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Políticamente... conservador

Identidad occidental

La débil democracia europea

¿Es democrática la UE? Casi todos los europeos creen que sí, pero hay grados de democracia. Muchos europeos se sienten cada día más impotentes frente a sus gobiernos nacionales, y mucho más frente a la UE. Y tienen poderosas razones para sentirse así. Aunque muchas naciones europeas son más viejas que EEUU, todas las democracias del Viejo Continente (con la excepción parcial de Suiza) son más recientes; muchas de ellas lo son desde hace unas pocas décadas, y desde hace aún menos las que pertenecieron a la URSS.Muchas de las naciones europeas fueron monarquías autoritarias que se transformaron en socialismos autoritarios sin crear las instituciones democráticas que protegen a los individuos del Gobierno.

Cuando un pequeño grupo de personas se reúne y vota por sus líderes y por todas las cuestiones realmente importantes, a ese proceso lo llamamos "democracia directa". Muchos pueblos de EEUU, especialmente en Nueva Inglaterra, convocaban a la gente a reuniones de ciudadanos donde se decidía sobre los impuestos y sobre cómo gastar el dinero de los contribuyentes. La mayoría de los países tienen hoy "democracias representativas", donde la gente elige a los representantes que apoyan sus deseos y opiniones.

El sistema suele funcionar bastante bien cuando los ciudadanos conocen a sus representantes, pueden interactuar con ellos y éstos temen perder su posición si no reflejan el deseo de la mayoría.

Muchos países europeos han construido su sistema político de arriba abajo, no de abajo arriba. En tales países la élite política decide qué es lo que conviene a la ciudadanía. Francia es un buen ejemplo. La mayoría de los líderes políticos franceses fueron a la misma universidad elitista, donde desarrollaron su red de amigos, razón por la cual tanto los políticos de izquierda como los de derecha quieren un Gobierno grande, donde ellos lo controlen todo. Los parlamentarios están bajo el control estricto de los partidos, por lo tanto, y a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, las votaciones en contra de la línea partidista son muy raras.

En el Congreso de Estados Unidos los líderes están todo el tiempo negociando con sus compañeros de partido, tratando de lograr mayorías. La principal lealtad de los congresistas es hacia sus electores, no hacia los líderes de su formación. En Europa, y también en América Latina, lo normal es lo opuesto. Si los congresistas no siguen la línea partidista los eliminan de la lista de candidatos y son reemplazados por otros de su distrito. Por lo tanto, los congresistas ocupan casi todo su tiempo en quedar bien con los jefes del partido.

El líder del Partido Conservador del Reino Unido acaba de anunciar que su formación no luchará por rebajar los impuestos durante la próxima campaña electoral. Los dirigentes de la vieja guardia thatcheriana están indignados: lo consideran dañino tanto para el país como para el partido; pero si no bajan la cabeza y tragan, sus nombres no aparecerán en las listas de candidatos.

Otro factor influyente en el centralismo poco democrático que prevalece en Europa es la importancia de la televisión gubernamental. Como es de imaginar, los canales del Estado apoyan al Gobierno grande, que paga sus cuentas. El caso más notorio es la BBC, cuyos ingresos provienen enteramente del impuesto que pagan todos los que tienen un televisor en el Reino Unido. Como era de prever, los comentarios y la presentación de las noticias de la BBC son siempre en contra de un Gobierno limitado y de unos impuestos más bajos.

De esta forma, la defensa de la libertad individual y el libre mercado confrontan una doble desventaja en Europa en su lucha contra el monstruo gubernamental, que distribuye favores por cuenta del presupuesto nacional y manipula la información a través de la televisión estatal.

Dado que ni a las élites más poderosas ni a los medios de información mejor financiados les gusta mucho la democracia, en Europa crece el estatismo, lo que a su vez ha destruido gran parte de la vitalidad económica del Viejo Continente.

Por Richard W. Rahn (director general del Center for Economic Growth y académico asociado del Cato Institute).

© AIPE

Libertad Digital, suplemento Exteriores, 18 de julio de 2006.

Zafarranchos de combate

Lo hacen pésimamente pero lo hacen, y son los únicos. Los únicos en enfrentarse al terrorismo islámico, los únicos en jugarse la vida en defensa de nuestras democracias, tan poco liberales pero que constituyen el mínimo vital frente a todas las dictaduras, los totalitarismos, los fanatismos. Los únicos son los Estados Unidos y sus pocos aliados; y el Reino Unido, siempre presente, siempre valiente.

