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Políticamente... conservador

Miedo al islam

Miedo al islam

Europa es una sociedad atemorizada. Cuando se ha sabido que el parlamentario holandés y líder del Partido de la Libertad Geert Wilders pensaba hacer pública su película «Fitna», en la que denuncia las enseñanzas del Corán por totalitarias e incitadoras de la discriminación, la sumisión y la violencia, los socios europeos se han mostrado indignados con este nuevo acto «de provocación». ¿No había ido Javier Solana en peregrinación a los países árabes después del «affaire» de las caricaturas de Mahoma para prometerles que no se iba a repetir nada como eso?

 

Los europeos tienen razón en una cosa, no obstante: «Fitna» provocará una reacción por parte de los radicales islámicos. Pero no por la película, sino porque ellos son violentos y están dispuestos a emplear la fuerza a fin de no tolerar nada que consideren ofensivo.

 

Hay dos problemas: el primero, que existe un principio hasta hora bien arraigado en nuestra cultura que se llama derecho a la libre expresión, por el cual cada cual tiene garantizado que puede decir cuanto quiera siempre y cuando lo haga pacíficamente y, además, quede sujeto al ordenamiento legal por si sus palabras fueran ofensivas o punibles; el segundo, que la autocensura por miedo a la reacción del otro se llama, en este caso, apaciguamiento, una actitud que históricamente nunca ha traído más que sufrimiento a la larga.

 

La sensibilidad de los islamistas radicales ha llegado a tal grado, que se critica al Papa por lo que dice y por lo que hace. La última, el bautizo de Magdi Allam, el periodista italiano de origen egipcio que ha abandonado el islam para convertirse al catolicismo. Y es tal el temor a lo que nos puedan hacer, que ya cuentan con potentes corifeos políticos y mediáticos que corren a condenar como provocación cualquier autoafirmación de nuestra identidad.

 

Magdi Allam viene a Madrid en unos días precisamente para hablar de su libro «Vencer el miedo». Lo tendrá que hacer con un fuerte dispositivo policial, desgraciadamente. Claro que Salman Rushdie lleva años así.

 

Rafael L. Bardají

ABC, 28 de marzo de 2008

 

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