CATALUÑA: UNA ESCUELA AL SERVICIO DE LA IDENTIDAD (Y 2): de la lengua propia al apartheid estatutario
Como hemos visto en la anterior entrega, la ambición de convertir el catalán en instrumento de identidad es previa al actual redactado del nuevo Estatut. Ya lo contemplaba la Ley de Política Lingüística de 1988, y lo habían sistematizado a finales de la década de los 80 con el llamado "Projecte Lingüístic de Centre" (PLC), el cual contemplaba la creación de coordinadores lingüísticos.
Entre los objetivos de tales coordinadores estaría "aconseguir que la llengua catalana sigui el vehícle d’expressió oral i escrita en totes les activitats internes i externes del centre". Estoy hablando de 1989, pero aún me remontaré unos años más atrás. A partir de la primera ley de política lingüística, de 1983, el Gobierno de Jordi Pujol comenzó una purga de maestros castellanohablantes. Se obligó a todos los maestros con plaza a reciclarse para poder seguir ejerciendo. En aquel entonces la Secundaria no se tocó. La consecuencia fue el éxodo de 14.000 maestros, unos motu proprio, otros por verse incapaces de cambiar de lengua a los 50 años; y los que intentaron oponerse fueron expulsados de forma ilegal y mafiosa.
El 1 de julio del 1985 Cambio 16 publicaba, bajo el título 'Maestros castellanos, fora', la historia de unos mil docentes dados de baja en sus respectivos centros tras haber sido manipuladas las instancias presentadas para optar al concurso forzoso de traslados. Ante ello, 39 maestros de EGB y profesores de BUP presentaron denuncia ante los tribunales contra las instituciones autonómicas de Cataluña. Transcribo de Cambio 16:
"Julio Hilario Martín Crespo, un licenciado en Geografía e Historia de veintinueve años, nacido en Cáceres, en la actualidad profesor del instituto San Jordi, de Badalona, es uno de los presuntos segregados. 'Al comenzar el presente curso –asegura– fui excluido de las listas de concurso de traslados dentro de la Comunidad Autónoma catalana. Reclamé a la Generalitat y después de muchas gestiones logré ver mi instancia. Entonces pude comprobar que no era la mía, que me la habían cambiado por otra en la que yo renunciaba a solicitar destino en Cataluña, cuando lo que yo quiero es vivir aquí y ejercer aquí. Además, la falsa instancia había sido firmada con mi nombre, probablemente por alguna persona encargada de manipular estos temas'".
Lo que no sabía este maestro entonces es que aquellos que se opusieron a la catalanización forzosa fueron marcados con una cruz roja en la lista de traslados. El hueco dejado pronto se rellenó de afectos al régimen. La escuela, de esta manera, se convirtió en un feudo del catalanismo, y más tarde del nacionalismo radical. Posiblemente no haya en ningún otro sector mayor densidad de integrismo o de silencio cómplice que en la escuela. Los contenidos no importan. Sólo la lengua, sólo la identidad.
Como vemos, no habríamos de sorprendernos ni preocuparnos por el actual redactado de la reforma del Estatut en materia lingüística y educativa. Sin esta reforma, ya han impuesto el monolingüismo en la Primaria, lo están culminando en la Secundaria e intentando en la Universidad. Por tanto, ¿por qué habríamos de escandalizarnos ahora? ¡Por una razón fundamental! Pero antes de entrar a ese toro déjenme que les explique algunos de los excesos actuales del Tripartito que no son sino el reflejo de su impaciencia por reducir a su identidad una realidad que cada día ofrece más resistencias.
En el caso de la Secundaria lo explica muy bien a los suyos el integrista Joaquín Arenas:
"A secundaria és tota una altra cosa, des d’un principi la legislació, la normativa, va ser més tardana i encara no era vigent per a tots els nivells. Aquest retard va crear mes (…) defensa enfront del català i a hores d’ara encara hi ha instituts que no s’han normalitzat, o que fent normalització s’han desmoralitzat (…) Què vol dir això? Doncs vol dir que la llengua ha deixat de ser element educatiu, que estem educant en una altre llengua i, per tant, estem educant ciutadans per un altre pais" ('Varem fer posible el cátala a les escoles', Docéncia, abril de 2004)
Sin comentarios.
Si bien es cierto que la Secundaria no ha sido reducida aún al monolingüismo, la estadística de participación lingüística en las pruebas de acceso a la universidad indica que pronto lo será tanto como la Infantil y la Primaria: se ha pasado de un 53,3% de uso del catalán en 1992 a un 90,4 en 2000.