Se podrán desmenuzar los desastres en Irak y Afganistán, o donde sea, se podrá criticar e insultar desde las tribunas oficiales, o las reservadas a la prensa, lo que está ocurriendo en el ruedo. Que los gobiernos aliados y sus estados mayores fueran sorprendidos por este tipo de guerra sucia y larga, con más victimas civiles que militares, con atentados suicidas diarios, en Irak y de nuevo en Afganistán, es bastante probable; y hubiera sido, desde luego, preferible que hubieran previsto que esos dos países iban a convertirse en campos de batalla predilectos del terrorismo islámico internacional, precisamente porque allí se concentraban, en situación difícil y peligrosa, tropas "infieles". Pero esa imprevisión es poca cosa comparada con la imbecilidad de quienes, como el Gobierno zapaterista, se apresuraron a retirar el puñado de militares españoles de Irak para enviar un puñado semejante a Afganistán, como si no se tratara de la misma guerra, y cuando comienza a haber víctimas españolas intentan presentarlo como si de accidentes se tratara, como los que ya hubo. Pues no son accidentes, es la guerra.

La "guerra santa islámica contra Occidente y los judíos" es internacional y la misma en todos los países, de Filipinas a Nueva York, pasando por Bombay y el Cáucaso –no sólo Chechenia– o Europa, para recordar algunas catástrofes. Desde luego, no se trata de un solo ejército, jerarquizado y con mando único, y al fanatismo común a todos los locos de Alá se mezclan contradictoriamente intereses nacionalistas y luchas políticas por el poder. ¿Quién tiene interés en fomentar una guerra civil entre chiitas y sunitas en Irak? Pues todos los países que desean que fracase la democratización y la reconstrucción de Irak y que este país se convierta en fiel aliado de Occidente; y, en primer lugar, Irán y Siria. Pero también hay países, como Arabia Saudí y Pakistán, que, combatiendo el terrorismo en su territorio, lo apoyan y subvencionan fuera de sus fronteras, en Irak como en Palestina, en la India como en Chechenia.

Y una vez más, Israel está en guerra. Atacado por Hamas desde el sur y el Hezbolá por el norte, o sea por Siria e Irán, de los que Hezbolá depende y a los que obedece, Israel responde militar y enérgicamente; y, una vez más, la UE se cubre de ridículo y da vergüenza. Cuando no aconsejan "moderación" y, como contestadores automáticos, recomiendan "negociaciones de paz", vituperan contra Israel, exagerando las víctimas civiles palestinas para ocultar las israelíes.

¿Negociar con quién? ¿Con Hamas, cuyo objetivo declarado es la destrucción de Israel? ¿Con Irán, cuyo objetivo es el mismo y además tiene la posibilidad de bombardear Israel con armas nucleares? Todo esto procede de un lavado de cerebro que prospera sobre un fondo popular antiisraelí y antisemita. El País de hoy (13-7-2006) tiene la caradura de terminar su editorial sobre este tema con la chulería siguiente: "(...) es momento de que la comunidad internacional, y especialmente EEUU y la Unión Europea, actúe con medidas mucho más drásticas que los simples llamamientos a la calma".

Aparte de que poner en el mismo saco a EEUU y a la UE, en este caso como en otros (el nuclear iraní, pongamos), es pura ficción, ¿qué medidas drásticas proponen? ¿Bombardear Tel Aviv antes de que lo hagan los ayatolás? Tal vez no se atrevan a expresar tales extremos, pero sí abogan por meter a Israel en cintura, obligarle a retroceder, a rendirse, a abandonar a sus tres soldados secuestrados, como siempre lo han hecho ellos con sus rehenes; a que pierda Israel, en una palabra. Pues que no cuenten con los USA, por ahora, para apuñalar a Israel por la espalda.

Y aunque no se trate exactamente de la misma guerra, sí se trata de la misma lucha por la democracia, y es nuestra primera trinchera, puesto que es España. No me extraña nada que el Congreso "exija" máxima discreción –o sea, censura total– sobre las negociaciones habidas y por haber con ETA, porque si los españoles estuvieran al corriente de todo una mayoría estará no sólo en contra, sino profundamente indignada. La situación está pendiente de un hilo, y no muy sólido, porque no tiene solución. Por un lado, ETA y sus aliados, incluyendo amplios sectores del PNV –o la totalidad–, a cambio de la tregua quieren conquistar el "gran País Vasco", con Navarra y una región francesa. Nadie puede negar que lo hayan dicho y repetido claramente al Gobierno español, como, por cierto, al francés, al PSE y al PSOE. Van a por todo, y si no lo obtienen volverán a matar.

