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Poder cultural y educación.

Rebelión ciudadana contra el adoctrinamiento laicista con los niños

CONCAPA, Foro Español de la Familia, Chequeescolar.org y Cristina López Schlichting llaman a los padres a la objeción de conciencia

La transmisión de valores y la formación de los hijos en función de las creencias de los padres se han resuelto siempre, básicamente, en el ámbito de la familia. Sin embargo, el Gobierno español ha decidido arrebatar esa responsabilidad a los progenitores y otorgársela a los centros escolares a partir del curso escolar 2007-2008. La nueva asignatura Educación para la Ciudadanía, cuyo borrador ya ha enviado el Gobierno español a las comunidades autónomas, contempla que se enseñe a los niños en la escuela, a partir de los 10 años, que tener dos papás o dos mamás es algo tan ‘normal’ como ser el fruto del amor entre un padre y una madre.

La decisión del presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, de dar luz verde a la polémica asignatura de adoctrinamiento laicista con los ciudadanos más indefensos, los niños, ha provocado una auténtica rebelión ciudadana canalizada a través de muchas asociaciones y entidades que no están dispuestas a ‘traspasar’ sus competencias familiares. Para impedirlo, diversas entidades llaman a los padres a practicar la objeción de conciencia.

Así, la Confederación Católica de Padres de Alumnos (CONCAPA), recuerda al Ejecutivo español que “gran parte de la sociedad española no acepta que algunos ‘iluminados’ nos digan lo que está bien y lo que está mal”. Por su parte, el Foro Español de la Familia propone a todos los padres de familia que en nombre de la libertad ejerciten el derecho de objeción de conciencia; una reivindicación que también plantean Chequeescolar.org y la responsable del programa La tarde con Cristina (COPE), Cristina López Schlichting, que hizo un llamamiento en ese sentido a los padres este lunes, 17 de julio.

Son tan sólo algunos ejemplos representativos de una gran parte de la sociedad española, que se rebela ante una decisión más propia de regímenes totalitarios o caciquiles; como el de Hugo Chávez, que también intenta imponer un adoctrinamiento laicista en las escuelas y que ya ha obtenido una contundente respuesta por parte de la Conferencia Episcopal Venezolana.

“Al borde de la constitucionalidad”

También, en España, la Iglesia ha mostrado su disconformidad con el contenido de la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, que pretende, entre otras cosas, ejercer desde las escuelas la transmisión de valores morales a los hijos de los ciudadanos, una tarea que siempre ha pertenecido a los padres.

El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, alertó este martes, 18 de julio, de que el contenido del borrador de la asignatura está “al borde de la constitucionalidad” y podría “ir más allá de la información positiva del sistema jurídico español”.

Rouco Varela opina que lo que propone la asignatura, tal y como parece que se plantea en la Ley Orgánica de Educación (LOE), podría “entrar en el derecho de los padres, que son titulares exclusivos de la formación moral y religiosa de los hijos” El prelado añadió que, con esa materia, no se formaría ni se informaría a los estudiantes sobre el sistema jurídico español, sino que “se les transmitiría una forma de ver la vida”, no sólo en el ámbito social sino también en los aspectos “más íntimos” del individuo.

El problema, la LOE

Por otra parte, también el cardenal primado de Toledo, Antonio Cañizares, mostró su apoyo a la objeción de conciencia propuesta por diversas entidades: “Todo lo que sean iniciativas en libertad y estén dentro de un orden establecido me parecen buenas”, señaló Cañizares.

El también vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española insta a los padres a que “no permitan que sus hijos sean educados por otros” e insiste en que “el problema está en la concepción educativa que hay detrás de la LOE”. “Los padres deben exigir que la LOE se ajuste a derecho, es decir, a lo establecido por la Constitución y los acuerdos internacionales con la Santa Sede, y no que el derecho se ajuste a la LOE como pretende hacer el Ministerio de Educación”.

