¿Qué ocurre en la iglesia de Bush?
Los metodistas están en plena batalla entre liberales y conservadores. Y los últimos van ganando.
El metodismo fue iniciado por John Wesley como movimiento dentro de la Iglesia de Inglaterra en el siglo XVIII, centrado en el estudio de la Biblia, exigente en el plano ascético y activo en lo que a predicación se refiere. Los primeros metodistas reaccionaron contra la apatía de la Iglesia de Inglaterra, empezaron a predicar al aire libre sermones entusiastas acompañados de himnos y cantos y establecieron sociedades metodistas por doquier. Destacaba su insistencia en la necesidad de un nuevo nacimiento (los famosos “reborn”) y en la acción del Espíritu Santo. Muy pronto se les acusó de fanatismo e incluso de superstición y después de la Revolución Americana, la Iglesia de Inglaterra cortó con aquellos de sus miembros que eran norteamericanos, impidiendo que se pudiesen ordenar como ministros. Wesley decide ordenar ministros, y puesto que no era obispo, esto supuso un cisma que originó la Iglesia Metodista como cuerpo separado.Esta breve introducción que ayudará al profano a situarse es por supuesto simplificadora: el mundo protestante es muy cambiante y de hecho existen hoy más de cuarenta agrupaciones que se reclaman herederas de Wesley y por tanto metodistas. Pero lo que aquí nos interesa es lo que está sucediendo entre los metodistas norteamericanos actuales y qué tendencias refleja. Como muchas otras denominaciones protestantes, la Iglesia Metodista Unida ha experimentado en las últimas décadas el avance de las posturas más liberales, al menos entre los pastores que las dirigen. Esto se ha traducido en una caída de sus fieles de 11 a 8 millones y en el lanzamiento de costosas campañas publicitarias para captar nuevos miembros, si bien los escándalos sexuales y la batalla sobre la homosexualidad han dejado en un segundo plano todos estos esfuerzos.Los metodistas conservadores, tras luchar por la supervivencia, empezaron a organizarse y a plantar batalla dentro de su iglesia siguiendo el ejemplo de los baptistas del Sur, quienes en los años 80 consiguieron la presidencia de su convención después de años de intensa preparación. En el caso de los metodistas, los conservadores evangélicos empezaron a conseguir éxitos en la década de los noventa con el apoyo clave de las iglesias metodistas africanas. En efecto, mientras que el metodismo liberal de la Costa Oeste y del Noreste americano declina en número, los metodistas africanos, teológicamente conservadores, no cesan de crecer y en 2004 ya representaron el 20% de la Conferencia General que rige los destinos de la Iglesia Metodista Unida (convocado cada cuatro años, se calcula que en 2012 los africanos superarán el tercio de los asistentes). Esto significa que la alianza de los metodistas del Sur con los venidos de ultramar está a un paso, si no la ha alcanzado ya, de la mayoría. El caso de Beth Stroud es significativo de lo que se cuece entre los metodistas. Stroud anunció su relación sexual lésbica con otra mujer desde el púlpito de su congregación liberal en Filadelfia hace dos años. Pero el obispo metodista del lugar, disconforme con este paso, inició un proceso judicial que acabó con sentencia condenatoria por haber infringido la prohibición para los pastores de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio. En abril de 2005 un comité de apelación de mayoría liberal dictaminó que como se prohíbe la discriminación basada en el “status” la sentencia era nula. El caso pasó entonces al Concilio Judicial, una institución que vegetaba en la inactividad pero que es ahora crucial en la batalla sobre la homosexualidad dentro de la Iglesia Metodista Unida. El Concilio Judicial, encargado de hacer cumplir las leyes aprobadas en las Conferencias Generales, tiene en la actualidad una mayoría conservadora (entre sus nueve miembros hay un filipino y un congoleño) y votó 6-2 contra Stroud. Los tiempos y los equilibrios numéricos parecen decantarse pues cada vez más hacia las corrientes más conservadoras dentro del metodismo. La reacción de los metodistas liberales ha sido furibunda y han llegado hasta a proponer la expulsión de dos miembros de la Iglesia Metodista Unida, George W. Bush y Dick Cheney, por haber “lanzado una guerra inmoral”. Se puede aplicar aquí lo de mucho ruido y pocas nueces: la influencia conservadora crece y se consolida; dos datos nos ayudarán a comprender que este viraje a estribor va a ser muy difícil de rectificar: ya hay más metodistas en el sureño estado de Georgia que en toda la Costa Oeste y los estados de las Rocky Mountains juntos; por otra parte ya hay más asistentes dominicales metodistas en el Congo que en todo Estados Unidos. Las congregaciones liberales están cada vez más vacías mientras las conservadoras son las únicas que crecen. La tendencia que ejemplificaron los baptistas del Sur y que después ha sido clave para consolidar la hegemonía política republicana se está repitiendo entre los metodistas. Publicado en American Review por Jorge Soley Climent
09-05-2006
09-05-2006
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