Esta es la base de sus chantaje. Rodríguez Z. sabe –o se lo ha dicho Guerra, y algún general, por lo menos– que eso no van a aceptarlo ni la mayoría de los españoles, empezando por los navarros, claro, ni los franceses, cualquiera que sea su futuro Gobierno. Su apuesta arriesgada es lograr mantener la tregua, mediante muchas concesiones a los terroristas, hasta poder apuntarse el tanto electoral de haber "ganado la paz". Secretamente puede prometer el oro y el moro, pero si puede concederles mucho a los asesinos etarras y a sus cómplices, no puede concederles todo lo que exigen. Y ese es el callejón sin salida en el que nos ha metido, con su bulimia de poder eterno y su desprecio por los intereses de los españoles; de todos los españoles, incluyendo a vascos y catalanes, porque no todos, ni muchísimo menos, comulgan con las ruedas del molino nacionalista, expansionista y terrorista. Véase si no su resistencia, no tan minoritaria como pretenden los medios a su sueldo.

Para lograr la paz es imprescindible vencer a ETA, y que se rinda, entregando sus armas y todo lo demás. Pero así como lo están haciendo, está visto que no. Por ello no hay más remedio que seguir atacando, protestando, debatiendo, sin tapujos, ni censuras.

Nota bene: "Incompetente, lamentable, irresponsable, traidor infecto, falso, calumniador, basura, abyecto, ridículo, siniestro, falsario, fariseo... ¡etcétera!". Nos enteramos por la prensa de que estos son algunos de los términos moderados que un juez mercantil (?) ha prohibido emplear a Federico Jiménez Losantos en sus críticas a ABC. Los hago míos, incluso fuera del contexto de las amenas conversaciones de La Mañana, confiando en que, si somos bastantes en solidarizarnos con Federico y la libertad de expresión, no habrá suficientes jueces mercantiles en España para pararnos los pies ni cerrarnos el pico.

Por Carlos Semprún Maura

Libertad Digital, suplemento Fin de Semana, 15 de julio de 2006

Lo nuevo de EEUU

Hace ya tiempo que EEUU parece conformar tendencias políticas, sociales y económicas que se extienden después por todo el planeta. Los analistas estudian hoy el fenómeno de “reversión” que ha cambiado el mapa político estadounidense

A muchos admira desde antiguo el impulso innovador de EEUU. La eficacia del “melting pot” ya sorprendía a Crèvecoeur en 1782; el sistema igualitario y democrático estadounidense sobrecogió al joven conde de Tocqueville desde 1831; el navalista japonés Katsu Rintaro se extasió en 1859 ante el poder militar yanqui, y la abundancia capitalista de los supermercados de Houston cautivó a Yeltsin en 1989. La mayoría de estos viajeros, metidos a reformadores y profetas, vieron más allá de lo nuevo y encontraron lo venidero. Todavía hoy las novedades de EEUU parecen anticipar el camino que otras naciones recorrerán en el futuro.

¿Qué singularidad estadounidense se analiza hoy con asombro? Que allí es vanguardista ser conservador, y retrógrado ser progresista. Lo dijo George Clooney a finales de 2005: “liberal” es “una palabra fea”. También lo es para el viejo público progresista: los pobres votan a Bush, las fraternidades cristianas del MIT sobrepasan la docena, el 75% de los estudiantes de la sesentayochista UCLA confiesa rezar, y el senador demócrata Ted Kennedy apoya el mayor programa de cheque escolar de EEUU, que permitirá estudiar en colegios privados a 300.000 estudiantes desplazados por el huracán Katrina. El profesor William McClay resumió bien el fenómeno: “hoy el partido conservador en EEUU es el partido del progreso, de la liberación humana, de la determinación nacional e internacional”. Y el Partido Demócrata es “el partido de la oposición al cambio, el partido de los intereses atrincherados, de las burocracias públicas, de los sindicatos de funcionarios y de los ««lobbies» de políticas identitarias”.