De hecho, al Gobierno no le basta con que los niños aprendan a ser considerados con las personas de otro sexo, raza o religión. Tienen que entender que la ‘igualdad’ implica también el reconocimiento pleno de cualquier opción sexual sin discriminación de ningún tipo. “Es necesario que los niños comprendan como está organizada la sociedad en la que viven y dentro de ella existen varios tipos de familia: biparentales, monoparentales y homosexuales. Negarlas es negar la realidad”, asegura Alejandro Tiana, secretario general de Educación.

No es de la misma opinión el secretario general de la Federación Española de Religiosos de Enseñanza (FERE-CECA), Manuel de Castro, quien señala: “Se empieza reconociendo que los homosexuales son una familia más y terminamos admitiendo como familia a un hombre con tres mujeres”.

“Interferir en la formación integral”

Por su parte, la CONCAPA acusa al Gobierno de “interferir en la formación integral que los padres queremos para nuestros hijos”. Para esta organización, la imposición ideológica que pretende llevar a cabo el Ejecutivo de Zapatero con esta asignatura “es una muestra palpable de que nuestros políticos sí tienen un importante ‘déficit democrático’, puesto que no son capaces de respetar las convicciones de quienes no piensan como ellos”.

CONCAPA rechaza “el adoctrinamiento al que quieren someter a nuestros hijos, a los que seguiremos enseñando que, desde el respeto a todas las personas y a sus opciones sexuales, no hay más que una única familia: la que forman el padre y la madre con sus hijos”.

Ante la posibilidad de que se genere en los niños un conflicto psicológico por las contradicciones en su educación, “reiteramos nuestro derecho a decidir cuál ha de ser su formación moral, recurriendo, si fuera necesario, a la objeción de conciencia y a cuantas medidas fueren precisas para defenderlos de un adoctrinamiento que recuerda peligrosamente a los intentos de las dictaduras por formar la conciencia colectiva de sus pueblos”, dicen los responsables de CONCAPA.

Imposición ideológica

“Este intento de imposición ideológica del Gobierno viola el derecho de los padres a decidir en libertad las convicciones morales o religiosas que quieren en la educación de sus hijos, según el artículo 27 de la Constitución”, dicen desde el Foro Español de la Familia (FEF). Su presidente, Benigno Blanco, asegura que “es la instrumentalización ideológica del sistema educativo al servicio de la particular concepción de vida del gobierno”.

“En contra de lo que afirman los responsables del Ministerio, no se trata de quitarle a la Iglesia su función de transmitir valores a través de la Religión para dárselos al Estado a través de Educación para la Ciudadanía, porque la asignatura de Religión es una opción libre y voluntaria de los padres que eligen esta asignatura”, dice Blanco.

El presidente del FEF añade que “lo que propone el Ministerio es imponer a todos una asignatura obligatoria, sin posibilidad de elegir por parte de los padres, y donde el Estado define los valores morales en los que se educa a los niños de forma obligatoria”.

“Tintes totalitarios”

La plataforma ciudadana Chequeescolar.org, que también ha propuesto a los ciudadanos la objeción de conciencia, califica la iniciativa del Gobierno de “imposición de tintes totalitarios que atenta contra la más básica libertad de los padres a educar a sus hijos de acuerdo a sus convicciones morales”.

El coordinador de la plataforma, José Castro, afirma que “estamos ante un claro intento, no disimulado, por parte del Gobierno, de convertir el sistema educativo en un instrumento de adoctrinamiento”.

Castro ha anunciado que se opondrán a una asignatura que considera “un atentado intolerable contra la libertad de los padres que debe ser respondido con firmeza y rotundidad. Promoveremos la objeción de conciencia masiva si se mantiene el desarrollo de la asignatura”.

El Gobierno ha tomado la decisión, pues, de adoctrinar moralmente a los ciudadanos y no lo pone en práctica, por ejemplo, con determinados sectores o colectivos de adultos, como podría ser el caso de las prisiones, sino que lo realiza con los más indefensos, los niños.

