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Políticamente... conservador

Un tremendo fragmento de Historia

Como muy bien dice la contraportada de este libro, la conquista de México constituye uno de los acontecimientos más asombrosos de la historia. Y es que es asombro lo que produce esta sucesión trepidante de hechos que pueden calificarse de trascendentales para la historia del mundo. Todavía hoy y seguramente durante mucho tiempo, seguirá repitiéndose la pregunta de cómo fue posible que un grupo de unos cuatrocientos hombres se apoderara de un auténtico imperio de aproximadamente cinco millones de personas.

En síntesis, Diego Velázquez, gobernador de Cuba, encarga a Hernán Cortés el mando de la tercera expedición desde Cuba a México (después de las de Hernández de Córdoba y de Grijalva). Ya antes de salir, Velázquez advierte que los planes de Cortés no son exactamente seguir sus órdenes ni mantenerse bajo su autoridad, pero ya no puede evitar la salida (18 de noviembre de 1518). Cortés entabla relaciones con pueblos de la costa, vence en batallas, establece alianzas y decide avanzar hacia Tenochtitlán. Moctezuma, emperador de México, muestra una actitud confusa y ambigua y, a través de sus emisarios, sus mensajes y regalos no hacen sino estimular los deseos de Cortés de dirigirse a la fabulosa Tenochtitlán. Finalmente, la expedición de Cortés y sus aliados llega a Tenochtitlán y se establece una situación dudosa, inquietante y ciertamente tensa. Cortés decide secuestrar a Moctezuma, con lo que la situación cambia, aún manteniendo su indefinición.

En estas circunstancias, Cortés tiene que dejar a Pedro de Alvarado al mando de la situación en Tenochtitlán para ir a enfrentarse a Narváez (enviado por Diego Velázquez para detenerle) a la costa. Ausente Cortés (que derrota a Narváez e incorpora a su bando a muchos de sus hombres), Alvarado ordena una ejecución de numerosos nobles en el Templo Mayor de Tenochtitlán, desencadenando una sublevación. De vuelta a Tenochtitlán, Cortés hace salir a Moctezuma a una terraza para intentar calmar los ánimos, pero Moctezuma muere.

Cortés decide abandonar Tenochtitlán desesperadamente como mal menor tras varios días de penosa resistencia y lo consigue con un coste tremendo en la llamada Noche triste (30 de junio a 1 de julio de 1520), en la que perdió aproximadamente dos tercios de sus fuerzas. Cortés va rehaciendo sus alianzas (maltrechas por la derrota) y recuperando sus fuerzas y comienza la reconquista de Tenochtitlán. La tarea lleva meses de recomposición de las fuerzas españolas, de las alianzas, de desarrollo del plan ofensivo y el asedio y el ataque se producen a lo largo de varios penosos meses, concluyendo el 13 de agosto de 1521.

La historia contiene batallas, sublevaciones, traiciones, castigos, diplomacia, traducciones dudosas, malentendidos, engaños, sobornos, masacres, sucesos surrealistas, valor, ingenio, ingeniería improvisada, una resistencia impresionante, sacrificios humanos, enfermedades infecciosas, un contacto precario con España, supersticiones, ritos, ambición, codicia, una famosa inutilización (que no quema) de barcos, la primera llegada de caballos al continente americano y mucho más.

Por encima de todo, destaca la habilidad de Cortés para desenvolverse en los ámbitos militar, diplomático, de espionaje y contraespionaje, del uso de la información y la comunicación. Algún ensayista lo califica como “especialista en comunicación humana”. Los personajes con los que lo
compara Octavio Paz no son cualesquiera: Julio César, Alejandro, Maquiavelo, Borgia, …. como tampoco es cualquier batalla la de Troya con la que compara el asedio final de Tenochtitlán.