¿Por qué ocurre esto? Posiblemente por tres razones. Primero, porque la polémica del aborto permitió descubrir que las utopías políticas progresistas acaban pisoteando la dignidad del hombre. Segundo, porque el intervencionismo del Estado mostró el riesgo de que éste no reconociera los derechos naturales del hombre, sino que los inventara y confiriera a discreción. Tercero, porque en los intentos de secularización pública muchos vieron la intención de mutilar la razón humana, apartándola de la rica complementariedad de la fe. En definitiva, el violento ataque progresista del s.XX recordó a EEUU lo que todo niño sabe: que en la casa de caramelo vive la bruja; que la verdadera Odisea es regresar a casa; y que Frodo salió de La Comarca para poder vivir siempre en ella. Muchos estadounidenses se ríen ahora, con Chesterton, de la tontería de pensar que, porque dimos un giro equivocado hace algún tiempo, tenemos que ir hacia delante y no hacia atrás; y que porque no realizamos nuestro ideal, debemos olvidarlo. Es decir, se ríen del progresismo.

¿Llegará a España la última innovación de EEUU? Es posible. Pero lo cierto es que, si los conservadores son hoy el partido del progreso en EEUU porque los bandazos izquierdistas despertaron el sentido común estadounidense, los populares son “partido de progreso” en España porque han asumido el progresismo en la batalla de las ideas. Y ¿qué es el progresismo? Pues Jordi Pujol el pasado junio, profetizando que la crisis religiosa que él facilitó en Cataluña, “llegará en un momento u otro al resto de España”. A saber, que debemos resignarnos a las mismas acelgas que el camarero sirve en la mesa de al lado. O quizás no. Tal vez ya sea hora de que España escoja el menú. Por ejemplo, una paella de marisco ligeramente socarrada, para degustarla en Valencia este mes de julio con toda la familia. Y que el Papa presida la mesa.


Guillermo Elizalde Monroset, 12-07-2006

American Review

© Fundación Burke

Benedicto hace el cristianismo

Poco más de 25 horas en España. Suficiente para constatar que de este Papa se puede decir lo que afirmaba Péguy de Jesús: no se dedica a incriminar al mundo, hace el cristianismo.

El millón y medio de peregrinos que ayer escucharon a Benedicto XVI en Valencia y todos aquellos que han seguido sin prejuicios durante el pasado fin de semana sus palabras y sus gestos han visto a un hombre interesado, sobre todo, en dar testimonio de cómo la fe hace más plena la experiencia humana.

En el mensaje que entregó a los obispos españoles les invitó, en estos tiempos difíciles, a dar razón de su esperanza. Es lo que él ha hecho en una España cada vez más encastillada en el frentismo ideológico.

El Papa ha reclamado que los poderes públicos reconozcan el bien que es para la sociedad la familia basada en el matrimonio indisoluble de hombre y mujer. Pero nos ha enseñado que lo verdaderamente determinante no es contar con una legislación favorable o desfavorable, no hay más que ver cómo ha distribuido los tiempos de sus discursos.

El Santo Padre ha denunciado los límites una cultura y una ética que no se abre a lo religioso. Pero nos ha hecho ver que lo más importante no es precisar los errores y los males morales que afectan a la familia. Benedicto XVI ha querido enseñar a la “católica España” que no puede dar por supuesta la fe.

La fe, nos ha dicho acertando en la diana de nuestra gran debilidad, no es una simple herencia cultural, es una gracia que llama a la libertad. El Papa ha dedicado la mayor parte de sus dos intervenciones a describir cómo se transmite el cristianismo, cómo educa, cómo convierte la tradición en una propuesta para la libertad, cómo permite experimentar que cada individuo no es fruto del azar o de la casualidad sino un proyecto querido por Dios.

Benedicto XVI, que podría haber hablado de muchas cuestiones, ha querido insistir en que la fe “ no pretende ahogar el amor, sino hacerlo más sano”.

Páginas Digital, 10 de julio de 2006

Agasajos y conferencias para combatir al populismo

 “Hay un tiempo para cada cosa, un tiempo de predicar, y un tiempo de orar, pero esos tiempos han pasado. Hay un tiempo para pelear y ese tiempo ha llegado” (Peter Muhlenberg).

Hispanoamérica enfrenta uno de los períodos más oscuros de su historia contemporánea. Tan oscuro como la generalización de gobiernos militares en los setentas, o como la ola de regímenes autoritarios y nacionalistas de los cuarenta. Lo que llega ahora es una recombinación de los tres males.

Una alquimia posmoderna de populismo autoritario, delirios nacionalistas reverdecidos con condimentos étnicos, y como frutilla del postre, alguna fantasía militarista pavimentando sueños de expansión imperial.