“Rebelión civil”

En defensa de esos niños y de los derechos de los padres a educarlos según su criterio, la conductora de La tarde con Cristina (COPE), Cristina López Schlichting, aseguró este lunes que “gays y lesbianas pueden pensar de sí mismos lo que quieran, y yo defenderé su derecho a hacerlo, pero yo no tengo por qué pensar lo mismo, ni pueden obligarles a mis hijos. Enseñar así es totalitario y exige la rebelión civil”.

López Schlichting se mostró dispuesta, si es necesario, a crear una plataforma de objeción de conciencia contra la decisión del Gobierno. “El último borrador de la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía, que el Ministerio de Educación ha remitido a las comunidades autónomas, enseñará a los niños a partir de los diez años que tener dos papás o dos mamás es tan normal como tener padre y madre”.

“Se obliga a todo el mundo a pensar lo mismo. Si se quiere pasar de curso, si se quiere acceder a la universidad, habrá que escribir en los exámenes que tener padres del mismo sexo es normal. Ni siquiera la legislación sobre el aborto o el divorcio es tan dura”, aseguró la conductora de La tarde con Cristina. “Los antecedentes de algo semejante sólo pueden hallarse en la educación racista de Hitler o atea del comunismo. En una, los judíos eran inferiores por decreto y así se obligaba a pensar a los niños; en la otra, Dios no existía, y así había que aprenderlo”, concluyó López Schlichting.

Víctor Ruiz

Forum Libertas, 19 de julio de 2006

Gustavo Villapalos asegura que "Educación para la Ciudadanía” es una “pretensión totalitaria de un Estado que asume funciones que no le competen”.

Gustavo Villapalos asegura que "Educación para la Ciudadanía” es una “pretensión totalitaria de un Estado que asume funciones que no le competen”.

El catedrático de Historia del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Gustavo Villapalos, se pronunció ayer sobre la educación en España y alertó del adoctrinamiento “en los modos absolutizados de un Estado convertido en fin y razón de ser de la vida humana" que van a sufrir los alumnos con la nueva materia de la LOE

Según informó Veritas, Villapalos aseguró que la nueva asignatura de “Educación para la Ciudadanía” que impone la Ley Orgánica de Educación (LOE) es "un adoctrinamiento de los escolares en los modos y formas absolutizados de un Estado convertido en fin y razón de ser de la vida humana". De esta manera, se pronunció durante su ponencia "Libertad de conciencia. Libertad de pensamiento. Libertad de educación", en el curso de verano de la Universidad Rey Juan Carlos.

En este sentido, se refirió al artículo 27 de la Constitución de 1978 y recordó que "el hecho de que todos los niños reciban instrucción no quiere decir que el Estado esté respetando el derecho a la educación, que pertenece a los padres" y añadió que “los defensores de la visión estatalista de la educación consideran que toda educación que se base en un ideario religioso atenta contra la democracia".

Finalmente, aludió a que “la libertad por sí no es absoluta, es la facultad del encuentro con el Absoluto", y abogó por "proponer de forma positiva al mundo el sentido de la libertad como realización del hombre interior en su búsqueda sincera de Dios".

Análisis Digital, 20 de julio de 2006

Rajoy entra en harina

Ha sido una excepción, por eso conviene destacarla. Este lunes un político español ha hablado con rigor y con sentido común sobre el problema de la laicidad. Ha sido Mariano Rajoy en los cursos de verano de Aranjuez que organiza la Universidad Rey Juan Carlos I de Madrid.

Se ha referido al corazón de la reforma educativa puesta en marcha por Zapatero: la asignatura de Educación para la Ciudadanía. El líder del PP ha señalado con acierto que esta asignatura va contra la laicidad del Estado porque pretende imponer una ideología. Rajoy ha afirmado que la verdadera laicidad impide que el Estado se identifique con una determinada concepción religiosa pero también con una cosmovisión como la que pretende imponer esta materia.

