Talibanes en Yale
Crítica a algunas instituciones universitarias americanas, que traicionando sus tradicionales principios se están convirtiendo en refugio de talibanes y otros.
No es la primera vez que señalamos el creciente descrédito de algunas de las otrora más prestigiosas instituciones universitarias norteamericanas, devastadas intelectualmente por la tiranía de lo políticamente correcto.
En esta ocasión haremos mención de uno de los más eminentes miembros de la Ivy League, la Universidad de Yale. El caso lo ha provocado la petición de admisión del antiguo embajador talibán en Estados Unidos, Sabed Rahmatullah Hashemi, que por supuesto ha sido admitido ignorando la propia política de admisiones puesta por escrito por Kingman Brewster en 1967 y que exige de los candidatos a Yale “una genuina preocupación moral y consideración por aquellos que son diferentes a uno mismo”.
Rasgos que difícilmente encajan con el antiguo talibán. Ante las protestas se han alzado con rapidez las voces de quienes exigen tolerancia y el beneficio de la duda para Hashemi. El caso es aún más sangrante si consideramos que otras personas que no han tenido la suerte de ser embajadores del régimen talibán han sido descartadas para Yale por haber tenido un incidente de robo en un supermercado a la edad de 12 años o por tener un registro de borrachera durante los años de high school.
Por el contrario, el pasado de Hashemi no sólo no ha sido valorado negativamente sino que Richard Shaw, el decano de admisiones de Yale, ha reconocido que le han admitido precisamente por su condición de talibán. Paradojas de la discriminación positiva.
Lo políticamente correcto está condenando a algunas de las más prominentes universidades norteamericanas al ridículo cuando no a la insignificancia.
Por fortuna hay otras instituciones que están tomando el relevo de la excelencia académica. Vitalidad no falta y en un sistema de libre creación de universidades los huecos dejados por quienes están más pendientes de contentar a gentes como Chomski son rápidamente ocupados.
Jorge Soley Climent, 03-07-2006
American Review
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