El revival del caudillismo del siglo XIX, trajo a presuntos líderes que respaldados por bien pagados dispositivos de agitación y propaganda han ahogado a la oposición y en algunos casos, se han encarnizado con la disidencia. El planteo regresivo es generalizado, aunque las miras para ese retroceso se han fijado en distintos puntos del pasado.

En Argentina, Kirchner apunta a reconstruir la Patria Peronista de los años cincuenta.

En Venezuela Chávez sueña un gran estado bolivariano, desmantelado hace ciento sesenta años.

En Bolivia, Morales –como el fallido Humala, en Perú- pregona un retorno más drástico, a las estructuras imperiales del Tahuantinsuyo.

En todos los casos, el proyecto se condimenta con el más recalcitrante antinorteamericanismo, o el rechazo más visceral a cualquier proceso de racionalidad económica que pueda remotamente vincularse al odiado neoliberalismo.

No es poco lo que hay en juego. Es el futuro de millones y millones de personas, que otra vez van a ver frustradas sus posibilidades de desarrollarse, de vivir en países con un mínimo de racionalidad, donde la propia iniciativa, y el esfuerzo tengan valor y recompensa.

A cambio se les ofrece el menú que le cocinan los capataces de turno, y las dádivas de Estados todopoderosos, donde no hay ciudadanos sino simples votantes.

Ante este panorama, en los que es difícil encontrar un resquicio para ejercer la crítica y construir alternativas, muchos esfuerzos se dilapidan en ineficaces e ineficientes happenings sociales, donde se reune la cremme de la cremme de la inteligentzia antipopulsta-antisocialista-antiantimercado, y se discursea sobre los males latinoamericanos, los avances del socialismo en Europa, las amenazas a la democracia y a la libertad en todos lados, pero donde jamás se hace nada práctico para evitarlo.

Entre canapés, appetizers variados y delicadas copas de champán, no aparece un ápice de seriedad académica, hay poco de difusión y nada de trascendencia, salvo en algún mail destinado a probables financiadores de futuros eventos similares.

No hay conclusiones, publicaciones, informes ni ponencias. Mas bien una fiestita endogámica donde cinco o seis padrinos en el exilio se reúnen con los delegados de miríadas de fundaciones y centros de estudios, que pululan en busca de financiamiento, para asegurarse un buen retiro, cambiando el empleo público que cunde en sus países por un óbolo ganado para fungir de claque de algún conferenciante profesional, opinador de temas generales o algún que otro escribidor de catilinarias para el diario del domingo. De estos shows hay a montones. De los dos lados del Atlántico.

Han proliferado tantas organizaciones, fundaciones, redes de fundaciones, que uno se pregunta cómo tantas entidades no reúnen gente suficiente para armar un partido político que pueda llevar a la práctica tanto debate.

Sucede que los discutidores profesionales, los mesarredondistas consuetudinarios, jamás ponen en acción ninguna de las ideas que pregonan. A veces, ni siquiera apoyan a los que lo intentan. Porque, vamos, tal política o tal propuesta no condice con lo que dijo Senholz en Age of Inflation, y porque ya se sabe que tal candidato es incapaz de entender los principios de la praxeología de Von Mises.

En realidad no intentan ninguna acción que pueda ser de eficacia en la sociedad, y se concentran en sus ágapes y conferencias, porque allí están cómodos y bien alimentados. Unos cuantos empresarios ponen en práctica la políticamente correcta y promocionada responsabilidad social, facilitando unos euros a los gestores de estas puestas en escena, a cambio de un asiento en primera fila para escuchar a tal o cual expositor de moda. Adhieren al sistema unos cuantos intelectuales, algunos que participan para mantener la ficción sobre su preocupación por los asuntos del país, mientras en un dorado exilio embolsan generosos honorarios por sus presentaciones.

Algunos han incluso probado suerte en la política, de donde huyeron tras recibir los palazos del mundo real, para retornar al cómodo ambiente de la conferencia rentada y los aduladores de conveniencia.

Es curioso, pero en estos ámbitos recurrentemente se apela a la imagen de los héroes que de una manera u otra pelearon para construir los países latinoamericanos, o a los founding fathers de la revolución norteamericana. Es difícil imaginarse en disertaciones de hotel cinco estrellas a personajes como Juan Bautista Alberdi que murió en la miseria luego de décadas de batallar defendiendo la causa constitucional argentina, o a su rival Domingo Sarmiento, que ácidamente lo criticaba por no “poner el cuero” para defender sus ideales, pasando la bandeja de bocaditos.