La verdadera laicidad, según el líder de los populares, excluye la beligerancia contra lo religioso y, como hace la Constitución del 78, desarrolla mecanismos de cooperación con las distintas confesiones.

Rajoy se ha adentrado por primera vez en un terreno en el que el centro derecha español no había querido definir posiciones hasta ahora. Ha realizado una interesante aportación sobre la regulación de la libertad religiosa que hace nuestra vigente Carta Magna. Una regulación con la que Juan Luis Cebrián, mente pensante de PRISA, Peces Barba y Zapatero quieren acabar.

F.H.

Páginas Digital, 18 de julio de 2006

Educación para la esclavitud

Recordemos la célebre frase de Jean-François Revel: «La tentación totalitaria, bajo la máscara del demonio del Bien, es una constante del espíritu humano». Todas las ideologías totalitarias que en el mundo han sido aspiran a crear, bajo esa máscara de bondad, un «hombre nuevo» que se amolde a sus postulados. El ser humano, cada ser humano, posee unos rasgos, querencias y convicciones de índole moral que dificultan la consecución de ese modelo; las ideologías totalitarias, lejos de admitir la pluralidad de sensibilidades que componen la sociedad, tratan de modificarlas mediante la «reeducación», hasta convertirlas en engranajes del sistema. Si algo hermanó al nazismo y al comunismo fue precisamente este propósito de fabricar un «hombre nuevo», en el que el valor intrínseco de la persona era negado en pro de la comunidad. Esta labor de «reeducación» social se presentó, paradójicamente, como una empresa filantrópica. Y esa «máscara del demonio del Bien» fue a la postre la que amparó el derecho de desterrar a los arrabales de la sociedad a categorías enteras de hombres, incluso el derecho a aniquilarlos sin dubitación.


Este sueño de construir la sociedad perfecta e imponerla a los demás sigue infectando los regímenes democráticos, bajo estrategias mucho más amables y sibilinas. Un ejemplo palmario de ingeniería social lo representa esa asignatura llamada cínicamente Educación para la Ciudadanía, cuyo objetivo no es otro que imponer un nuevo sistema de valores, presentándolo como un imperativo moral e imprescindible para la existencia de una sociedad cohesionada. Para ello, se impone una «nueva ética» basada en los «nuevos paradigmas»: el nuevo paradigma de familia, el nuevo paradigma de derechos humanos, el nuevo paradigma de género, etcétera. A nadie se le escapa que el adoctrinamiento de las mentes infantiles produce a medio plazo unos opíparos réditos electorales; a nadie se le escapa que todo régimen político que anhela perpetuarse dedica especiales esfuerzos a las tareas de proselitismo y propaganda entre los más jóvenes, pues con ello se asegura un granero de votos. A través de esta asignatura llamada cínicamente Educación para la Ciudadanía, nuestros hijos serán atiborrados de un pienso ideológico que naturalmente no se limitará a incluir unas normas de convivencia cívica, sino que sobre todo se preocupará de imponer una «moral pública» que tuerza y pisotee la moral que los padres, legítimamente, les intentamos transmitir. Y así, por ejemplo, se entonarán las loas del «derecho a elegir libremente la opción sexual», y se les explicarán los muy benéficos logros que deparará la experimentación con embriones, todo ello aderezado con apelaciones a la «recuperación de la memoria histórica» y demás mitologías del Nuevo Régimen. La formación de nuevas generaciones de esclavos está asegurada.