Esta alucinante habilidad de Hernán Cortés se muestra en la estrategia más general y se extiende hasta los detalles más nimios, que nunca dejaba al azar. Una y otra vez, consigue que se ejecuten sus designios ya sea mediante lealtad verdadera hacia él o mediante trucos que le revelan como un maestro consumado en el manejo de las personas. En muchas ocasiones, se hace lo que él decide aunque formalmente sea contra su opinión, como ocurre en la fundación de la Villa Rica de Veracruz. Cada una de sus decisiones parece milimétricamente calculada siempre con la vista puesta en sus objetivos fundamentales. Al mismo tiempo, el conquistador muestra una sorprendente capacidad de improvisación, lo que le permite ir adaptando sus planes a medida que se producen novedades.

Toda esta capacidad de Cortés sería algo vacío si no la acompañara una audacia prácticamente temeraria. Cortés no rehuyó tampoco el riesgo físico, que afrontó en la misma medida que sus tropas. Hasta en dos ocasiones, por lo menos, estuvo a punto de morir en batalla.

Sólo hay un campo en el que Cortés no tuvo éxito y fue su relación con la Corte española, que le trató con ingratitud, explicable quizás por la desconfianza que generaba su conducta respecto a Diego Velázquez y su indudable poder personal en México.

La figura de Hernán Cortés en México es, por decirlo muy suavemente, conflictiva. En un breve ensayo, de 1985 (quinto centenario del nacimiento de Hernán Cortés), Octavio Paz realiza un llamamiento a exorcizar este mito que planeaba, según Paz y que quizás siga planeando sobre la cultura mexicana.

Otro elemento clave es la enigmática conducta de Moctezuma. En el libro de Thomas, esta conducta parece resultado, por un lado de la fatalidad religiosa y por otro, de su temor a y/o admiración por Hernán Cortés. Al parecer, numerosos presagios anunciaban la llegada de Quetzalcoatl (o quizá otro dios) o uno de sus emisarios precisamente cuando llegaron los españoles y, Moctezuma, al contrario que los personajes de las tragedias clásicas, no se resiste al cumplimiento de los presagios, sino que,
aterrorizado, mantiene una actitud inicialmente pasiva, si bien poco a poco recobró cierta acción. El trato final que Cortés da a Moctezuma es dramático.

El libro comienza con una larga introducción sobre los mexicas (mal llamados aztecas), sobre la España de los Reyes Católicos y sobre los primeros descubrimientos, para pasar a una detallada narración de los
hechos ocurridos en México desde 1519 a 1521.

Thomas pasa admirablemente de los antecedentes más generales que permiten obtener una perspectiva histórica, a los detalles más curiosos y muchas veces, reveladores. En conjunto, son 806 páginas de narración, acompañadas de varios apéndices y de numerosísimas notas bibliográficas. El autor
dispuso de documentación que no tenía Prescott cuando escribió su libro clásico (del siglo XIX) sobre el mismo tema.

Hugh Thomas trata con una honradez que es de agradecer los episodios acerca de los que existen dudas o diversas interpretaciones, como la muerte de Moctezuma y las dudosas conspiraciones de Cholula y
Tenochtitlán.

Los recuentos de personas son un asunto espinoso y discutible, que Thomas tiende a resolver indicando las diversas cifras y señalando la que le parece más próxima a la realidad. Son especialmente polémicas las cifras correspondientes a la población mexica antes de la conquista, sujetas a variación según los autores pretendan exagerar o reducir la magnitud de la mortalidad. Tampoco es fácil determinar el tamaño de los contingentes en lucha en las diversas batallas.

Afortunadamente, para mi gusto, Thomas se abstiene de incluir en este libro elementos de tipo ensayístico. Sin duda, un ensayo más interpretativo de Hugh Thomas sobre la conquista tendría un gran interés, dado su privilegiado conocimiento de la historia. Pero, de esta manera, La Conquista de México es un libro de Historia con mayúsculas, que pretende y consigue narrar de forma fluida y apasionante unos acontecimientos que, por sí solos, resultan fascinantes.

En resumen, un magnífico libro sobre un acontecimiento extraordinario.

***

«La Conquista de México», de Hugh Thomas
Editorial Planeta, (colección booket), 2004
Rústica, 1109 páginas
ISBN 84-08-05521-6


Mariano Zomeño | Miércoles, 12 de julio de 2006 a las 0:14

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