Ni que hablar de los norteamericanos, que cuando las papas quemaban, pusieron en práctica aquello que predicó Peter Muhlenberg, dejaron de lado los discursos, se arremangaron y se jugaron vida, honor y fortuna para construir un país de veras, y llevar, de una vez por todas, las ideas a la práctica.  

Rubén Benedetti | Jueves, 6 de julio de 2006 a las 23:00  

Hispalibertas.com 

Hispanos en USA: la bomba ya está aquí

Artículo en el que el autor se plantea las consecuencias políticas y electorales que va a tener el crecimiento de la población hispana en EEUU. La población hispana ha comenzado a ser tenida en cuenta por los políticos americanos.  

Mucho se ha escrito acerca de la cuestión de la inmigración en Estados Unidos, de la bondad de una amnistía general, de la posibilidad de blindar la frontera con México o de las dificultades para integrar a la población hispana por su magnitud y el mantenimiento de sus vínculos con sus países de origen gracias a la cercanía geográfica y a las mejoras en lo que a comunicación se refiere. Vamos a intentar aportar al debate un elemento, el demográfico, que creemos que es esencial para comprender la dimensión de la cuestión. Según los datos de 2003, los hispanos ya constituyen el 14% de la población norteamericana, superando de este modo a la minoría negra, estancada alrededor del 12%.

Esto significa que ya son la minoría más grande, superando a los negros, y a mucha distancia de los asiáticos (4%) y de los indios nativos (1%).

El escenario se modifica si consideramos no ya el peso de cada grupo sobre el total de la población, sino el porcentaje sobre los nacimientos en el mismo año. Aquí el avance hispano es grande: el 14% de la población genera el 22% de los nacimientos en el país. Esto significa que, de mantenerse esta tendencia, a medio plazo los hispanos se acercarían a una cuarta parte del país, y eso sin contar con movimientos migratorios.

Si nos fijamos en el detalle veremos que los mexicanos son quienes se llevan el mayor mérito pues ya un 16% de los nacidos en Estados Unidos tienen este origen. El avance hispano se realiza principalmente a costa de la población blanca que, aunque supone un 67% de la población norteamericana, sólo genera el 56% de los nacimientos.  

Si comparamos la evolución del número de nacimientos en Estados Unidos entre 1990 y 2003 los resultados so significativos. Mientras que la cifra de nacimientos absolutos se mantiene estable en torno a los 4 millones, su composición varía sustancialmente. El nacimiento de blancos desciende un 12% y el de negros un 13% mientras que los grupos que aumentan son los indios en un 10%, los asiáticos en un 56% y los hispanos, que con casi un millón de nacimientos experimentan un crecimiento en algo más de una década del 53%. Una vez más el grupo más dinámico dentro de los hispanos son los mexicanos, con un crecimiento del 70%. Esto se debe, evidentemente, a una mayor tasa de fecundidad, que entre los hispanos se sitúa en 2,8 hijos por mujer. 

En definitiva, no son necesarios unos conocimientos exhaustivos de demografía para comprender que la presencia hispana en Estados Unidos va a consolidarse y aumentar en un futuro no tan lejano. De ahí su creciente importancia en la configuración de la política norteamericana y en consecuencia lo delicado del asunto. El apoyo de los hispanos será un factor decisivo en el futuro y cualquier paso en falso puede alejarlo de las filas republicanas; harán bien pues los estrategas del GOP en atender a esta cuestión con especial cuidado y tino. 

Jorge Soley Climent, 28-06-2006

American Review 

HO se pronuncia en favor de la unidad de España

Ante los hechos que están ocurriendo en nuestro país, y después de un tiempo de reflexión, HO ha decidido hacer más explícito su compromiso con la promoción del patriotismo como virtud social y con la defensa de la unidad de la nación española, por entender que se trata de una exigencia del bien común aquí y ahora. La Junta Directiva de HazteOir.org ha emitido un documento en este sentido, que ofrecemos a continuación a nuestros lectores.

HAZTEOIR.ORG .- Desde su nacimiento hace 5 años, HazteOir.org ha asumido como misión promover la participación de los ciudadanos en la política. Creemos que ésta es la mejor forma a nuestro alcance de recuperar la dignidad de la cosa pública y de mejorar nuestra sociedad.