La lengua, sentimentalizada de nacionalismo y victimizada a propósito, la toman como instrumento transmisor imprescindible para infectar a las futuras generaciones del ideario nacionalista y convertir el poder en coto privado del propio nacionalismo. No tienen bastante con hacerla hegemónica, es preciso convertirla en el alma de la identidad, y desde ella poseer todas las conciencias.
Así lo prueba el documento que el Gobierno de la Generalitat, siendo presidente Jordi Pujol, elaboró en secreto con la intención de infiltrar y copar banca, prensa, escuela y demás estamentos sociales con el ideario nacionalista, y que filtró El País el 28 de octubre de 1990. Titulaba este periódico: 'Vigilantes seleccionados para velar por el adoctrinamiento en la enseñanza'; y seguía:
"La necesidad primordial para los inspiradores del documento es catalanizar a hombres y mujeres. Habrá, pues, que educar a estos hombres y mujeres, vigilar a los educadores para que cumplan lo estipulado y seleccionar con cuidado a los vigilantes. Todo ello aparece descaradamente en el documento cuando se propugna 'vigilar la composición de los tribunales de oposición', referido a las enseñanzas primaria y secundaria, y al hablar del profesorado universitario. De la misma forma, se recuerda la necesidad de 'reorganizar el cuerpo de inspectores de forma que vigilen la correcta cumplimentación de la normativa sobre la catalanización de la enseñanza'. Y remata: 'Vigilar de cerca la selección de este personal'. También los programas de enseñanza deben ser 'catalanizados', sin olvidar imponer 'análisis previos y aprobación de los contenidos por parte de personas de confianza'. Ni en el apartado de enseñanza ni en el apartado de la universidad alude a la libertad de cátedra. Pero sí lo hace a la hora de controlar a la comunidad educativa no docente. 'Es necesario también incidir en las asociaciones de padres, aportando gente y dirigentes que tengan criterios nacionalistas', y potenciar las asociaciones de profesores y estudiantes nacionalistas, así como impulsar a 'personalidades de ideología nacionalista a los órganos de las tres universidades'".
Creo que todo eso ya lo han conseguido, pero ahora quieren dar un paso más: seleccionar al profesorado para convertir la enseñanza en una secta nacionalista. En el primer borrador del Plan Nacional para la Educación pretendían que el director pudiera elegir al profesorado a través de una entrevista personal, teniendo el aspirante que superar una "moralidad fiable", y el director determinarla. Su atrevimiento no tiene límites. Las intenciones, las intenciones nos indican el horizonte.
No hay que buscar sólo en el nuevo Estatut el abuso esperado, sino en las disposiciones, instrucciones, normas, decretos, etcétera, donde se concretan las "intenciones" y se llevan a cabo con total impunidad. Busquen en "los planes estratégicos de centro", en "las instrucciones de principio de curso", en los "planes lingüísticos de centro", en el "Pacte Nacional per a l’Educació" y en cada una de las actuaciones no escritas de inspectores, coordinadores lingüísticos, profesores afines, etcétera. Busquen aquí las aberraciones que la reforma del Estatut legalizará.
Por ejemplo, la inspección educativa nacional será competencia exclusiva de la Generalitat, según reza el artículo 135 del nuevo Estatut, aunque hasta ahora, sin artículo alguno, nunca inspeccionó ni cursó las denuncias que desde Cataluña se hacían. Como pasa con el artículo 127, donde se da a la Generalitat competencia exclusiva en cultura, lo que entre otras cosas le otorga poder exclusivo para controlar los libros de texto; tampoco en este caso se necesitó hasta hoy tal redactado, porque han actuado como si ya lo tuvieran. Sólo son editados en catalán. Apliquen el mismo razonamiento al artículo 35, donde se consagra la obligatoriedad y prioridad del catalán en el ámbito educativo. ¡Vaya novedad! Han cometido ese atropello impunemente desde siempre.
Entonces, me decía antes, ¿por qué habríamos de escandalizarnos ahora de la reforma del Estatut, si buena parte de lo que dice a propósito de la educación se viene imponiendo desde los años 80?
Por una razón fundamental: porque hasta ahora lo venían imponiendo de tapadillo, sin el amparo de la ley, a causa de lo cual debían tensar la cuerda sólo hasta el límite de los tribunales. El miedo y la leyenda negra contra todos los que osaran quejarse hacían el resto. Pero con el actual redactado pueden entrar a degüello en institutos y universidades (en la escuela ya no tienen necesidad), e imponer sanciones, impedir trámites de traslado, ascensos, becas y, si se envalentonan, dictar expulsiones.