Ante tal atropello, los ciudadanos libres -si es que todavía resta alguno -deben actuar enérgicamente. Recordemos las palabras de Henry David Thoreau en su opúsculo Desobediencia civil (1849): «Existen leyes injustas. ¿Debemos conformarnos con obedecerlas? ¿Nos esforzaremos en enmendarlas, acatándolas hasta que hayamos triunfado? ¿O debemos transgredirlas de inmediato? Si la injusticia requiere de tu colaboración, convirtiéndote en agente de injusticia para otros, infringe la ley. Que tu vida sirva de freno para detener la máquina. Lo que debes hacer es tratar por todos los medios de no prestarte a fomentar el mal que condenas». Una ley es injusta cuando conculca derechos ciudadanos y trata de confiscar ese ámbito de libertad personal que corresponde en exclusiva al individuo y que el Estado no puede invadir. Esta asignatura llamada cínicamente Educación para la Ciudadanía nos amenaza con una flagrante invasión de ese ámbito inviolable, ejercida además contra los más débiles e indefensos, que son nuestros hijos. La desobediencia civil será, llegado el momento, un recurso legítimo.

Juan Manuel de Prada
ABC, 17-07-2006

El Estado, contra los padres

A este gobierno la responsabilidad de los padres con la educación de sus hijos le importa poco. Lo considera tan superfluo que se dedica a adoptar medidas que desvirtúan la naturaleza del significado de ser padre y ser madre, así como sus atributos.

La historia no es de ahora mismo como lo revela el Código Penal modificado en 1995 y que situó la edad de emancipación sexual en los 14 años, la más baja de Europa.

Pero en la era Zapatero las medidas en este sentido, por acción u omisión, se han multiplicado. Véase por ejemplo la nueva ley de educación que relega a los padres a la inexistencia, al tiempo que crea la categoría del comisario político municipal para intervenir en los centros concertados.

Lo legislado en el Código Civil, donde el padre y la madre como instituciones específicas desaparecen y son substituidas por el asexuado “progenitor”, hasta la ley de fecundación asistida que convierte la maternidad en la realización de un deseo machacando todas las condiciones, edad, salud, pareja, que necesita la familia de un niño para venir al mundo, en un proceso tan forzado como es éste.

Pero no es solo en el plano de las leyes donde se actúa, porque la acción de gobierno incorpora medidas eficacísimas en el día a día. Véase el caso de la pastilla abortiva del día después dispensada sin acto médico y, lo que seguramente es peor, sin conocimiento de los padres.

También la nueva línea interpretativa del “adolescente maduro” que justificaría el aborto sin necesidad del consentimiento de los padres. Cada vez más se les acorrala en un ámbito donde sus responsabilidades son enormes, como mínimo mantener a los hijos hasta la mayoría de edad, incluso la emancipación económica, mientras que les son recortadas sus atribuciones.

Un padre no puede evitar legalmente que su hijo Juan de 14 años se eche como pareja a Pedro, un concejal de 50 años.

Tampoco recibe información sobre los estragos nocturnos que puede registrar su hija en materia sexual.

Ahora, la ministra de Sanidad introduce una nueva reducción del papel de los padres. Constatado el problema de los niños obesos en España, manifestada su incapacidad para que se retiren las máquinas que expenden refrescos, patatas fritas y bollería de los colegios, como han hecho en Francia y en Estados Unidos; vista su incapacidad para establecer normas generales, subrayemos lo de generales porque es muy importante, sobre los menús del comedor escolar, ha decidido intervenir “manu militari” sobre los niños obesos y sus familias.

La señora Salgado establecerá menús diferentes a la hora de comer para los escolares que califiquen de obesos y los obligara a participar tanto a ellos como a sus familiares en actividades extraescolares para fomentar la nutrición saludable.

Es decir, en lugar de promover unas pautas alimenticias sanas para todos, se dedicará a señalar con el dedo, a estigmatizar a los obesos, para que así puedan ser todavía más objeto de burla por parte de sus compañeros. Su argumento sobre este último punto es “que no se puede caer en la inacción”.

Que diga esto la señora ministra responsable de la más perfecta inacción en relación a las listas de espera de la sanidad pública y el escándalo de Forum Filatélico y Afisa, es ridículo. Al proponer estas medidas la Sra. Salgado demuestra que es una perfecta irresponsable, que no entiende nada de educación y, mucho nos tememos, que sepa lo mismo de sanidad pública.

