio 239.

 

 

 

Con respecto al programa nuclear, es posible que para dentro de un año habrá en Natanz unas 5.000 ultracentrifugadoras, para cuya puesta a punto se necesitan unos tres años. Durante este tiempo pueden ir obteniendo pequeñas cantidades de uranio enriquecido. Con 2.000 ultracentrifugadoras se pueden obtener anualmente 20 kilos de uranio enriquecido al 94%, suficiente para fabricar una bomba atómica al año.

 

 

 

La cuestión es compleja, y existen diversas opiniones. Algunos expertos sostienen que los científicos iraníes no podrán desarrollar completamente este programa debido a las presiones internacionales, ya que, además, al haber ratificado Teherán el TNP el 2 de febrero de 1970, los inspectores vigilarán con mucho detalle que ese enriquecimiento no se produzca a más del 3%, que es el empleado para la energía eléctrica pero que no vale para las bombas atómicas. Otros expertos creen que, bien en Natanz, en Arak o en Lashkar-Abad, irán produciendo uranio enriquecido para las bombas empleando una política de distracción, confusión o engaño.

 

 

 

El 15 de abril Libertad Digital publicaba que miles de terroristas estarían disponibles para actuar en contra de intereses norteamericanos y británicos si Israel atacase las centrales térmicas de uranio en Irán. Esta nueva provocación no beneficia a nadie. No olvidemos que la arrogancia y fanfarronería de Sadam Husein fue el motivo, al menos aparente, que provocó la destrucción de Irak, el Enemigo Público Número Uno de Irán. Hemos visto cómo la neutralización de la nación iraquí y la ridiculez de la diplomacia occidental han dado unas alas asombrosas a las autoridades de Teherán, cuyo apoyo al terrorismo les vincula a países de la zona como Siria y Arabia Saudita, en su odio común a Israel.

 

 

 

Con respecto a este odio, y la permanente amenaza y constante presión psicológica ejercida sobre los israelíes, hace poco unos científicos del centro israelí Soreq de investigación nuclear me decían: "Cuando llegas a vivir durante tanto tiempo con un miedo permanente, llega un momento en que ya no se siente, es como si verdaderamente hubiera desaparecido". Esta actitud les honra, más teniendo en cuenta la flagrante amenaza por parte de la Autoridad Nacional Palestina, que, con Hamas al frente de su Gobierno, se ha responsabilizado sin pudor alguno del último atentado en Tel Aviv (17 de abril), con nueve personas asesinadas, más el terrorista suicida.

 

 

 

Si las apariencias engañan o, en su versión más drástica, nada es lo que parece, en cuestiones políticas estas palabras se quedan cortas; y si esas cuestiones políticas implican gigantescos intereses económicos, entonces el asunto se desborda. Ignoramos la verdad de lo que subyace en estos momentos a la actitud desafiante de Irán, aparte el hecho de que se han disparado los precios del crudo. Lo que sí sabemos es que Oriente Medio vive una gravísima desestabilización, dentro de la gran inestabilidad heredada de la Guerra Fría. Desestabilización preocupante, anclada en la pobreza y en la ignorancia de millones de personas que, manipuladas por estos gobiernos terroristas, pueden provocar mucho daño.

 

 

 

 

 

Natividad Carpintero Santamaría, profesora de la Universidad Politécnica de Madrid y miembro de la Academia Europea de Ciencias.

 

 

Libertad Digital, suplemento Exteriores, 2 de mayo de 2006

 

 

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