Esto, para los que son propietarios de plaza por oposición. Pero para los interinos, los sustitutos, los aspirantes u opositores a una plaza de profesor, el requisito del idioma será una frontera de cristal transparente, pero infranqueable. La lengua se convertirá, así, en un verdadero pasaporte laboral, y nadie de dentro o de fuera de Cataluña podrá acceder a un puesto de trabajo
Sólo hay una cosa buena en esta reforma: han enseñado la patita, se les ha visto el plumero, sabemos sus intenciones. Han cometido su primer error. Quienes quieran conocer su lado oscuro no deben fiarse de sus palabras, sobre todo de las buenas. Mienten siempre. Yo siempre me he dejado guiar por sus intenciones y los hechos sobrevenidos: es la única manera de saber cómo se van a comportar. Repasen la historia de sus tropelías identitarias y lingüísticas y comprobarán la relación directa entre ese tipo de intenciones y sus imposiciones reales.
Por eso, no se den por satisfechos si sale un Estatut descafeinado. La letra del articulado podrá decir lo que quiera, pero el ejercicio diario del poder se ejercerá con todas sus intenciones e incumpliendo todas las leyes, como hasta ahora.
Termino con algunos de los atropellos genuinos del Tripartito. Las actuales "Aules d'Acogida", encargadas de acoger y preparar a los alumnos de lenguas no románicas que provenían de la inmigración y con serias dificultades de entendimiento lingüístico, ahora son obligatorias también para sudamericanos castellanohablantes. A pesar de que el responsable lleva un nombre muy exótico: "Coordinador lingüístic, d'interculturalitat i de cohesió social del centre", sus funciones se reducen a enseñarles catalán y sólo catalán. Allí se pueden pasar un año, o hasta que el responsable del aula lo considere oportuno. El objetivo es obvio: encarcelar sentimentalmente el aprendizaje y el contacto de estos "nouvinguts a la llengua pròpia de Catalunya i a la seva identidat nacional".
Debería darles vergüenza impedir que miles de niños y jóvenes sudamericanos puedan acceder a libros de texto en castellano o bilingües para seguir sus estudios con mayor facilidad. Porque ya que no sus profesores, al menos los libros podrían paliar el choque inicial y disminuir la desventaja del desconocimiento de la lengua. Pero no hay editoriales bilingües, ni sirven los currículos de los libros del resto de España. Se hacen diferentes para evitar, precisamente, esa posibilidad.
El fracaso del primer año de muchos de estos jóvenes es casi sistemático. No les importa un carajo. Su fracaso escolar se mide en función de si han aprendido o no catalán y si se comportan o no como buenos catalanistas.
Ese Coordinador Lingüístico de extensos atributos está en conexión con el asesor lingüístico multiusos (TIC), aunque a la hora de la verdad todos empiecen y terminen en la lengua.
Una de sus últimas fechorías ha sido utilizar a los alumnos para que delaten a los profesores que no den las clases y los textos en catalán, a través de unas encuestas que deben firmar los dos delegados y el tutor.
Alguna vez me he imaginado el guión de una obra de teatro donde el eje central fuera una oficina de especímenes extravagantes obsesionados por encontrar el modo de erradicar el español de Cataluña. La realidad, sin embargo, siempre me chafa todas las estupideces que pienso que pensarían estos enfermos de la lengua propia.
La última proviene del informe DAFO. De salida, los informes DAFO son instrumentos de marketing, aplicables a cualquier sector empresarial, para optimizar recursos y objetivos, pero la novedad aquí es que se aplicará en favor de los fines perseguidos por el nacionalismo para conseguir una limpieza lingüística en nuestros centros de enseñanza.
Cuatro conceptos completan el diagnóstico de cualquier informe DAFO: Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades. En cada una de ellas se señalan los puntos que impiden o fortalecen una optimización de recursos. Conocerlos y señalarlos es el primer paso para resolverlos con eficacia, en pos del fin perseguido. Pues bien, en el apartado de Amenazas, entre los puntos señalados por los técnicos, contratados por el Departamento de Educación de la Generalitat, y entregados a los directores para operar a partir de ellos está el "entorn fortament castellà-parlant".
Es decir, para estos planificadores de la educación en Cataluña, los castallanohablantes son una amenaza para la eficacia del sistema educativo. ¿Cómo pueden hablar de democracia, cohesión social, interculturalidad, bilingüismo…? ¡Cuánto filibustero! Son capaces de montar el Forum de las Culturas y traer a miles de personas del Tercer Mundo para demostrar su solidaridad, pero son incapaces de ofrecer un mínimo de tolerancia a quienes viven junto a ellos.
¡Cuánta penitencia estética para pagar tanta culpabilidad!
Por Antonio Robles
Libertad Digital, suplemento Ideas, 3 de mayo de 2006
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