Son los padres quienes deben asumir la educación de sus hijos, con la ayuda personal y privada de tutores y maestros, sin caer en el grave error pedagógico de las “listas de gordos”. La escuela debe limitarse por la vía del ejemplo a promover la alimentación saludable para todos, sin máquinas de engordar y con menús saludables adaptados a las peticiones dietéticas justificadas, y religiosas que los propios padres puedan formular.

Eso es todo. Y ya sería mucho.

Editorial de Forum Libertas, 14 de julio de 2006

DE LA DESTRUCCIÓN A LA DEIFICACIÓN DEL ESTADO: la religión socialista

El socialismo es, en última instancia, una religión, cuyo dogma central: la igualdad, es antinatural porque los seres humanos son todos diferentes. La sociedad sin clases es su utopía, que –decían– se podía alcanzar usando la fuerza proletaria para apoderarse del Estado explotador –según el profeta Marx–, que sólo desaparecerá cuando el capitalismo concluya. Esto se lograba antes con violentas revoluciones, como las de los millones de muertos del siglo pasado, que concluían en la abolición de la propiedad.

Ahora se hace con impuestos, leyes represivas o mandamientos en la línea de terminar con la libertad, ya que ésta es lo que posibilita que las personas, interactuando y creando, generen propiedad y la "explotación".

La profecía de la desaparición del Estado ha sido revisada en sucesivos concilios y el neosocialismo ha terminado por convertirlo en un dios eterno e infalible, sabedor de lo que los hombres deben hacer para progresar y alcanzar la igualdad. Los que tienen este conocimiento revelado son sacerdotes que conforman órdenes religioso-políticas y nos instruyen sobre la adoración a "santos" como Neruda, Allende, Fidel, Chávez o Evo y a instituciones como el palacio presidencial, la universidad estatal y la empresa nacionalizada.

Al dios Estado se le deben ofrecer crecientes sacrificios y limosnas, impuestos, aportes forzosos, patentes o permisos, sobre cuyo destino es un pecado mortal dudar. La libertad es inútil y peligrosa, y debe regularse por los sacerdotes oficiales, que saben lo que debemos comer, beber, fumar, cómo y cuánto trabajar, qué aprender y emprender, en qué ahorrar para la vejez, cómo tratar el "auge" de enfermedades y hasta cómo emparejarnos y hacer el amor.

Estos últimos asuntos, que antes estaban a cargo de curas, rabinos, parientes y grandes maestros, hoy corresponden al Estado y a sus sacerdotes, a los que pagamos para lograr el cielo aquí y ahorita.

Las empresas estatales son templos, y reformarlas una herejía; las privatizaciones son un atentado contra dios mismo, como revisar la eficiencia del gasto y de las oficinas públicas. Los ministerios son sagrados y nunca se cerrarán. Las denuncias de ineficiencia, exceso de personal, corrupción o mal uso de fondos son, simplemente, blasfemias.

El desarrollo es siempre peligroso y pecaminoso. ¿No ve que va ligado al capital, y éste a la libertad de trabajo y pensamiento? Por eso no es una prioridad; más bien, todo lo contrario. ¿Para qué tener auto, si hay bicicletas y carretas? ¿Y para qué la globalización, que sólo sirve al imperialismo? Lo que importa es extender la igualdad, incluso a los animales, los árboles y los recursos naturales. Es un retorno al milenario panteísmo, algo que los verdes tienen claro, al igual que los pueblos originarios, tan de moda en este polo de progreso que es América Latina.

Las personas y sus libertades son secundarias. Lo que importa son los "derechos sociales", es decir, la represión mediante la ley manejada por los sacerdotes estatales. Y no se diga –como hacen los liberales– que el calificativo "social" distorsiona el significado de la palabra "derecho", del mismo modo que oscurece y vacía conceptos entendibles como "justicia", "democracia", "trabajo" y tantos otros.