En nuestra tarea nos adherimos a la concepción cristiana del hombre y de la sociedad, y en consecuencia afirmamos la dignidad de la persona humana y la importancia de valores como la vida, la verdad, la libertad, la justicia y la solidaridad. De este modo, queremos contribuir a la construcción de una sociedad más justa, favorable al pleno desarrollo de las personas.

Son muchas las acciones que a lo largo de estos años hemos desarrollado en defensa de estos principios. El trabajo y la ilusión de incontables voluntarios ha permitido que hayamos obtenido éxitos considerables. Pero el mayor de todos ha sido convertir a HO en la plataforma líder de la participación ciudadana.

La existencia hoy de gravísimas y frontales agresiones a los aspectos más básicos de la dignidad humana, la vida, la libertad de conciencia, la familia o la libertad de educación, no puede, sin embargo, hacernos cerrar los ojos ante una cuestión que supone también un ataque a un bien moral concreto de nuestra sociedad: la unidad de esa realidad milenaria que se llama España.

Por este motivo y después de un tiempo de reflexión, creemos que HO debe hacer ahora más explícito su compromiso con la promoción del patriotismo como virtud social y con la defensa de la unidad de la nación española, por entender que se trata de una exigencia del bien común aquí y ahora y que de su preservación va a depender también, en alguna medida, la permanencia de las raíces cristianas de nuestra cultura popular.

Con esta postura HO asume, una vez más, la plena responsabilidad de lo que constituye un juicio prudencial inspirado en los principios de nuestro ideario, sin que pretendamos, en este ejercicio de autonomía como opción de participación cívica, imposiciones ni exclusivismos de ningún tipo. Antes bien, se trata de una propuesta que consideramos positiva y necesaria para nuestros conciudadanos y las generaciones futuras, que, además, articularemos con la independencia que HO ha tenido desde su fundación.

Este compromiso está, como toda actuación de HO, inspirado en el humanismo cristiano y en los principios de nuestro ideario. Ahora bien, en la medida en que se trata de un juicio concreto, no pretendemos que nuestro juicio sea el único posible para todos los que compartimos los mismos principios. Asumimos la completa responsabilidad de este compromiso político, conscientes de que es nuestro deber traducir nuestros principios en lo concreto.

Texto:

1. Consideramos que la concepción cristiana de la persona y la sociedad se proyecta también sobre esa unidad social de inserción que conocemos como nación y que, en el caso de España, está integrada por una pluralidad de comunidades ascendentes y concéntricas, articulables en un orden de afectos compatibles y complementarios entre sí. La nación nos hace sentirnos arraigados en una comunidad natural de la que hemos recibido nuestra herencia humana y cultural, que de este modo asumimos de manera activa y solidaria. El amor y el servicio a esta comunidad constituye un deber de gratitud y una expresión de solidaridad.

2. Concebimos España como una realidad cultural conformada por una historia común y con un proyecto de futuro, con identidad propia y diferenciada. Una realidad que está basada en la unidad en la diversidad, por lo que no puede entenderse nuestra identidad sin entender que esa diversidad es parte misma de la esencia de España. Por eso, a la vez que defendemos la unidad, afirmamos que la negación de la identidad de los pueblos que forman España, junto a sus legítimas libertades (derecho a proteger su lengua y cultura, por ejemplo), implica, además de una injusticia, negar la identidad de nuestra nación. España es al mismo tiempo el todo y las partes.

3. Salvada la unidad cultural de España como bien moral, creemos que su dimensión política admite plasmaciones diversas. La estructura política actual de España realizada en la Constitución de 1978 es una de esas posibles plasmaciones, siempre que posibilite a todas las personas y a todos los pueblos que la componen su pleno desarrollo. A nuestro entender, el marco jurídico-político actual permite ampliamente este desarrollo.

4. Como vía de progreso del actual modelo territorial y competencial, HO entiende que lo prioritario no es tanto traspasar competencias desde el Estado a las comunidades autónomas, centrales también en sus respectivos territorios, como descentralizar a todos los niveles e impulsar la sociedad civil, profundizando en una cultura política de subsidiariedad y no estatista que favorezca la difusión del poder y al participación.

5. El nacionalismo que HO no puede aceptar es el que se afirma sobre el rechazo del otro en su diferencia o el que “diviniza” la propia comunidad, anteponiéndola a la moral, al bien común y a los derechos de las personas.

6. HO está, sin fisuras, dudas ni ambigüedades, contra el terrorismo y los que apoyan de cualquier modo a los asesinos. Así lo exige nuestro compromiso básico con la vida (con toda vida) y con el rechazo de la violencia como método político.