La creencia socialista igualitaria quiere el paraíso en la tierra, no en el más allá, y por esto es violenta y conduce a luchas fratricidas y dictaduras. Afortunadamente, la conversión a la libertad va en aumento en el mundo; y pidamos a Dios que continúe, con perdón de algunos confundidos curas socialistas.

© AIPE

Álvaro Bardón, profesor de Economía en la Universidad Finis Terrae y ex presidente del Banco Central de Chile.

Libertad Digital, suplemento Ideas, 11 de julio de 2006

Talibanes en Yale

Crítica a algunas instituciones universitarias americanas, que traicionando sus tradicionales principios se están convirtiendo en refugio de talibanes y otros.

No es la primera vez que señalamos el creciente descrédito de algunas de las otrora más prestigiosas instituciones universitarias norteamericanas, devastadas intelectualmente por la tiranía de lo políticamente correcto.

En esta ocasión haremos mención de uno de los más eminentes miembros de la Ivy League, la Universidad de Yale.  El caso lo ha provocado la petición de admisión del antiguo embajador talibán en Estados Unidos, Sabed Rahmatullah Hashemi, que por supuesto ha sido admitido ignorando la propia política de admisiones puesta por escrito por Kingman Brewster en 1967 y que exige de los candidatos a Yale “una genuina preocupación moral y consideración por aquellos que son diferentes a uno mismo”.

Rasgos que difícilmente encajan con el antiguo talibán. Ante las protestas se han alzado con rapidez las voces de quienes exigen tolerancia y el beneficio de la duda para Hashemi. El caso es aún más sangrante si consideramos que otras personas que no han tenido la suerte de ser embajadores del régimen talibán han sido descartadas para Yale por haber tenido un incidente de robo en un supermercado a la edad de 12 años o por tener un registro de borrachera durante los años de high school.

Por el contrario, el pasado de Hashemi no sólo no ha sido valorado negativamente sino que Richard Shaw, el decano de admisiones de Yale, ha reconocido que le han admitido precisamente por su condición de talibán. Paradojas de la discriminación positiva.  

Lo políticamente correcto está condenando a algunas de las más prominentes universidades norteamericanas al ridículo cuando no a la insignificancia.

Por fortuna hay otras instituciones que están tomando el relevo de la excelencia académica. Vitalidad no falta y en un sistema de libre creación de universidades los huecos dejados por quienes están más pendientes de contentar a gentes como Chomski son rápidamente ocupados. 

Jorge Soley Climent, 03-07-2006

American Review 

LOS LAZOS QUE COMPROMETEN: Cristianismo por cable

Se está librando una batalla entre distintos grupos evangélicos sobre una propuesta de ley que obligaría a los operadores de televisión por cable a ofrecer a los consumidores la opción de abonarse a su servicio escogiendo canal por canal

Por un lado, los cristianos conservadores y las organizaciones pro familia como Concerned Women for Americay Parents Television Councilestán a favor del llamado plan "a la carta" argumentando que permitiría a las familias un mayor control sobre el tipo de contenido que entra en sus hogares.

Por otro lado están las emisoras como Trinity Broadcasting Network y la Christian Broadcasting Network de Pat Robertson, que argumentan que la capacidad de los clientes para poder escoger individualmente los canales de pago socavaría su capacidad para llegar a los no cristianos.

En lo que ambos grupos fallan es en asumir que la opción (o la falta de ella) de canales en la televisión por cable es ante todo un asunto político.

Los temas de desregulación, privatización y gestión de la competencia por parte del gobierno se convierten en asuntos bastante espinosos en los casos de servicios esenciales como electricidad, agua y gas natural. La naturaleza voluntaria y no esencial de la televisión por cable la relega inmediatamente a un área en la que la intervención del gobierno debería ser mínima.

Las organizaciones laicas preocupadas con la regulación de la televisión por cable como Consumers for Cable Choice  y Cable Choice Now!no esconden su intención de apoyarse en el poder coercitivo del gobierno para alcanzar sus objetivos. En esencia, éstos son grupos políticos de presión y los grupos cristianos están ajustándose cada vez más a esa imagen. La politización de la televisión por cable es un indicio de la preocupación evangélica contemporánea con el poder político, un resultado en el que los grupos laicos y cristianos a menudo no se diferencian debido a sus métodos y objetivos.

Pero al recurrir al "gran garrote" de la regulación del gobierno, estos grupos están evadiendo procedimientos más responsables y métodos socialmente sensibles para conseguir sus fines.

Bajo la apariencia de defender los intereses de los niños y las familias y el rubro de la opción individual, los grupos evangélicos de presión ignoran la opción más básica que los cristianos tienen para hacer que se oiga su opinión: la opción de apagar la televisión.

Los operadores de cable, como entidades que buscan sacar un beneficio, por naturaleza están interesados en que sus clientes estén contentos con los servicios que les ofrecen. Si los activistas de la opción tomaran en consideración seriamente los intereses económicos de las compañías operadoras, se darían cuenta del poder fundamental que los consumidores poseen. Los boicots, las campañas de cartas y las coaliciones cívicas organizadas por personas privadas pueden ser formas efectivas de indicar un claro deseo del consumidor por mayores opciones de televisión.

Si la suficiente cantidad de consumidores hiciera oír su opinión, no estaríamos viendo estas apelaciones poco afortunadas a favor del intervencionismo del gobierno. Las pocas ganas de los activistas pro opción del cable de hacer uso de métodos no coercitivos de rectificación habla de su elemental desgana para sacrificarse y organizarse.

Puede que tome tiempo, energía y paciencia el intentar comunicarse con empresas y corporaciones. También hace falta organizarse y buscar recursos para juntar el suficiente poder del consumidor para hacerse oír de manera concertada. En lugar de trabajar diligentemente para crear ese tipo de campañas cívicas, es mucho más fácil usar la tradición largamente establecida del activismo político a través de los enraizados grupos de presión. En vez de buscar el recurso a la coerción política, hay que replantearse la idea de apagar la televisión. Muchos cristianos evangélicos, entre los que me incluyo, disfrutamos tanto con la cultura popular que no tenemos ganas de sacrificar el estar sin un medio potencialmente problemático y poco esencial como es la televisión por cable, ni siquiera durante el relativamente corto tiempo que tomaría hacerle llegar el mensaje a las operadoras.

En vez de molestarnos en instalar sistemas de bloqueo de canales o de vigilar más de cerca los hábitos televisivos de nuestros hijos, es más fácil tener a otro, como el gobierno, asumiendo la responsabilidad. En vez de cancelar nuestros abonos de televisión por cable y darle el dinero a nuestras iglesias, estamos tentados a consentir el materialismo seductor de la cultura televisiva.

Como promedio, los cristianos evangélicos donan alrededor del 4% de sus ingresos a grupos de beneficencia. En 2002, el encuestador George Barna, basándose en un conjunto de encuestas, concluyó que "el feligrés promedio pasa más tiempo viendo la televisión en un día que en todos sus ejercicios espirituales de una semana entera".

Si es cierto que la mala programación de la televisión por cable "supera con creces" lo bueno, como afirma Lanier Swann, directora de relaciones gubernamentales de Concerned Women for America, lo responsable para proteger a nuestras familias es abstenerse de patrocinar semejante medio corrupto hasta el momento en el que podamos inclinar la balanza aceptablemente a favor de lo bueno.

Imagine el tiempo y los recursos financieros que podríamos usar al servicio del reino de Dios si la preocupación cristiana con la televisión por cable se colocase en la perspectiva adecuada.

Jordan Ballor es editor asociado con el Instituto Acton para el Estudio de la Religión y la Libertad en Grand Rapids, Míchigan. 

 Libertad Digital, suplemento Iglesia, 22 de junio de 2006