7. La paz es un bien esencial de la sociedad. Para conseguirla, la autoridad legítima (que en nuestro ordenamiento en este ámbito es el Estado) puede hablar con los terroristas, pero siempre y cuando éstos previamente dejen las armas y asuman su culpa. Además, consideramos que la negociación de una rendición de los terroristas no puede basarse en concesiones políticas, ya que eso significaría reconocer valor político al terrorismo, al tiempo que se enviaría un mensaje erróneo de lo que es realmente eficaz. La sociedad puede y debe ser generosa en la aceptación de una salida humana para los terroristas, pero sin que ello nunca implique el desprecio de las victimas ni merma de la justicia.

8. Deseamos que en el ámbito que hemos expuesto, como en cualquier otro en el que HO despliegue su acción, sea siempre realidad el principio, para nosotros indispensable, de "unidad en lo esencial, libertad en lo accidental y en todo, Caridad".

20 de junio de 2006

Paz para Europa y libertad para América

En tiempos en los que ser antiamericano está de moda, el autor nos aporta sólidos argumentos para estar más que agradecidos a la defensa de los estadounidenses de la libertad y de la paz.

Que el sueño de la Razón crea monstruos es algo tan evidente como que Francia todavía existe porque los chicos de Kansas se dejaron la piel (y algo más) en las playas de Normandía. No obstante, ni el chauvinismo francés responde a antibióticos ni la Razón europea parece ir a despertar de su sueño dogmático, al menos en el actual milenio. Permanecer en estado cataléptico de encadenamiento en la caverna platónica (gracias a Dios y para el bien de Occidente, Platón se mantuvo alejado de ella) es la atracción favorita del parque lúdico con sede en Bruselas. Cuales perros de Paulov, los actuales europeos post-postmodernos segregan saliva como reacción al estímulo respecto al cual se los ha condicionado. Y tal estímulo no es un silbato sino una palabra: ‘paz’.

Muchas cosas diferencian a los Estados Unidos y a Europa. Mas la diferencia crucial que nos interesa aquí tiene que ver con aquello que Aristóteles tuvo el acierto de llamar ‘filosofía primera’. Yo, particularmente, siento una querencia especial por otra palabra: ‘ontología’. El motivo es que ‘ontología’ contiene un matiz estructural del cual carece la otra expresión, matiz que refleja a la perfección la mentalidad americana. Los americanos tienen más espíritu luchador porque valoran más la independencia y capacidad de iniciativa que proporciona el ser hombre cabal, o sea, libre. Y eso pasa por saber renunciar a lo circunstancial, como por ejemplo la paz.

El diccionario de la RAE define la ‘paz’ como la “situación y relación mutua de quienes no están en guerra”, mientras dice de la libertad que es la “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”. Tales definiciones ayudan a comprender la profundísima distinción entre paz y libertad: la paz es un estado de cosas circunstancial, mutable, variable, como la acción de que llueva; la libertad, al contrario, es una cualidad estructuralmente inherente al ser humano. El hombre es libre porque es espíritu, y la libertad le pertenece ontológicamente. La paz es accidental, pero la libertad es substancial.

No es un drama intelectual llegar a la conclusión de que lo que importa de verdad en esta vida es la libertad, no la paz. Todos sabemos que se vive en paz en Corea del Norte, igual que en un cementerio. Por eso se dice acerca del finado que “descanse en paz”. A nadie se le pasa por la cabeza pronunciar algo como “descanse en libertad”. Porque para descansar en libertad hay que haberse cansado primero, y para cansarse hay que luchar. Los anglosajones, o como dice Mark Steyn, la anglosfera (EE.UU., Reino Unido, Australia y Canadá) no son casualmente naciones que no han sufrido nunca una dictadura. Tampoco son casualmente los que se partieron la cara contra Alemania en dos guerras consecutivas, ni los que tienen ahora mismo a sus fuerzas especiales en el Hindu Kush buscando a Ben Laden en circunstancias vergonzosamente vetadas para las tropas españolas, que tienen prohibido disparar al enemigo (palabro que también aparece en el diccionario de la RAE). Europa ha elegido libremente mirar la película mientras otros la protagonizan, pero sin dejar de reclamar los beneficios para mantener el nivel de vida que esos otros pagan. Los dados se han tirado. Y la jugada no favorecerá a Europa, porque la suerte sólo ama a los valientes.


Francesc Passani
American Review, 16-06-20006.